: : La búsqueda de la verdad

Los sucesos del mundo me llaman la atención. Leyendo los diferentes periódicos a los que tengo acceso gracias al internet, no sólo me informo, sino que a la vez me entretengo tremendamente. Ayer por ejemplo un anticuario decía que Nicolas Cage podría ser un vampiro ya que entre su colección de cachivaches tiene una fotografía de hace por lo menos doscientos años, en la que según él, aparece el actor. Lo sorprendente es que quiere rematar el retrato pidiendo un alto precio y ya han aparecido compradores.

El mundo en el que vivimos está totalmente loco. La forma de ver las cosas varía de manera contundente entre una persona y otra. En verdad, las interpretaciones de los hechos noticiosos cuentan con una gran cantidad de matices. Algunos peores o más estrafalarios que otros.

Así sucede también con la historia. Dependiendo de las ideas políticas de quienes las escriben es el perfil que agarran. Por eso es que no es difícil, si uno busca con un poco de paciencia, encontrar alguien que cuente la historia de acuerdo a nuestras propias ideas preconcebidas.

Los de un lado dicen que la cosa es blanca, mientras que por el otro lado argumentan que es negra. No falta el que discrepa de ambos y dice que para él la cosa es verde. Para otro es azul. No se ponen de acuerdo y lo que menos tienen es la intención de hacerlo. Lo que todos ellos persiguen es que los demás acepten religiosamente lo que ellos opinan y nada más. Genial.

Reconozco que en general a mi me sucede lo mismo. Soy decididamente uno de ellos. Tengo claro que las cosas son de un color y es muy difícil que me convenzan de lo contrario. Leo lo que otras personas me envían para cambiar mi manera de pensar. A veces, o en general en la mayoría de las ocasiones no termino ya que discrepo de tal manera que prefiero no seguir adelante. Sin embargo a veces, debo reconocer, algunas de mis apreciaciones han sido removidas.

Cuando eso sucede, me refiero a que me muevan el piso, generalmente un nuevo camino se abre en mi cabeza. Una nueva ruta a seguir en la búsqueda de esa verdad absoluta que supongo todos, en mayor o menor medida buscamos. Busco y busco. A veces encuentro. Me convierto en un seguidor. Me hago del hábito y tomo ese estandarte.

La verdad es una cosa bastante subjetiva. Todos dicen tenerla sin embargo creo que lo único que en verdad me ha quedado claro con los años, es que pareciera ser que no es así, nadie la tiene. Nadie está ni cerca de encontrarla. En una de esas, la verdad no existe. Nos metieron en la cabeza eso de que la verdad existía para mantenernos ocupados buscándola. Todos somos un poco como Indiana Jones. Caminamos por la vida con nuestra chaqueta de cuero, nuestro sombrero, un látigo y una libretita para ir anotando nuestros avances. Todos hemos sido enviados a buscar algo por encargo.

Como siempre digo, puede que esté totalmente equivocado. Puede ser que no sea más que, como dicen mis amigos cubanos, un “comemierda”. Lo que sí puedo reconocer casi con total absolutez es que en esta búsqueda, he conocido muchas personas geniales. Interesantes. Realmente especiales. Podrá ser que nunca encontremos esa verdad que tanto buscamos, pero como me dijo un profesor hace algún tiempo, de esta búsqueda no terminaremos con las manos vacías.

: : Libertad de pensar

Soy libre de escuchar o decir lo que quiera, así como soy libre de no hacerlo. El que lee lo que escribo es libre también de leerlo y si quiere puede no desecharlo. Es un derecho que no es sólo mío, sino que lo compartimos todos los que somos ciudadanos. Así aparece en la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Nadie nos puede obligar a adoptar una religión u obstaculizar la libertad de culto, de expresión, de prensa, de reunión, o de petición. Así son los derechos. Las sociedades avanzan y crecen cuando son capaces de dar libertades y derechos a quienes forman parte de ella. Cualquier alusión a lo contrario debería ser ilegal.

Es por eso que, aunque no siempre comparto la opinión de otras personas respecto a diversos temas, respeto su derecho a expresarlas. Debe ser por eso que me sorprendió por sobre manera cuando, hace algunas semanas, un “amigo” de facebook tuvo su día de rabia conmigo. Todo partió por un comentario que hice respecto a un hecho político. Nada del otro mundo. Algo posiblemente majadero, pero inofensivo. Al menos eso creía. Claro que por el tono en que empezó a increparme, me quedó claro que no pensábamos igual.

Respetuosamente le respondí a su nota, ya que en verdad no tengo problemas con eso. Se quejó de que era negativo y que nunca escribía nada constructivo, algo que me sorprendió, ya que siempre he creído en que la crítica constructiva enriquece y amplia la visión de los demás así como la propia. Mi “cofrade” no lo vió así y continuó descargando su rabia contra mí, y cada vez que le respondía, sólo conseguía que se enfureciera más. Reconozco que a veces tengo la habilidad de hincharles las redonditas a ciertas personas, pero créanme cuando les digo que en este caso en particular quería un debate. Buscaba una discusión elevada. Una simple conversación medianamente civilizada. Pero no lo logré. Mi “camarada” feisbuquiano seguía recargando mi muralla con sus agravios y de pasó, escribiendo mensajes en la suya para que quienes me conocieran me eliminaran, ya que para él yo era un hacker.

En una de sus acotaciones hizo mención a que llevaba más de un año leyendo mis comentarios, a lo que no pude menos que comentar en tono de pregunta que si tanto le molestaban mis observaciones, ¿cómo no lo había mencionado antes? o, en el peor de los casos, ¿cómo no me había eliminado de entre sus contactos? No me respondió. Siguió adelante con sus embestidas. Una pena.

Este acontecimiento comenzó al medio día y se prolongó hasta bien entrada la tarde. Ya de noche, me escribió una amiga en común pidiéndome que lo eliminara de entre mis amigos, ya que claramente él no me consideraba dentro de esa categoría… por respeto a ella lo hice esa misma noche. Triste, tolerancia cero la de mi “amiguete” de facebook.

Por supuesto que antes de acabar con su día de rabia me di el gusto de escribir un último pensamiento que decía más o menos así; A esos tales que persisten en obrar desde la descalificación y la falta de respeto, les dejo claro que seguiré adelante a pesar de sus atropellos, porque entre otras cosas en mi espacio “mando yo”. Si tanto les molestan mis opiniones me pueden "eliminar" en cualquier momento... Facebook, twitter y las demás redes sociales abren un espacio para el diálogo y la discrepancia, para la pluralidad, no para la violencia, los fundamentalismos y la falta de respeto... yo leo lo que postean mis amigos y no siempre comparto sus opiniones... sin embargo los respeto a todos... yo aprendo y me informo gracias a las opiniones de los demás... he dicho...

: : Nada al azar

Por más que quiera, que trate de la manera más tenaz, no puedo dejar de pensar que todo no es más que una farsa. Una maquinación enferma. Maquiavélica. Un cruel y monstruoso plan. ¿De quién? Sólo un desalmado podría haberlo tramado. Un genio del mal. Un héroe de lo descabellado. Una mala persona. Una muy mala persona. Pero que quieren que les diga, soy chileno. Por naturaleza desconfiado.

Las sociedades por todos lados están pidiendo cambios. Saliendo a las calles, descargando su descontento a través de las redes sociales, pidiendo que se les respeten sus derechos, que se les trate como personas. Un poco de dignidad. Algo de compasión. Piden cambios por doquier y están en su derecho. Está bien que alcen la voz. Pero aunque parezca increíble, desconfío.

Pero así no mas es. Sin ir más lejos, veamos el caso de la sociedad chilena. Marchas, paros, protestas, reyertas, carnavales, youtuberos, facebookeros y twiteros, todos ellos de la mano de los disturbios, de los edificios y automóviles quemados, las barricadas, los heridos y los detenidos. Del caos. La ingobernabilidad. Todo lícito dentro del gran plan. Nada es dejado al azar.

Trato una y otra vez de sacarme este pensamiento de la cabeza, pero no puedo. Esta idea de manipulación sigue ahí aferrada con dientes y uñas.

Creo que alguien está detrás de todo esto. Las cosas no suceden así por así. Hay un plan. No sé de quién. Pero todo esto no es casualidad. Siempre hay quien se beneficia de todo este tipo de situaciones que no necesariamente son los marchantes, ni los dirigentes, ni los delegados, ni los huelguistas, tampoco los vecinos del barrio. Dios quiera que no sea más que mi sicosis. Ojalá que al final me equivoque.

Sucede que la historia, por medio de las desclasificaciones de documentos gubernamentales, de tanto en tanto nos deja ver que nada sucede al azar. Siempre hay alguien detrás de cualquier suceso de gran envergadura. No nos olvidemos del señor Kissinger, el gran artífice de los descalabros latinoamericanos de los sesenta y setenta. No olvidemos a los discípulos de Milton Friedman, los Chicago Boys. Su plan se llevó a efecto. Unos pocos se hicieron inmensamente ricos y los demás, bueno, los demás solo somos el motor de esas riquezas. Piezas, cilindros, tornillos y tuercas, reemplazables y desechables. Por si acaso, tres ministros del actual gobierno son miembros de este grupo de economistas de elite, Lavín, Larroulet y Fontaine. Lo que me hace desconfiar aún más.

Muchos de los cambios que la gente pide en las calles y a cacerolazos vienen de esa época, cuando este grupo de economistas hicieron realidad sus magníficos planes. Pido una vez más disculpas por mi tozudez, pero no dejo de pensar que todo este fervor reformista no sea más que una nueva etapa de este plan y ya estén resueltos los nuevos pasos a dar. Como de costumbre, en beneficio de unos pocos y los demás, que se jodan.

: : Un mal sueño

Que quieren que les diga. En verdad no sé por dónde empezar. Por ahí dirán que por el comienzo, el detalle es que no tengo claro cuando comenzó todo. Puede haber sido al nacer, o durante la adolescencia. En una de esas comenzó cuando rehusé hacer el servicio militar, a pesar de que daba lo mismo ya que no salí llamado. Quién sabe. Puede haber sido después de mi fiesta de graduación que duró tres días. Da lo mismo. Lo importante es que se dio. Sucedió. Pasó.

Hay quienes dicen que para que algo suceda se requiere que todos los elementos estén en una disposición especial. Hay quienes miran la alineación de los planetas. Hay quienes no dan un paso sin haber consultado primero a la gitana. En asunto de creencias no hay nada que hacer. Hay de todo y para todos. Yo tengo las mías. Son raras. Especiales. Mías. Creo y no creo a la vez. Soy un fiel y a la vez el peor de los infieles. Soy un santo y un diablillo. Soy la dualidad misma. El día y la noche a la vez.

Hubo un tiempo en que pensé en que lo mío era la noche. Un vividor. Un desordenado. Pero con el tiempo me di cuenta que la mejor de las noches es la que paso durmiendo. Las vueltas de la vida. El cazador cazado. Ahora con suerte llego a la medianoche. Solo en cuerpo, ya que en espíritu estoy más que dormido. Si no me creen, es cosa de que le pregunten a mi señora, ella les dirá que es cierto.
Podía pasar toda la noche de fiesta y después de una ducha, salir al laburo fresco como lechuga. Esos días se fueron. Ya no están. Se acabaron. Ahora si no duermo una cantidad de horas (aún no clarificada cien por ciento), me levanto destruido. No valgo un peso. No sirvo para nada.

Sepan que en esas condiciones venía a la oficina. Temprano en el bus. Absolutamente dormido. Ausente. Perdido. Poco antes de llegar a mi parada, casi en forma instintiva, hice lo que correspondía. Toqué el timbre. Anuncié con tiempo mis intenciones de descender del transporte. En eso, para mi sorpresa, una persona manejando un Volvo negro no encontró nada mejor que hacerle una encerrona al bus. La conductora respondió ágilmente la afrenta a la altura que ameritaba la situación. Frenó. Por supuesto que en su reacción de reflejos felinos no reparó en mi persona. En ese preciso segundo me hallaba de pié frente a la puerta de atrás, aquella por la que siempre sugieren uno baje. Volé por el pasillo. Una horrible manera de despertar. La peor, o si no la peor debe estar dentro de la lista de top ten. Volé tratando de agarrarme de algún fierro o algo firme que detuviera mi marcha. Nada. Mientras tanto, mi mochila iba golpeando cabezas como una enajenada. Sin control. Por supuesto eso era lo de menos. Mi vuelo era realmente lo impactante.

No sé cuantas cabezas habré golpeado en mi alocado viaje, pienso que unas tres, seguro que me odiaron. Lo más probable es que fueran tanto o más dormidos que mi persona. Por suerte el asunto no pasó a mayores. No chocamos. No me rompí nada y sí, logré afirmarme de un poste de metal que frenó mi marcha. Me disculpé con las personas a quienes mi mochila había agredido y me bajé por la puerta delantera.

Como ya dije, que quieren que les diga. No fue esa la mejor forma de despertar. Hoy ando con las vitaminas bajas. Tengo mis fuerzas en su nivel mínimo y aún no despierto por completo. Ando con la mente dormida. Estoy físicamente presente, pero eso es todo. No hay más. Si me buscan, hoy no me encuentran. En una de esas, lo del bus no fue más que un mal sueño.

: : Nosotros, el resto

Hace tiempo que no me tomo el tiempo de sentarme a escribir algo. Será que el exceso de trabajo me tiene medio agotado y ando con las ideas desordenadas. Los pensamientos no llegan con la claridad que deberían y eso me tiene complicado. Pueden ser esas algunas de las razones, sin embargo me quedo con la alternativa que dice “ninguna de las anteriores”.

Para buscar excusas somos todos campeones. Bueno, quizás no todos pero si la gran mayoría. Lo primero que siempre llega a nuestros labios es la negación. No puedo, no sé, no tengo tiempo. En verdad, el tiempo siempre está, es cosa de mirar a otras personas, aquellas quienes al parecer tuvieran más horas en sus días que nosotros, el resto de los mortales.

Excusas, excusas y más excusas. Para eso somos campeones mundiales. Top One. No fallamos nunca. Los reyes. Los mejores. No perdemos oportunidad alguna de salirnos de los embrollos con una buena evasiva. Una disculpa. Un escape. Pero no siempre podemos zafarnos por completo. A veces tenemos que poner la cara y asumir. Si no he publicado nada es porque por alguna razón caí en un bajón creativo. Lo que los gringos llaman un Writers Block, eso, un bloqueo. ¿La razón? No tengo idea. Pero lo que si se es que los fatídicos eventos de los últimos días me han tenido pensando mucho sobre lo frágiles que somos. El poco control que - aunque no queramos – tenemos de nuestras vidas. No somos eternos.

No entraré en detalles pero hace pocos días falleció trágicamente una persona muy conocida y querida por muchos, una celebridad. Era apenas dos años mayor que yo. Un niño. El asunto es que como en la mayoría de los casos, al morir siempre aparece lo mejor de las personas. Nadie habla de lo malo, de lo cascarrabias ni ninguna de esas cosas, solo se reconocen las bondades del occiso. Bueno, volviendo a lo mío, muchas cosas buenas se hablaron (y se siguen hablando) de esta persona, entre ellas, el cómo vivió su vida. La disfrutó. Hizo más de lo que muchos de nosotros haremos en todas nuestras vidas. No sólo por el hecho de tener los recursos monetarios para hacerlo, sino porque en él habían verdaderas ganas de hacerlas.

No dudo que lo monetario es un dato no menor. Aún así, hay gente que gana menos que yo y parece que siempre hacen más. Entre esas cosas darse el tiempo de, por ejemplo escribir lo que piensan. Reconozco que dejé de escribir por flojera. Por ahí quedaron algunos intentos que fueron ferozmente censurados por mi editora y por mí mismo. A veces uno no tiene ninguna piedad consigo mismo. Somos despiadados. Eso, supongo, tampoco es de lo mejor. Las excusas excesivas, la flojera y la feroz y despiadada autocritica no son lo mejor. A veces, hay que hacer el esfuerzo de simplemente ser más felices con lo que tenemos.