: : Querido don Ricky

Cuando don Ricardo concesionaba el país, yo no estaba aquí. Vivía en otro lado, lejos. Me perdí el show. No lo viví, y si lo viví, no puse demasiada atención. Eran otros tiempos en todo caso. Durante su mandato, nació Wikipedia, se descubrió el gen que desencadena en el cerebro el inicio de la pubertad, nació mi hijo, falleció mí mamá.

Don Ricky, a diferencia de mi querida Michi, se las llevó peladas. No lo molesté. No lo agarré pal leseo. Me porté bien. No pescaba. Pero hoy no es así la cosa. Ahora si pongo atención, y leo. Leo mucho. Leo montones. Don Ricky, diga lo que diga, no me da confianza. No le creo. No se la compro. La Michi es maternal, usted me da mala espina. Es como esos profesores a los que uno teme y odia. Es un pesado. Un plomo, no sé si en saco.

Don Ricky es arrogante y soberbio, me tinca que es mala leche. Más de lo mismo. No creo que sea lo que necesita el país. Otro que me da mala espina es el Tatán, el hermano del negro. Con sus bracitos cortos y sonrisa falsa, sus relojes de correa naranja. Es un cara dura. Pero siendo honesto, todos estos gallos lo son. Son unos cara de raja. De servicio público saben poco. A menos que su público sea otro, en ese caso, estamos mal nosotros.

¿Saben cabros? Lo que el país necesita es gente nueva. Ciudadanos comunes y corrientes, de esos que conocen la realidad de sus vidas y la de sus vecinos. Que compran en almacenes y andan con las lucas justas. Ciudadanos independientes que andan en Transantiasco. Ellos son los que necesitan la oportunidad. Necesitamos gente que esté cansada de este zoológico patético que es la política nacional. No se quienes le dicen a don Ricky que vuelva, claramente, no fui yo.




: : Haciendo leña

Cuando más joven, junto a mi hermano compartimos una hermosa cabaña al lado de un lago. La cabaña la había construido un amigo de Huguito, el simpático Bruce, buen tipo. Él nos la arrendó, y ahí vivimos por un buen tiempo. Lo pasamos bien con mi hermano, en verdad, lo pasamos demasiado bien.

En la cabaña teníamos una caldera de esas, a leña. El buen Bruce siempre nos la traía. Ese ha sido mi mayor acercamiento a la vida fuera de la ciudad. De ahí en adelante nunca más vi pedazos grandotes de madera. Nada. Mi calefacción pasó a ser típica y aburrida. Cero romanticismos por ese lado.

Pero, ¿a raíz de que hablo de la cabaña en el lago y de su calefacción a leña? No sé, se me ocurrió. Tal vez porque quería que vieran que en verdad nunca he hecho leña de un árbol caído, ya que nunca he tenido esa necesidad. Por eso, como no lo hago, no pienso preguntar dónde se metió la Michi. Sé que anda desaparecida. La depre aún la tiene sumida en una horrenda oscuridad. Pobre Michi. De verdad que le llueve sobre mojado. ¿Cómo va a poder hacer bien su pega si no para de llover? Su conclave no sirvió para nada. Su aprobación sigue bajando, y como si fuera poco, tatán saca cuentas alegres mostrando su película, que no es propaganda, no.

Es cierto que en medio de la calamidad la Michi desapareció, pero eso es sólo porque es corta de genio. No quiere que la veamos sin arreglar. Sabe que con botas de goma en el barro la agarrarían para la chacota. La subirían al columpio. Por eso es que no se ha aparecido por las zonas devastadas por la lluvia, por el mar, por aluviones o por el reggaeton. Puede que no quiera que vean que tiene un paraguas de Hello Kitty. De más, yo tampoco querría algo así.

Uno de sus problemas es que sus asesores son un montón de pelotudos. Sus consejos son de lo peor y valen callampa. La Michi no ha hecho nada malo como para que su aprobación en las encuestas siga cayendo, por el contrario, no ha hecho nada. No sale a la calle para que no le hagan Bullying. No va para ningún lado, para que no le griten tonteras. Para que no la maltraten. Ella se cuida.

La culpa de todo la tiene Davalín y su Nati. Par de giles, dejaron la mansa. Ese parcito dejó la escoba. Antes nadie se quejaba. Todo estaba tranquilito y en paz. En Chile éramos felices. La Michi era adorada y respetada. Ahora, como si fuera poco, nos llegan hasta huracanes disfrazados. Todo mal. Tu tranquila no más mi bella Michi, no salgas a embarrarte las patitas, total, los chilenos siempre nos quejamos de todo. Somos campeones haciendo leña de cualquier pequeñez.