El temor al
cambio es algo absolutamente normal. Natural. Querámoslo o no, los cambios se
dan, nos llegan. Vienen si o si. Podemos pelear y patalear pero cuando algo va
a cambiar, cambia. Eso es una verdad absoluta. Para bien o para mal, eso ya es
otro asunto y creo que en gran parte siempre dependerá de nosotros y de nadie
más.
Los cambios
pueden ser negativos, o tremendamente positivos e inspiradores. Pueden ser para
mal, y en algunos lamentables casos incluso para peor. Cambiar o no cambiar, he
ahí el dilema.
Pero ya se acabó
el 2013 y entramos con firmeza en este nuevo año lleno de oportunidades. De
primicias. De reencuentros. Posibles romances, accensos, viajes, regalos,
festejos y festividades. De kilos de más o de menos. De largas tertulias o
acostadas temprano. De madrugadas y de trasnoches.
La verdad es que
el año que recién nos deja me tenía cansado. Asqueado. Desilusionado. Herido.
Por eso y por un montón de razones más miro a este nuevo folio con optimismo
(el mismo optimismo con que miré el 2013 pero me embarqué medio a medio), pero
renovado. Creo que cuando uno topa fondo lo único que le queda es impulsarse
para volver a la superficie. Aún queda oxígeno en mis pulmones y fuerzas como
para querer intentarlo nuevamente. Una y otra vez hay que tirar para arriba
como si no hubiera mañana. Cada día debe ser vivido con la intensidad del
último. Uno nunca sabe lo que pasará mañana.
De verdad espero
que los cambios que se vienen sean para mejor. Que sean positivos. Quiero ser
optimista, incluso quiero ser ingenuo una vez más. Creer que de verdad las
cosas cambiarán y que en verdad veré más y mejores situaciones. Que habrá
milagros. Que los días serán más alegres. Que no faltará el trabajo y que habrá
mucha salud. No sólo para mí, sino para todos quienes forman parte de mi
entorno, de mi vida, de mi mundo.
Hoy declaro que
no le temo al cambio, que en verdad nunca le he temido. Lo odio, eso es otro
problema. No me gusta el cambio, así como no me gustan las sorpresas, sin
embargo, no le temo. Miro a los cambios de frente y con los puños apretados.
Los miro como algo necesario. Los acepto. No siempre los entiendo, pero los
acepto. Haré mi mejor esfuerzo y ya. Bienvenido 2014, y por favor no me desilusiones.
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