: : Yoga para calmar el bolsillo


El alcoholismo es una terrible enfermedad. Ser trabajólico también. No es normal que las personas dejen su vida en sus escritorios. Mi señora dice que yo lo soy, "pero no es por gusto" le digo, es por obligación. Los tiempos modernos no han sido diseñados para el descanso. Las cuentas se acumulan y hay que pagarlas. La modernidad tiene un precio. Uno alto, y lo peor es que no hay reembolsos.

En mi viaje diario en bus, tren y bus a mi oficina pienso y pienso en cómo poner fin a este ciclo de trabajolismo que me sofoca. No se ve fácil la cosa. No es sencillo un escape y sin dinero en la bolsa no es fácil dibujar una salida.

Estamos entrenados para vivir de una manera que es suicida. A desgastarnos hasta más no poder para finalmente dejar nuestro último aliento, o dinero en una funeraria.

Mi jefe se preocupa de mí, y para que este bien me regala yoga, una maravilla. Claro que sin ser malagradecido, lo primero que se me viene a la cabeza es otra cosa y le digo que "preferiría un aumento de sueldo".

De loco que soy se me ocurre la idea de que si ganara más, la cosa tal vez sería más relajada, armoniosa, despejada, pero rápidamente recuerdo que el ultimo aumento solo me trajo más horas de trabajo, mayores responsabilidades, menos tiempo para la familia y para mí. El último aumento me trajo más deudas y menos horas de sueño.

Entonces voy y cambio mi discurso. "Gracias por el yoga jefe" digo entonces, claro que antes de que la dicha me inunde, me entero de que ese tiempo lo tendré que reponer. Horror, al final el yoga sale de mi bolsillo. En este mundo moderno uno nunca gana.