:: Soy el cautivo
He visto a muchas mujeres desnudarse delante de mí,
pero tú, efigie pura de madre y compañera
zanjas por completo mi sensatez
entregándola para ser arrasada por la noche.
Subo a tu encuentro cual lactante que busca el pecho
en medio de la penumbra de la tibia morada.
No soy más que el cautivo amigo que de ti espera el pan
y que por ti entrega el alma.
: : Esperando la mañana
Me bajé de la
nube en una calle vacía
Los fanales encendían
el silencio
Mientras a lo
lejos las voces alegres desgarraban el alma
Desde el suelo es
fácil dar una ojeada al oriente
Mientras que
arriba la memoria cruel borra todo
La oscuridad trae
las sombras y el miedo
Pero la esperanza
no muere al irse la luz
Solo duerme en
espera de la mañana
: : Ahora fumo
Hace ocho años
que conscientemente dejé de fumar. Sin embargo, hace dos meses volví a
retomar el vicio. Si, ahora fumo. Pero no tomo café. Eso lo dejé para siempre,
o al menos por ahora y un tiempo más. Quien sabe, eso de las cosas para siempre
es mucho compromiso. Como cuando dejé el cigarro hace ocho años, pensé que
sería para siempre pero me equivoqué.
Ahora fumo pero
no tomo café. Fumo cuando estoy nervioso, aburrido o alegre. Fumo por la mañana
y por la tarde. En la noche también fumo. Fumo cuando hace frio y cuando hace
calor. La cosa es que ahora fumo, ya quedó claro ese punto.
Las razones por
las que volví a fumar existen. Para algunos podrán ser débiles, en algunos
casos parecerán banales, sin embargo para mi son poderosas. Lo suficientemente
fuertes como para que, luego de ocho años, terminara con mi prolongada abstinencia.
No sabría decir si esta ruptura o quiebre sea para siempre, como ya dije,
ese absoluto me complica.
Ahora fumo porque
tengo rabia. Tengo mucha rabia. También tengo pena. Fumo porque ando con rabia
y pena. Fumo porque de alguna manera tengo que botar humo, el que me consume
por dentro. Así es, ya que la rabia y la pena me llenan de vapor que como una
caldera quiere explotar. Fumo para no explotar y para que el humo salga de la
manera más suave posible.
La pregunta no es
entonces por qué fumo, sino por qué tengo tanta rabia y tanta pena.
Prefiero no decir nada. Soy dueño de mi silencio. Opto por callar y dejar todo
en un simple, ahora fumo.
: : Como nuevo
La verdad es que
hace mucho rato que no escribo. Mentira, en general escribo todos los días por
una u otra razón, debo ser más preciso. Hace mucho rato que no escribo ni
publico nada en mi Blog. Eso está mejor. Se apega por completo a la realidad y
no hay nada falso en esta afirmación.
Así es el
lenguaje, a veces si no somos claros dejamos la embarrada. Malos entendidos y otras
malas yerbas. Una palabra o frase mal hilvanada puede ser nefasta. Por eso es
que uno, que se las da de escritor, debe ser doblemente cuidadoso. Precavido. Avizor.
No tengo claro de
que quiero escribir, solo se que quiero hacerlo. Hay algo dentro de mí que debe
salir. Que se siente apretado, ahogado. No se si quiera hablar de política, religión
o futbol. Esos temas son siempre complicados. Tal vez quiera tomar la vereda
más iluminada para así no correr riesgos innecesarios. No pisar callos ni herir
a nadie. Irme a la segura y hablar de cosas triviales. Podría contarles por
ejemplo que hoy la mañana ha estado muy fría. Afuera el día se ve triste. El
sol no brilla, o mejor dicho, brilla por su ausencia.
Desde que regresé
a Chile mis días han pasado raudos, veloces y casi sin respiro. Tanto así que
no me había dado el tiempo de visitar a mi padre en su nuevo lugar de reposo.
Ayer fui. Fue raro encontrarme nuevamente con el. Con su lápida. Le hable. Le
conté cosas que han pasado. Le dije como me sentía. Una brisa agradable rozo mi
cara. Me hizo bien. Era necesario.
Sucede que desde
que llegue había pasado cerca de su tumba muchas veces pero ayer, me agarró un
taco de esos en que uno no avanza. Trancado en el mismo lugar. Mire al lado y ahí
estaba. No lo pensé dos veces y tomé la caletera y me salí a visitar al mijo.
Fue bueno. Me sentí bien. Me sentí mejor.
A veces es bueno parar
la maquina. Respirar profundo y meditar. Pararse a un lado del camino mientras
el taco se va disolviendo solito. Después, cuando uno retoma la carretera la
cosa es diferente. Ya no hay taco. Se acabó la demora. Uno puede desplazarse de
mejor manera. En forma más expedita. Así como se despeja la carretera, también
se despeja la mente. Eso es siempre positivo.
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