: : Mundo de locos

Esta mañana me desperté a la misma hora de siempre. Cuando sonó el despertador yo ya llevaba buen rato despierto. El reloj biológico que no perdona. El fin de semana no me dio tiempo a descansar. Fue entretenido y distinto a otros. Una fiesta por aquí, un asadito por allá y el sueño del pibe que al final no quedó en nada. Una maravilla. Claro que no todo fue cama de rosas. El auto murió. Dejó de existir. No dio para más. Mi señora lo estacionó y por todos lados del motor botaba un líquido que no se podía decir con claridad de donde salía, ya que en verdad parece que salía de todos lados y sonaba como cuando se fríen chicharrones. Que dolor.

Ahora veremos que se hace para remplazarlo. No podemos estar sin auto en Miami. Esta es la ciudad menos amigable para los peatones. El sistema completo fue diseñado para hacerte sentir miserable sin auto. Ya veremos que se hace. Les aviso desde ya que se aceptan donaciones.

Salí de mi casa al bus como todas la mañana más temprano que de costumbre. No había bus en el paradero. Como si fuera una película de Polanski apareció un camión basurero que se estacionó al lado del paradero. Dos hombres desocuparon los recipientes que estaban llenos. Basura por todos lados. Una belleza para lunes en la mañana. La fragancia era intensa. La cosa es que al final llegué tarde a la oficina y ya no quedaba café en el lobby. Perfecto. Todo bien. La mañana comenzaba amenazante. Es increíble como uno se va sugestionando a partir de pequeñas cositas que en circunstancias normales uno no tomaría en cuenta. Así es la vida.

Cada día que pasa me doy cuenta de mejor manera lo loco que esta el mundo en que vivimos. A pesar de que uno trata de poner paños fríos a todo lo que ve por ahí o por allá es imposible. Como puede ser posible que durante dieciocho años hayan tenido a una jovencita viviendo en un cuartucho, escondida del mundo, dando a luz a dos pequeñitas. Increíble. La policía fue a la casa del pastelito por las quejas de los vecinos y no notaron nada extraño. Nunca pasaron de la puerta. Me acuerdo que cuando apareció el loco de Austria que tuvo a su hija encerrada en un bunker dando a luz a sus hijos/nietos pensé que era increíble. Después de eso pensé que era lo peor. Pero siempre aparece algo que me sorprende aún más. Ahora me entero de que Jacko fue asesinado. Involuntariamente, pero asesinado al fin y al cabo. Horror. Y aún no lo han enterrado. Pobrecito. La familia que le tocó no era de lo mejorcito.

Vivimos en un mundo de locos. Créanme lo que les digo. Si uno analiza las cosas que pasan por todos lados se queda helado. La realidad sobrepasando con creces a la ficción. El entorno no ayuda para nada. Todo influye a que uno ande estresado. Ansioso. Inseguro. Los jefes abusan de eso. Creen que se logra más productividad manteniendo a todos asustados. Triste. Es lo mismo que hacen los gobiernos con eso de la seguridad. Nos mantienen al borde del colapso. Esa es la idea. Todo está diseñado para que vivamos en la cornisa. Deben creer por ahí que somos como las palomas.

Lo que es yo, en general trato de mantener una actitud positiva ante todo. Creo en el karma. Uno recibe lo que da. Creo que el que hace las cosas bien al final recibe bien. Por ahí decía mi madre que a nadie le falta Dios. A mí nunca me ha faltado. No me puedo quejar. Puede que no sea su regalón pero eso da lo mismo. Volviendo a lo del trabajo. Creo que si quiero llegar a la hora a la oficina, deberé acampar al lado de la puerta del ascensor. Mi señora me entenderá.

: : El viernes nuestro de cada semana

Me pueden decir lo que quieran, sin embargo para mi no hay mejor día que el viernes. Un día mágico. Especial. Duro pero entretenido. Si, ya que al final de las ocho horas de trabajo el fin de semana se inaugura oficialmente.

Por más que uno necesite el dinero, no hay nada peor que trabajar un sábado o un domingo. Un martirio. Especialmente cuando el día esta hermoso. Con un sol resplandeciente. La bahía se ilumina. Una delicia y uno aquí encerrado. Todo el mundo está haciendo algo más entretenido que uno. Hasta descansar tirado en la cama es más entretenido que estar en la oficina un fin de semana. A veces sólo con eso basta.

No vayan a creer que no me gusta lo que hago. Me encanta mi trabajo. Pero estoy convencido de que podría ser mejor. Siempre puede ser mejor. Pero no me quejo. Al menos tengo algo. Lo que pasa es que uno nunca debería estar conforme con las cosas. Siempre hay que querer más. Un poco de ambición siempre está bien. Hay que querer más. Tener hambre de más decía un amigo.

El viernes es especial por muchas razones. Se puede sentir el optimismo en el ambiente. Todos lo sienten. La gente sonríe con mayor facilidad. El fin de semana esta a las puertas. Se le puede ver venir. Pero como cualquier viernes que se precie de ser, lo más probable es que no sea fácil. Nunca lo son. Es su karma. Es el día en que por lo general todo llega a última hora y a toda costa debe salir el mismo día. Es el día en que todos están apurados por irse al happy hour. Es el día en que algo importante desparece misteriosamente y no es culpa de nadie. Es un día estresante pero lleno de vida.

Todos los días producen una sensación especial en las personas. En el elevador nunca falta la persona que dice “hoy me siento como lunes” o “martes”. El miércoles es un día neutro. Hay quienes lo toman mal y otros lo toman bien. A mí no me molestan para nada. Habitualmente los tomo bien. Es un día que pasa suave como un buen licor. Los jueves son pesados, especialmente si uno lo corona con una reunión con sabor a nada y llega el viernes. Sorprendente. Especial. Místico y desordenado. Los sábados son insípidos como una pechuga de pollo. Los domingos son aburridos.

Como todos los viernes salimos un grupo a almorzar. Como siempre fue genial. Lo pasamos bien. De eso se tratan los viernes, de ser feliz. De esta manera es como se pasan las semanas y los días se van perdiendo en el recuerdo. Se evaporan. Desaparecen. Por eso es que el tiempo debe ser aprovechado ya que pasa rápido y no vuelve. Soy un enamorado de los viernes, del internet y de un montón de cosas más. Soy un romántico viajero. Rebelde y revoltoso, y no lo cambiaría por nada. He dicho.

: : No todo es estéreo

Internet, internet. Mi amado tormento. No sé qué sería de nosotros sin el internet. Esta vitrina virtual donde podemos opinar libremente. El único problema son los servicios secretos. Se enteran de todo lo que hacemos y en que pensamos a cada momento del día. Pero es un simple detalle sin importancia. La cantidad de información que nos llega a diario es una maravilla. Noticias, rarezas, información, entretención. Mucha entretención. Que Chávez se lo pasa armando peleas en el continente. Que las relaciones entre Chile, Perú y Bolivia están en las cuerdas. Que Zelaya se lo pasa haciendo asados en la frontera con su gorro de vaquero. Que se muere y que no se muere Fidel. Que Juanes no sale de su casa por temor a los locos. Primero se nos fueron Michael y Farrah y ahora Ted Kennedy. Demasiada información dando vueltas por todos lados. Cien años atrás la cosa era diferente. Las noticias se demoraban un montón en cruzar de un lado a otro. La comunicación era escasa. Ahora, todo es como los microondas. Apretamos un botón y ya. Al minuto todo está calentito. Listo para comer. Una delicia.

Me reconozco un enamorado del internet y estoy seguro que no formo parte de la minoría. Este fenómeno nos ha hecho replantearnos muchas cosas. Se abrieron ventanas de oportunidades maravillosas. Algo asombroso. Si no tuviera este medio posiblemente estaría condenado a guardarme mis opiniones sin derecho a nada. Así es, ya que vivo en una ciudad que no presenta demasiadas alternativas de opinión. Es una ciudad mono. No por lo de las bananas, sino por lo de las ideas. Aquí hay una sola forma de pensar aceptada y nada más. Es cosa de ver los noticieros o leer el periódico que tenemos. No hay mucha carne para sacar a este hueso.

La empresa en la que trabajo también es mono. No hay forma de retroalimentación. Da lo mismo que todos se den cuenta que el barco se va hacia las rocas. No importa que todos griten. Da igual. Las opiniones divergentes no son oídas. Se nos cita para reuniones a informarnos de cosas sin sentido. Ofrecen la palabra y cuando alguien va a hablar, dan la reunión por finalizada. Que ciudad ésta. Que oficina la mía. Todo en mono, nada en estéreo.

Pero eso fue ayer. Hoy es hoy. Otra reunión ha sido programada pero esta vez están invitados todos los que participan en las distintas etapas del colosal proyecto que nos quita el sueño y que me tiene llegando a casa cuando mis hijos están durmiendo. Por supuesto que no se nos dará la alegre noticia de que descubrieron la razón del problema y que será derivada a la oficina en Siberia. No porque no tengamos oficina en Siberia, sino porque es tan obvio que no lo podrán ver. El sueño de que dejemos de tener un sistema mono no es más que eso, un sueño.

Como si fuera poco, como entraron nuevamente los niños a clases el tráfico se ha puesto insoportable. Ahora me toca salir media hora antes de la casa y aun así estoy llegando al filo de la hora a la oficina. Horror. Sucede que antes por lo menos se sabía a qué hora salían los buses desde el paradero. Ya no. Eso se acabo. Uno llega a la esquina y no hay bus. Terrible. Pero qué se le va a hacer. Hay que seguir adelante no más ya que no nos pagan por llorar. Lo importante es que ya estoy aquí. Listo para la reunión. Preparado para cualquier cosa. Eso creo. Espero no equivocarme, miren que en ocasiones anteriores me he equivocado y reconozco que no es nada agradable. Por suerte tenemos el internet. No sé qué sería de nosotros sin él.

: : De ayer y de hoy

Primero es lo primero. Discúlpenme por no haber escrito nada ayer. No fue por falta de cariño sino que por falta de tiempo. Me imagino que más de alguien habrá pensado que ya no escribiría más. Que mi inspiración se había acabado. Puede que hasta se hayan alegrado. Pero no. Lamento comunicarles que simplemente no tuve tiempo. Que día el de ayer. Memorable. Una delicia. Doce horas sin parar. Como salí tarde de la oficina, me tocó esperar el bus más de una hora. Después de las siete de la tarde el sistema de transporte público es vergonzoso. En verdad siempre es una vergüenza, lo que sucede es que después de las siete es peor, y créanme que no es una exageración.

Como decía, salí tarde de la oficina y en todo el día no tuve tiempo para nada. Apenas almorcé, y eso que ese tiempo es sagrado. Pusimos un cartel pegado en la puerta que decía "no molestar", de más está decir que como de costumbre causó el efecto contrario. Suele suceder así con los letreros. Nadie los respeta.

El proyecto que me asignaron era en sí complicado, y para mejor pusieron a su cargo a la persona menos apta para él. Continuamente ocurre así por estos lados. Pareciera ser que para surgir en la vida sólo basta con una mala actitud y poco sentido común, eso, más la cercanía con los jefes es insuperable. Esa es la receta perfecta. La persona de la que les hablo tiene pocos amigos en la oficina y muchos sobrenombres. Todos le hemos puesto al menos uno. Algunos simpáticos, otros menos. Hay quienes dicen que cuando sale de cualquier habitación deja un hedor a azufre, pero no creo que sea así, es sólo su horroroso perfume barato. Lo importante es que a pesar de esta persona el proyecto se terminó y se logró entregar. Un final feliz.

Pero eso ya pasó y estamos a martes. Es difícil no mirar con ojo crítico todo lo que sucede a nuestro alrededor. Siempre quedo con la idea de que todo está patas para arriba y que a pesar de que todos se dan cuenta, nadie hace nada. Sin ir más lejos, hoy en las noticias se hablaba de los aumentos de sueldos a algunos empleados cercanos al alcalde. Una vergüenza. Según su secretaria se debe a que todos están sobrecalificados para sus cargos y deben ganar más. Ojalá que alguien le explicara eso a mi jefe. Tal vez molestaría menos. De vez en cuando es agradable recibir un reconocimiento. No una de esas plaquitas de "empleado del mes" sino un aumento. Soñar no cuesta nada. Claro que volviendo al tema del alcalde. Subir los sueldos a sólo un grupito cercano a él cuando por todos lados se están haciendo recortes a los presupuestos y aumentando los impuestos no me suena para nada bien. Como les decía, las cosas están al revés.

Esta mañana llegué al paradero y el bus no estaba. Me tocó esperar un buen rato. Como les mencioné antes el sistema de transporte público es una vergüenza, así que no lo haré de nuevo. No hay para qué. Este es el mundo en que nos ha tocado vivir. Un lugar donde todo está patas para arriba. Donde uno trabaja y trabaja para nunca terminar de pagar. Ya pronto, tampoco respirar será gratis. Miento. Cuando llego a la oficina la administración del edificio pone una cafetera. Fui el último en tomar café esta mañana. Quedaba un solo vaso. Hoy llegué tarde.

: : La radio por la mañana

Esta mañana el viaje en el tren fue raro. Venía muy poca gente. Ya en el downtown fue peor, menos gente. Me sentí raro. Todos de vacaciones menos yo. El lunes regresan los niños a clases. De más que muchos aprovecharon este último fin de semana con sus retoños. Yo debería haber hecho lo mismo, pero por alguna extraña razón no se me pasó por la cabeza. Nada. Cero ideas recreativas. Tengo como dos semanas acumuladas de vacaciones pero no hay dinero. Las vacaciones pueden esperar.

Ya en la oficina me puse a escuchar la radio. El show de Kevin y Bean. Muy simpáticos ellos. Me alegran la mañana. Ayudan a que pase de manera más placentera. Me pongo los fonos y ya. Me informo y entretengo al tiempo en que escribo mis cuentos en el computador. Una de las maravillas del internet. El día que mi computador me prepare café y tostadas será todo perfecto. Trabajar será un placer aún mayor.

Hoy en la radio entrevistaron a un siquiatra inglés. Director de una clínica de rehabilitación. Un tipo muy aburrido. Tenía un tono de voz desagradable y el acento completaba el martirio. Sin embargo la entrevista fue muy buena. El tema estuvo interesante y bien enfocado. Hablaron sobre World of Warcraft, uno de los juegos de rol más adictivos que tenemos en el internet. Por ahí dijeron que era más adictivo que el crac. Puede que esa haya sido una exageración para poner más dramatismo al tema. Pero es verdad. Hay juegos online que son malos. Adictivos. Juegos que hacen que los jugadores pierdan el balance y control en sus vidas. El problema es serio. Hay quienes dejan hasta de comer por jugar. Terrible. El proceso adictivo se produce en la mayoría de los casos delante de las miradas vacías de los padres. Si, ya que según decía el aburrido entrevistado, la gran mayoría de estos nuevos adictos son menores de edad. Una lástima.

Es difícil entender a los adictos a algo a menos que uno sea un adicto rehabilitado. No es fácil. Las adicciones son cosa seria. No dejan que las personas funcionen. Las aíslan en un vacío tortuoso. En todo caso, muchas personas que son arrastradas por una adicción ya vivían en un vacío y eso mismo los llevó a lo otro. Un círculo vicioso. Un cuento de nunca acabar. El tema de la entrevista estaba entretenido y todo iba bien, hasta que uno de los entrevistadores comenzó a imitar el acento del entrevistado y parece que eso no le cayó muy bien y finalmente cortó. Llegaron los comerciales.

Dejándose de cosas puede ser que la radio sea adictiva. Sin embargo, muchos programas radiales son malísimos. Chabacanos. Burdos. Espejos de una sociedad que se aleja de las buenas costumbres a pasos agigantados. La televisión anda por ahí no más. La cosa es hacer dinero. Hay quienes hacen mucho dinero alimentando a las masas con vulgaridad y locuras. Después me da risa cuando en las noticias entregan las cifras de alumnos que desertan de las escuelas. La educación es algo que va de mal en peor.

Ahora el show de la radio empezó a hablar de las películas que se estrenan este fin de semana. Hace tiempo que no voy al cine. Con esto de los DVD y On Demand ya no me llama mucho la atención. Más de lo mismo. Se nos viene una de Tarantino. Un maestro. Quien no pudo resistir más y sucumbió a la necesidad de hacer una película bélica con Brad Pitt. Ya Tom Cruise había hecho una muy mala. Es oficial. Las películas sobre la Segunda Guerra Mundial están de vuelta. El romanticismo de las guerras de antaño. Mucho más entretenidas que las de ahora. Había que ser más creativo para ganarlas. Claro que al final todo no es más que propaganda. Adoctrinamiento subliminal. Para eso están las películas. Al menos en este país es así. Por eso es que en esta ciudad no es fácil ir a ver películas de Cine Arte. En Nueva York sí. El problema de allá son los inviernos. Creo que fue por eso que me fui de allá. No, la verdad es que me fui por dinero. El dinero fue más fuerte que el frio del invierno.

Ahora el tema es Michael Jackson. No puedo más. Sus hermanos van a hacer un reality. No fue suficiente con los Osbourne o Gene Simmons. Lo más probable es que no lo vea. Sin embargo la sola idea ya me complica. Claro que ahora la cosa sí que se pone fea. Primero Juanes. Ahora Arjona anuncia que también cantará en Cuba. Espanto. Mi calurosa y sufrida ciudad colapsará. De ídolo pasará a persona non grata. Me pregunto si podrá dormir. Eso es lo bueno de escuchar radio. Uno se entera de todo. Lamentablemente el show de Kevin y Bean terminó. Debe estar cerca la hora de almuerzo.

: : La rama chiflada

Una rama cayó sobre un cable de electricidad y doscientas cuarenta y una familias amanecieron sin luz. Terrible. Por supuesto que mi familia fue una de ellas. Todo en la casa es eléctrico así que no hubo café. No hubo tostadas. La ducha estaba fría. El aire acondicionado no funcionaba. Horror. Qué manera de comenzar el día. La compañía de electricidad me llamó para informarme que no saben cuándo será solucionado el problema. Típico. Ellos siempre hacen lo que quieren. Sólo nos queda esperar.

Me pregunto a quién le corresponderá el control de las ramas de la ciudad. No es posible que una rama anarquista ande suelta. A la hoguera con ella. Conviértanla en mueble o en algo útil para la sociedad. Que se han imaginado estas ramas revolucionarias. Venir a dejar a tantas familias sin luz. Increíble. Que desfachatez. Que falta de respeto. Pago religiosamente mis impuestos, reciclo y no boto basura en la calle. Me considero un ciudadano modelo. El acto perturbado de esta rama no tiene perdón.

Increíble lo que una sola rama desquiciada puede conseguir. Algo así como la manzana podrida del barril que termina por descomponer a todas las otras. El efecto dominó. Espero que no le den mucha cobertura en las noticias locales a esta rama loca. Con eso sólo se logra estimular a otras ramas desequilibradas para imitar el errático y antisocial comportamiento.

Al final, la culpa de todo es siempre de los medios de comunicación. Del cuarto poder. De algunos periodistas que sirven a las ocultas agendas de grupos de poder. Eso es lo que pasa. Así es como son las cosas. Solamente se necesita una rama desadaptada y de la cobertura mediática adecuada para que otras ramas anarquistas salgan de sus guaridas a derribar cables eléctricos como locas.

Increíble lo eterno que es el viaje desde la casa al trabajo sin una tacita de café con leche dentro. Terrible. Una tortura. La rama chiflada debe pagar por su canallesco acto. Quiero pararme frente a ella y decirle todo lo que se me venga a la cabeza. Insultarla por su acto desmedido y descontrolado. Quisiera desquitarme metiéndola en una de esas máquinas que las hacen astillas. Lentamente. Pero no. La verdad es que si me ponen delante de la rama en cuestión probablemente sentiré pena por ella. Dudo que esté feliz lejos de su árbol. Pagará por su acto sin necesidad de que yo mueva un dedo. Estar lejos de su árbol le pasará la cuenta. La pobre rama morirá lentamente.

De todas maneras pienso que alguien debería poner más atención a estas ramas que se caen de sus árboles. Las hay por todas partes. Esperando el momento preciso para caer. No deberían las ramas estar cerca de los cables eléctricos. No deberían existir los monopolios energéticos. Tantas cosas que deberían cambiar se me vienen a la cabeza en estos momentos. Debe ser porque no me tomé mi café con tostadas en la mañana. Debe ser porque hoy es jueves. Los jueves son como los lunes o los martes. Los miércoles son distintos no sé porque. Hay algo en los miércoles que los hace especial. El mejor día es el viernes. Mañana es viernes. Que pague la rama loca por su acto criminal. Quiero café con leche. Increíble cómo me tiene esa rama demente, al borde de un colapso. Pero finalmente la mañana me sonríe. Una preocupación menos. Me acaban de avisar que en mi casa ya volvió la luz.

: : La camisa rayada

Ayer no había mucho que hacer en la oficina así que a las cinco y media en punto dije adiós y salí raudo hacia la estación de tren. El calor y la humedad del verano son brutales. Uno sale de la agradable atmosfera frescamente acondicionada para chocar de frente con un muro sofocante. Iba cruzando la calle a mas o menos una cuadra de la estación y escuché la sirena de una ambulancia que se estacionaba frente a la estación. Nada fuera de lo común. Habitualmente las ambulancias son ruidosas.

Cuando llegué a la estación vi la ambulancia estacionada y a tres paramédicos empujando una camilla por la escalera mecánica. Una llevaba un maletín grandote. Debe haber sido la que mandaba. Nadie se interesaba en la situación. Generalmente nadie se preocupa de lo que sucede al lado de ellos así que los mirones son pocos. He notado que en general nos vamos poniendo insensibles ante la desgracia y el dolor ajenos. Detrás de los paramédicos iba una tipo que gritaba en otro idioma que nadie entendía. Podría haber sido del medio oriente o de sus cercanías. Chillaba y manoteaba como loco. Llevaba puesta una camisa rayada como de seda en tonos café oscuro y oro. Fea la camisa, realmente fea.

Cuando los paramédicos llegaron al lobby de la estación iban muy agitados, por el calor, la humedad y la presión del momento. Nadie se inmutaba a su alrededor. Ni una persona se acercó a abrirles la puerta. Yo venía subiendo las escaleras detrás de ellos. Observando de lejos. Impresionado por lo feo de la camisa del hombre que gritaba y al que nadie parecía tomar en cuenta. Un loco más cerca de la estación. Nada fuera de lo común. Los paramédicos empezaron a preguntar dónde estaba el accidentado. Nadie sabía nada. Se acercaron a los guardias de la estación que acosaban como de costumbre a una dama con poca ropa. Ellos no tenían idea de lo que se les preguntaban. Típico en todo caso. Luego preguntaron a la señora del quiosco, pero ella preocupada de su clientela nunca pone atención a nada de lo que pasa por ahí. Uno de los paramédicos se dio vuelta y me miró, pero por mi gesto se dio cuenta rápidamente que yo tampoco les sería de ayuda. Entonces, la mujer del trío que cargaba el maletín miró al hombre de la camisa fea. Le pregunto si hablaba inglés. El hombre no respondió. Luego volvió a hacer gestos para que lo siguieran. La mujer le seguía haciendo preguntas. A esa altura era obvio que el único que sabía algo de algún necesitado de servicios médicos era el hombre de la camisa rayada, sin embargo los paramédicos no se movían. Se empezaron a quejar del porqué el hombre no hablaba inglés. Se quejaban en español.

No sé que habrá pasado entonces. Ya que entre al andén y subí por la segunda escalera mecánica. Desde lejos seguía mirando la situación y nadie se movía del lobby. El sentido común me hace pensar que lo que el hombre de la antiestética camisa queria que lo siguieran. Me sorprende que después de todos los gestos que hacía nadie se diera cuenta de que quería decir algo. Increíble. En todo el espectáculo se deben haber perdido con facilidad unos diez minutos. Una eternidad para la persona que esperaba por atención. Creo que el problema no fue el idioma sino la camisa.

: : Con sabor a martes

El aire acondicionado de mi casa parece que quiere decir adiós. Anoche molestó demasiado. Mi señora lo apagaba y lo prendía a ver si se le pasaba la tontera, pero nada. Habrá que llamar a un técnico. La cosa es que dormimos poco. Amanecimos con la carga de energía solo media. Horror de horrores. Los martes generalmente tienen por lo menos ocho horas de trabajo. Quien lo diría. Tendré que ver como hago que las fuerzas me duren hasta la hora de salida.

Hay dos cosas que disfruto mucho. Leer periódicos de todos lados y escuchar radio. Me gusta estar escuchando música a toda hora, y en las mañanas disfruto escuchando programas donde conversan de todo y de todos. Me rio mucho. Cuando me bajé del bus en la estación del tren, había un gordito regalando periódicos a manera de promoción. Muy simpático él. Considerando que el precio se veía razonable acepté uno y me subí al tren a leer. No fue fácil, recuerden que dormí poco y el sueño no perdona. Antes de que se me olvide, les contaré que ya abrieron mi calle y todo volvió a la normalidad.

En las páginas interiores del matutino obsequiado venía un artículo que hablaba de esta niña que conozco. Un angelito que disfruta disparando a manadas de lobos desde un helicóptero. No me refiero a la banda que interpreta “La Bamba”, sino que a lobos de verdad. Genial. Nada como un poco de sana entretención. Dicen por ahí que desde su casa se puede ver Rusia con claridad. Increíble. La niña en cuestión tenía un trabajo asegurado por lo menos por un año y medio más, pero siguió el consejo de no sé quién y renunció antes de tiempo. El artículo indicaba que en una encuesta, sus amigos más cercanos habían dicho que fue mala idea. Quien lo diría. Tan inteligente que se veía ella. Pero todos cometemos errores. Si alguien hiciera alguna encuesta sobre algunas decisiones que yo he tomado, posiblemente también me dirían lo mismo. A veces es un buen consejo pensar las cosas un poco con un poco más de calma.

Ya en la oficina, sintonicé en mi computador una emisora de Los Ángeles, California. Hoy en el show de la mañana entrevistaron a Tarantino. Un maestro. Un tipo brillante. Debe ser genial tomarse unas cervecitas con este director. El tráfico en la ciudad de las estrellas es terrible, especialmente hoy ya que desde una construcción al lado del freeway habían volado unos tablones. Tremendo susto debe haber sido ese. Claro que con o sin tablones el tráfico es un tremendo problema por esos lados.

En la página web de CNN hablaban del caso del tipo que se paseó por una protesta en contra de Obama cargando un rifle de asalto. Los policías no le hicieron nada ya que ninguna ley se había roto. Increíble. Vivimos en constante terror de ataques terroristas y se puede caminar cerca del presidente con un rifle al hombro y está bien. En que irán a pensar ahora. Voy a cambiar mi Cherokee por un tanque Leopard. Por si acaso me cae un tablón en la carretera. Más vale prevenir que lamentar.

Me acaban de avisar que ya llegó un amigo para ver qué le pasa al aire acondicionado. Excelente, posiblemente esta noche podamos dormir mejor. Ya terminé el escrito de hoy, ahora sólo me queda ver como hago para dormir una siesta sin que nadie se de cuenta.

: : Nunca es suficiente

Por eso es que no tengo plata ahorrada. Me la gasto toda en cuanto llega. Por ejemplo, el mes de julio gane setenta y cinco centavos con esto de los anuncios de Google, y tal y como habían prometido me los depositaron directamente en mi cuenta. Una belleza. La tecnología respondiendo responsablemente. Quedé impresionado. Claro que de las utilidades ya no queda nada. Nos lo gastamos de un viaje. Con mi señora nos fuimos de juerga. Una descomunal celebración. Ahora los centavos ya no están. Se fueron. Los gastamos de manera irresponsable. Si sigo con esa política nunca lograré mi meta de ser un millonario más del internet. Debo cambiar mis hábitos de consumo.

: : Los rompe discos

Unas diez personas enardecidas por un feroz agravio salieron a una conocida calle de la ciudad. El día era soleado. Toda esa semana fue igual menos el sábado que llovió por la mañana. El clima es raro durante el verano en la zona de las bananas. Llueve, no llueve. Cosa seria. Volviendo a lo mío. Los diez furibundos protestantes, como era de esperarse protestaban. Rompían discos de vinilo a martillazo limpio. La protesta era sanguinaria. Los martillos eran de buena calidad.

Por supuesto que estos diez hiperventilados rompedores de discos detuvieron el tránsito. Dos o tres bocinazos de conductores que se adherían a su crítica pública se podían escuchar si uno ponía atención. Como era de esperarse, todos los medios de la ciudad fueron a reportear. El par de cámaras anunciaban a viva voz la descontrolada situación. El mundo entero se debía enterar. Todos deben saber que estas diez personas no estaban contentas. Sus orgullos habían sido golpeados fuertemente. Habían sido pasados a llevar. Un concierto se efectuaría sin su consentimiento. Horror. Que insolencia.

Al otro lado, varios miles se alistan para asistir al magno evento. No se han enterado de la desmedida protesta en las calles de mi ciudad. No. No saben lo que sucede por acá. Sólo saben que habrá un concierto. Buena música. Una celebración. Hace bien de vez en cuando dejar de lado los problemas y disfrutar bajo el cielo estrellado de un buen espectáculo. Celebrar. Lo demás no importa. Es lo que recetan los doctores.

Pero que digo, claro que importa. Si leen esto alguna de esas diez personas vendrán y con los mismos martillos furibundos romperán la pantalla de mi laptop. No dudo que lo que escribo les moleste, principalmente porque no pienso como ellos. No encuentro que las cosas cambien cerrando todas las entradas de aire en la casa del vecino. Dentro de esa casa vive gente, que necesita de ese aire para respirar. Por poco que sea, algo de aire les llega y con eso siguen viviendo.

Me llama la atención el poder que aún creen tener estos diez censuradores que martillo en mano detienen el tránsito. Ellos creen que todos en la ciudad piensan de la misma manera y los que no lo hacemos deberíamos pudrirnos en el infierno. Alegan y alegan como si tuviesen seguidores por todos lados. No dudo que aún los haya. Pero la mayoría ya están retirados. El resto de la población ya no les para bolas. Alegan por lo largo que ha sido el proceso de transición en la otra casa, y no se dan cuenta que ellos quieren ser dictadores en ésta. Son unos déspotas que quieren mandar en las vidas de todos los que vivimos acá. Debo reconocer que es verdad que controlan los dos canales de televisión que tenemos, pero que le vamos a hacer. Los diez amartillados rompe vinilos viven de eso. De romper vinilos en la calle. Eso es lo que los mantiene. Para eso les pagan. Mientras haya vinolos que romper, ellos pararán el transito y públicamente los destrozarán. Por supuesto que los dos canales estarán presentes, o si no se podrían quedar sin avisaje. Discúlpenme pero mi metrópoli bananera es así. Hay cosas que de a poco cambiarán. Hay que tener paciencia.

: : ¿De que crisis me habla?

¿De que crisis me habla? Preguntó Mario Bros. mientras pedía otro whisky en la barra del salón VIP. Al otro lado, sentado en un sillón de cuero rojo estaba Picachú, quien le hablaba coquetamente al oído a una despampanante rubia que debe haber medido unas diez veces más que el chiquitín amarillo. Ella se reía picarona mientras saboreaba su mojito. La pista VIP estaba llena de comandos que bailaban felices después de haber cumplido una de las etapas de su misión. Los video-juegos estaban de fiesta. Celebraban un buen año. Los ingresos de todos habían sido buenísimos. Una maravilla.

En otro lado de la sala, una consola Wii discutía con un Xbox si había sido buena la idea de traer nuevamente a Beckham al Galaxy. Las cajas no llegaban a ningún acuerdo. La fiesta seguía. Estaba que ardía. Parado a un lado de la entrada para que todos lo vieran bien estaba un joystick Atari, feliz gracias a su cirugía plástica que lo había rejuvenecido veinte años. A su lado Pac Man no paraba de reírse. Siempre supimos de sus adicciones pero nunca nadie se atrevió a encararlo. Así sucede generalmente con las celebridades.

La fiesta estaba buenísima. Todos celebraban. Se frotaban las manos llenos de orgullo. Nada como crecer en tiempos de crisis. No hay trabajo, pero jugando se pasan las penas. Que mejor manera de olvidar que la cosa está mal que idiotizado frente a una pantalla. Pero nada de películas. Eso no pasa la aflicción. No. Los video juegos si. Eso si. En la actualidad de las películas se pasa a la consola. Hermoso. La película se acaba, pero mi emoción puede mantenerse para siempre. Me puedo hacer parte de la trama. Puedo ser un superhéroe.

No tengo nada en contra de los videojuegos. Especialmente desde que vi renacer cual ave Fénix a mis viejos amores como Donkey Kong y Galaga. Pero, posiblemente porque antiguamente teníamos que comprar fichas en el Delta 5 para jugar, cuando uno perdía no le quedaba otra que conversar. Recuerdo que con mis amigos conversábamos por horas. Ahora le pregunto a mi hijo de sus amigos y no sabe que decir. No los conoce. A muchos no les conoce ni el apellido. No sabe si son hijos únicos o que hacen sus padres. En mi época conocía eso y más de mis amigos.

Como dije en alguna otra ocasión, no creo en las conspiraciones. Pero parece que todos hemos sido parte de un gran experimento de resocialización. Hemos aprendido a convivir sin mezclarnos. Se nos ha programado para que cada vez las cosas nos molesten menos. Perdimos la sensibilidad. Nos fuimos poniendo idiotas. Dejamos que los excesos de todo nos hicieran creer que todo estaba bien.

Cuando veo las noticias de matanzas y tortura de gatos veo jóvenes que dejaron de hablar. Que se alejaron de lo social y que dejaron que la violencia de los videojuegos fuera su alimento. Muchachos insensibles que no son capaces de entender que el dolor que ellos pueden llegar a sentir por algo, es el mismo que sienten los otros cuando son torturados. La vida no tiene mucho valor, ya que desde pequeños han estado matando por puntos, por más municiones o por mejores armas. En fin. El problema es que los padres de estos jóvenes en muchos casos no son distintos de ellos. Crecieron con lo mismo. Ahora simplemente han dejado que las consolas sean las niñeras. Ninguna cosa es mala por si sola. Es nuestra propia falta de interés o mal uso lo que daña todo.


A la fiesta VIP de los videojuegos no fuimos invitados. En esa magna celebración no fuimos tomados en cuenta. A ninguno nos llegará un chequecito con nuestra participación de las utilidades. No. Sin embargo todos hemos contribuido en su crecimiento. Esa industria nos pertenece. Esa industria existe gracias a que nosotros dejamos de existir.

: : Tecnología, tertulias y cosas varias

No es que tenga temor a los comentarios ni nada por el estilo. Lo que sucede es que a veces la tecnología me sobrepasa. Sin ir más lejos, nunca pude poner la hora en el reloj de la videocasetera. Aún no he podido dominar dos tercios de las funciones de mi teléfono celular. Es verdad, todavía no le he podido ganar a las ciencias aplicadas en muchas cosas. Es por eso que este blog aún no acepta comentarios de ningún tipo. Horror. Quisiera conocer la opinión de mis lectores en muchas cosas. Comenzar un diálogo distendido. Si tuviéramos un vinito sería aún mejor. Eso me trae recuerdos del Barrio Brasil. Nada como los barrios universitarios. Creatividad, alcoholismo y promiscuidad por todos lados. Una belleza. En esos lugares en particular las tertulias se dan hasta que las velas no ardan. Perfecto.

Acá no se da mucho eso. Los norteamericanos no son muy tertuliantes. Como que no se abren mucho a la conversación profunda. Para qué. Eso no sirve de nada. Mejor darle como a bombo a las trivialidades. Eso. Las minucias cotidianas que no tienen peligro alguno. Es más seguro.

Los comentarios son buenos. Me gustaría poder solucionar eso de que nadie puede comentar en este blog. Juro que no es nada personal. Si alguien sabe por favor tómese el tiempo de explicarme como solucionar mi pequeño entuerto. Creo que el debate es sano. Hace bien. Enriquece. De paso, las tertulias aúnque sean cibernéticas, son un momento de distracción. Un cable a tierra. Un desahogo.

En mi época estudiantil me acuerdo que durante un tiempo tuvimos toques de queda. Ustedes saben, esas cosas que se hacen para mantener a la ciudadanía bajo control. No se salvaba nadie. Ninguna persona podía estar en la calle después de las diez de la noche. Así que a las nueve ya todos estábamos corriendo a la reclusión. Al encierro obligado. Nació lo que conocíamos como fiestas de toque a toque. Toda la noche de juerga. Conversando, bailando, bebiendo. Un agrado. En la casa de mis amigas panaderas nos encerrábamos en una habitación de techo alto. Era una casa vieja, muy vieja. Ahí no había baile de ningún tipo. Sólo música, conversación y ocasionales apariciones fantasmales. Una delicia.

Siempre me ha gustado eso de amanecer conversando. Claro que con los años ya no se puede como quisiera. No. Sucede que con suerte llego a las doce despierto. Lo más triste es que no importa lo tarde que me acueste, siempre me despierto temprano. El reloj biológico me tiene loco. No sé como desconectar esa alarma. Mi papá siempre se despierta temprano. Hubo un tiempo en que a las ocho de la mañana me llamaba para saber si ya había leído el diario. Mi señora alegaba hasta por los codos. Pero ya se le pasó. Ahora chateamos. Hacemos los puzles a distancia. Increíble todo lo que hemos avanzado con la tecnología. Hasta donde hemos llegado. Como si fuera poco, mi viejo de vez en cuando me hace preguntas técnicas. Sin duda puede ser que conozca algunas mañas de las computadoras mejor que él. Sin embargo por más que trato no he podido hacer que los lectores de mi blog puedan hacer comentarios. Más de alguno debe pensar que lo hago de adrede. Error. No es así. No es esa mi intención. Es simplemente que a veces la tecnología me la gana.

: : La bodega del olvido

No sé qué sería de mí en esta ciudad sin aire acondicionado. Hace no mucho tiempo, el dueño de la propiedad en la que vivíamos no encontró nada mejor que venir con un alicate y nos dejó un día entero sin aire. Genial movida de ajedrecista avanzado. No le gustó cuando le dije que sabía que la casa se la había quitado el banco y me pidió gentilmente que saliera de ella. Cosas de la vida. Nos mudamos hace un mes y anoche lo vimos mostrándole la casa a un nuevo incauto. Pobre. Cuando se entere de que la casa no le pertenece al personaje radial se le va a caer el pelo. Veré como hago para ponerlo en aviso. Creo que eso es lo correcto.

Con esto de la crisis económica es cosa seria lo que está pasando y lo más triste es que no hay quien proteja a quien. Esta mañana leí que cuarenta y siete por ciento de los dueños de propiedades están pagando por sus viviendas más de lo que valen. Terrible. Algo realmente escalofriante. Una cosa atroz. ¿Qué pasó con los culpables de todo esta hecatombe? Nada se supo. No se habló más del tema. Quedó todo en el olvido.

No son pocos los temas que quedan en el olvido. Son demasiadas las cosas que se van dejando de lado sin tocar. Sin solucionar. Así como así las páginas se dan vuelta sin que las cosas se hayan mejorado. La impunidad camina por las calles de cualquier ciudad del país en total libertad. Se me olvidaba. Este es el país de la libertad. Aquí todos somos libres, especialmente los delincuentes de cuello y corbata.

El olvido se produce por despreocupación o a veces es inducido. Me consta que acá se gastan millones para colocar cosas en nuestras cabezas que nos hagan olvidar otras más importantes. Así es. Aquí nos adormecen con palabras bonitas o de vez en cuando una buena amenaza terrorista. Esas nunca fallan. El olvido inducido es de lo peor. El olvido es una tremenda bodega que no se llena nunca. Ahí se almacena de todo. Todos los días del año y a todas horas. Increíble. Es como un saco roto diría mi madre, que de paso no pasa un solo día en que no me acuerde de ella. Es bueno saber que no pasó al olvido. Pero lo de Wall Street sí. Eso se olvidó. Gracias a eso es que ahora hay un montón de vivarachos aprovechándose de las personas decentes. Arrendando casas que ya no les pertenecen y que el banco aún no se ha apropiado completamente de ellas. No hay suficiente personal para poder hacerse cargo de todas esas propiedades.

Como si fuera poco, después del tremendo embarque que nos mandamos muchos con eso de comprar casas gracias a que los bancos estaban prestando dinero sin hacer preguntas, no somos pocos lo que hemos visto nuestros créditos destruidos. Debo reconocerlo. Mi crédito no está bien. Ha sufrido unos embates tremendos. La economía me ha tratado mal. Pero volviendo a lo mío, como si fuera poco gracias al remezón en el mundo de los bienes raíces, aparecieron algunos desalmados malandrines quienes a punta de mentiras se han aprovechado de los más despistados ofreciéndoles soluciones a todos sus problemas. Nunca faltan estos personajes. Por suerte las autoridades han agarrado a un par. Dios quiera que la cosa no quede ahí no más y que los agarren a todos antes de que este vejamen también pase al olvido. Pero al mal tiempo buena cara ya que no hay mal que dure cien años. Ya debemos estar por ver la luz al final del túnel. La cosa tiene que mejorar.

Claro que tiene que mejorar. Hay que ser positivo en todo momento. Incluso cuando todo parece estar mal. Cuando la insensatez ha cerrado los oídos de ciertas personas. Cuando no se ve el horizonte por culpa de la tormenta. Aunque no lo veamos, el horizonte siempre está ahí. El arcoíris siempre nace después de la lluvia y el sol sale para todos. Son cosas que aunque a veces parecemos olvidar, de una forma u otra la vida se encarga de hacérnoslas recordar. De nada sirve llorar por la leche derramada, ya que eso es solo una pérdida de tiempo. En lugar de quedarse en el olvido es mejor luchar para que las cosas mejoren. El que busca siempre encuentra.

Pero qué horror. Cuando me senté a escribir esto tenía otra cosa en mente. Lamentablemente se me olvido lo que era. Tal vez no era importante. Puede haber sido otra trivialidad de esas que se me vienen a la cabeza. En una de esas es mejor que se me haya olvidado ya que a más de alguna persona le podría haber caído mal. No es mi intención molestar a nadie con lo que escribo. No lo hago con esa intención. Al menos no todo el tiempo. Hoy creo que no era esa mi intención. No estoy seguro, como les decía, se me olvidó sobre qué quería escribir.

: : Hace tres semanas pedí una cita

Hace tres semanas pedí una cita. Estaba todo ocupado. No había espacio para nadie. Tocaba esperar. Por suerte tres semanas pasan rápido. Más rápido de lo que uno imagina. Ayer fue la cita. La hora era a las once. Pensé ingenuamente que si entraba a las once a las doce ya estaría desocupado. Que ingenuo. No sé en qué mundo vivo a veces. Cuando llegué había mucha gente esperando. Más de lo que podría haber imaginado. Recién estaban atendiendo a los que habían sido citados a las nueve. No había nada que hacer. Mi sueño de salir a las doce se había esfumado. Había quedado en nada.

Nunca he entendido bien eso de las citas. ¿De qué sirven? No lo sé. Nunca funcionan. A uno nunca lo atienden a la hora que lo citaron. Claro que como toda regla hay excepciones. Una vez me atendieron a la hora. No había nadie esperando afuera. Llegué a la hora y me atendieron de inmediato. Uno en un millón. La burocracia es la que manda querámoslo o no. Esa es la regla. Uno podría pensar que en los Estados Unidos no es así. Error. Acá también la hay. Mucha. Especialmente en las oficinas gubernamentales. Igual que en otras partes de Latinoamérica la regla se repite. A uno lo atienden cuando y como quieren.

Las únicas veces que no tenía que esperar era cuando iba a la sicoterapia. Ahí las horas funcionaban como reloj. Esas sesiones eran entretenidas. Lo pasaba bien. Creo que las terapias ayudan mucho. Tengo un montón de conocidos que las necesitan. Que se deberían hacer ver. Sólo para salir de dudas. Como para estar seguros de que no terminarán haciéndole daño a nadie.

Conozco un caso patético. Una persona que cree que todos están mal menos ella. Increíble caso producto de una mala infancia. De esos sobran. Lo peor es que personas que tienen mala infancia se encargan de darle lo mismo a sus hijos. Triste. Hay cosas que en verdad sólo las puede solucionar un profesional. Es la única manera de poder hacer borrón y cuenta nueva. Ideal sería si estas personas aproblemadas escucharan consejos. Pero no. Sólo oyen lo que quieren escuchar. Se cierran a todo lo demás. Se sienten atacados por todo y por todos. Estoy seguro de que todos conocemos un caso así. Es triste. Es poco lo que se puede hacer por ellos si no se quieren ayudar. Si no aceptan que tienen problemas. Es parecido a lo que sucede con los alcohólicos. No empieza la mejoría hasta que no aceptan la realidad del problema. Esta persona debería pedir una cita. No cualquier cita. Una con un buen profesional.

Santo no soy y creo que nunca lo he sido. Pero debo reconocer que cuando le hice caso a mi señora de ir al sicólogo muchas cosas cambiaron. Al menos en mi casa, El mundo siguió igual. Pero en mi casa la cosa cambió. Mejoró de una manera impresionante. El principal inconveniente que teníamos era yo. El problema estaba en mí. Pedí mi cita y religiosamente fui a las terapias. No todo lo que descubrí fue agradable. Muchas cosas dolorosas había ahí dentro de mi cabecita, y por lo mismo las había reprimido. Enfrentarse con uno mismo no es fácil. Pero debo reconocer que es lo mejor. Mi matrimonio ya lleva nueve años y no lo cambiaría por nada.

Por otra parte, las terapias de grupo sí que no las entiendo para nada. Meterse ahí con un montón de gente a conversar los problemas me complica. Primero no es fácil que me suelte a hablar de mis cosas, segundo me distraigo con facilidad y mi mente empieza a dibujar en las paredes. Me voy. Me termino perdiendo y al final nunca entiendo bien de que se está hablando. Desde chiquitito he tenido ese problema. Claro que cuando logro concentrarme en algo no hay quien me saque de ahí. Excepto yo mismo. Queda claro que ese tipo de terapias no son para mí. Especialmente esas que se ven en televisión donde todos empiezan a darse de almohadazos. No me queda claro de que pueda servir eso excepto para ablandar las almohadas. Nunca pediría una cita para una de esas terapias de grupo, especialmente si hay almohadas involucradas. No hay manera. Esas terapias no son para mí. En definitiva, tampoco me gustan las citas a ciegas.

: : El viejo truco

El viejo truco utilizado por algunos grupos anarquistas a través de la historia es brillante. Nada como causar un buen desorden para que los otros queden mal. Eso. Un tremendo zafarrancho y así nadie se da cuenta de cómo son las cosas. En el caos y en el desorden solo ganan los desordenados. Lo tuyo es malo y san se acabo. No quiero escuchar tus argumentos y tampoco quiero que nadie los escuche. Están equivocados y eso es todo. Yo tengo la razón y ustedes no. ¡Aaaaaaahhhh! Yo grito más fuerte. No oigo, no oigo soy de palo. Así es. De palo eres. En eso estamos de acuerdo.

A veces uno se acerca a pedir ayuda. Generalmente eso se hace cuando se necesita. Dudo de que alguien que no la necesite la pida. Pero así es la cosa. Hay de todo en la viña del Señor. Se supone que Aidé estaba ahí para ayudarnos. No fue así. Cero aporte el de esta señora, que al final viene y nos dice si habíamos cancelado ya la consulta. No Aidé, no la cancelamos. No porque no tuviéramos para cancelarla, sino porque creemos que no nos fuiste de ayuda. Salimos tanto o mas perdidos que cuando entramos. Salimos incluso peor. Pero así es el sistema. En general es malo. La cosa no funciona y nadie se queja. No faltará quien me diga que para qué quejarse si al final nada cambia. Error. Debemos quejarnos. Es nuestro deber levantar la voz y hablar. Sin gritos. No hace falta gritar. Uno puede entenderse sin necesidad de faltar el respeto ni caer en ataques virulentos. Para qué. Las cosas se arreglan hablando.

El hecho de que yo esté bien no significa que las cosas lo están. Tarde o temprano todo nos llega. Vivimos en un mundo pequeño. Un pañuelo, diría mi madre. Puede ser que se tarde, pero al final todo llega. Por eso es que hay que estar siempre abiertos al cambio. El cambio es algo que no tiene necesariamente que ser malo. A veces los cambios son para mejor. Aidé no fue de gran ayuda, no por eso todo el sistema es malo. Hay cosas que podrían mejorar, por ejemplo, capacitar a Aidé para que haga mejor su trabajo. Eso suena bien. No hay para que pedir que la despidan. Por suerte tiene trabajo. Lo importante es exigirle que lo haga bien.

Desorden gritan las turbas enardecidas. No dejemos que nadie sepa en que consisten los cambios. No dejemos que nadie sepa de qué se tratan. No dejemos que nadie entienda nada. Eso, que nadie más que nosotros manejemos la verdad. No los dejemos hablar. Siiiiiiiii… gritaba la muchedumbre. Que nadie más que nosotros sepa. El viejo truco sigue funcionando, el sistema no. El sistema debe cambiar. Debe mejorar. Debe ser re-estudiado. Insisto, debe cambiar. Creo que el sistema en que vivimos se ha encargado de que seamos cada vez más egoístas y vanidosos. Mientras yo esté bien todo lo demás me importa poco. Eso no está bien. No es lo que nos enseñan las escrituras. Hace tiempo que las enseñanzas del libro Santo que tanto invocan algunas personas se acomodaron sólo a la parte de la economía personal. Las finanzas en mi casa. Es como si Dios sólo hablara de dinero. Al diablo con los demás. Mientras yo esté bien, no me importan los otros. La avaricia y la soberbia son dos de los siete pecados capitales, son alimento de la oscuridad. Estamos tan acostumbrados a vivir con ellos a nuestro lado que no nos damos cuenta de que ahí están.

Lo que está pasando en las reuniones donde se quiere hablar de las reformas al sistema de salud es una vergüenza. Hay grupos organizados cuyo único fin es no dejar que nadie hable. No van a escuchar, van a que nadie escuche. Aidé, en verdad salí enojado de mi entrevista contigo. Pero no te odio. No te guardo rencor. En verdad, no siento nada por ti. Creo que una buena capacitación te haría muy bien. Pienso que el sistema en el que vives no esta bien y mucho de lo que eres es su culpa. Pero Raquelita fue diferente. Ella me hizo sentir bien. Se notó que tenía otra escuela. Creo que el sistema debe mejorar. No solo en la salud, sino que además hay que mejorar la educación y muchas otras cosas. Aunque me interrumpan para que no se escuche lo que quiero decir lo seguiré diciendo. Porque creo que es lo correcto. Creo que hay muchas cosas que deben cambiar y quiero ser parte del cambio.

: : Anoche mientras dormía

Anoche mientras dormía plácidamente, un estruendo me despertó. Mejor dicho, nos despertó. Mi señora casi se cae de la cama. Un trueno explotó sobre nuestras cabezas sin aviso. Me paré asustado y rápidamente fui a ver a los niños, ellos dormían como angelitos en sus camas. Todo estaba bien. No había pasado nada. Afuera llovía como si fuera el fin del mundo. Truenos y relámpagos. Un viento feroz. Toda una belleza. Un espectáculo impresionante. La madre naturaleza mostrando su furia. De vez en cuando es bueno recordar que vivimos en un matriarcado, y que es ella la que manda.

Mucha ha sido el agua que ha pasado por debajo de nuestros puentes. El siglo veinte estuvo lleno de hitos memorables y otros no tanto. El siglo veintiuno no lo ha hecho nada de mal. En la misma senda de su antecesor. Parece que, como en más de una ocasión he mencionado, los humanos definitivamente no aprendemos y nos pasamos la vida buscando la misma piedra para tropezarnos nuevamente en ella. Somos cosa seria.

Un día como hoy pero hace cuarenta años, el sueño de California se convirtió en una pesadilla. Un grupo de jóvenes seguidores de un demente salieron a horrorizar Beverly Hills. Querían que con su ataque a la realeza Hollywoodense herir mortalmente todo lo establecido. Acabar con el establishment. Una revolución sangrienta. En la actualidad eso no suena para nada fuera de lo común. No es diferente ni espectacular. Cuarenta años atrás sí. En ese entonces fue un duro golpe a toda la sociedad norteamericana. Hace cuatro décadas la cosa era diferente. La inocencia norteamericana estaba siendo destruida por la Guerra de Vietnam, los problemas raciales, el comunismo, las drogas, la mafia, las pandillas, los hippies, etc. Los asesinatos de la Familia Manson acabaron abruptamente con la década del amor y de las flores. Fue un llamado de atención. La sociedad estadounidense entro de sopetón en la adultez.

A veces nos dejamos llevar por lo cotidiano, por la rutina diaria. El día a día que nos va adormeciendo los sentidos. Nos ponemos insensibles. Duros. El día a día es capaz de hacer eso en nosotros y mucho más. Se nos olvida que este tipo de cosas deben hablarse a ver si quienes nos siguen, nuestros hijos aprenden de las lecciones que claramente cuatro generaciones han ignorado. Es increíble cuando leo por ahí que aparece un despistado seguidor de Manson. No del que canta, sino del otro. Claro que el que canta no lo hace nada de mal tampoco.

Muchos jóvenes no tienen idea de lo que pasó hace cuatro décadas. No conocen de historia. De los hechos que de a poco han ido forjando este país. Sólo saben de Transformers y GI Joe’s. Conocen a Harry Potter y sus encantamientos. La ignorancia es la mejor forma de mantener controlados a los pueblos. Esa es la idea.

La gente siempre se encuentra fascinada por las cosas extrañas y escalofriantes. Mientras más raro mejor. Todos somos iguales en ese sentido. Es parte de nuestra naturaleza. Como les contaba, anoche llovía con fuerza. Impresionante. Un espectáculo aterrador pero a la vez hermoso. Así es como suceden las cosas en la vida. Un solo matracazo y ya. Por suerte para nosotros nada serio había pasado excepto algunas alarmas de los automóviles de los vecinos se habían activado. Nada del otro mundo excepto el sobresalto. Así que apagamos la luz y volvimos a dormir como si nada.

: : No es mi culpa

Generalmente los periódicos y canales de televisión guardan lo mejor para el domingo. Toda la carne a la parrilla dirían por ahí. Así que nada como un domingo en la mañana viendo el resumen noticioso de la semana. Una delicia. Un deleite. Un rato para uno. A veces con calma uno encuentra en estos reportes algún detallito que durante la ajetreada semana paso inadvertido. Por ejemplo, la cadena televisiva de noticias CNN, se dio el trabajo de entrevistar a un par de especialistas quienes contaron detalles de lo encontrado entre los libros y cuadernos personales de George Sodini, el desalmado asesino del gimnasio. En relación al perfil sicológico del verdugo, los expertos entrevistados estuvieron de acuerdo en que éste corresponde al del clásico asesino en serie. Todo asesino lo es en serio, pero no necesariamente en serie. Los crímenes cometidos son resultado de una compulsión, que puede tener sus orígenes en la juventud. Pero eso no es todo, ya que estos personajes son además el producto de una sociedad que va aislando a las personas al punto de desquiciarlas. Las va acorralando lentamente. Una sociedad altamente violenta y permisiva en la tenencia de armas de fuego ― cuatro tenía a su haber el homicida/suicida ―. Según los expertos, sus escritos delataban rasgos característicos de este tipo de personas. La culpa de su soledad era de todos menos de él. Terrible, en verdad terrible.

No soy muy amigo de las teorías de complots y conspiraciones. Sin embargo, los años me han abierto los ojos ante muchas cosas que en su momento fueron simples accidentes y terminaron siendo producto de las maquinaciones de diabólicas mentes. Personas que perseguían fines tan banales como lo es el dinero. Así es. Uno de los peores males es el amor al dinero. Lo que sucede es que siempre se ha sabido que con dinero se compran huevos, y eso parece ser lo único que importa. Por eso cuando aparecen estos personajes enfermos recuerdo eso. Acá la cosa ha sido siempre ver como se le echa la culpa a otro de los problemas. Todos están mal menos nosotros. Eso sucedió. Sodini estaba loco. Tomó sus pistolas y se desquitó con las culpables de su soledad. Las mujeres. No había nada malo en él. Ellas no le estaban poniendo mucha atención. Ellas no querían tener nada que ver con él. Por eso las fue a buscar y les disparó indiscriminadamente. Cuando leo o veo en televisión este tipo de noticias me erizo. No puedo creer que así sean las cosas. Que poco respeto tenemos los humanos por la vida. Nos hemos acostumbrado a que todo sea desechable. Prescindible. La vida también.

Locos como este siempre existirán eso está más que claro. No son fáciles de encontrar, pero ahí están. Entre nosotros. Agazapados. Mimetizados. Ahí. El problema más grande que le veo a este asunto, y que me perdone don Charlton Heston, es la facilidad que tienen estos personajes desquiciados para acceder a las armas. En verdad, cualquier persona puede llegar a ser un asesino en serie. Es cosa de que esté lo suficientemente loca y que tenga un buen reporte a la hora de adquirir sus armas. Ah, pero poner restricciones a esto sería ir en contra de los derechos de estas personas. Los derechos de todos. En qué momento nos perdimos tanto. ¿Acaso no es la vida el derecho primordial? Tener armas en casa no nos da más seguridad ni nos hace más hombres. Las armas son un peligro, como dicen por ahí, las carga el diablo. ¿Se acuerdan del jovencito que descubrieron con un arsenal en su casa? Horror. Otro pastel que andaba suelto.

Cuando vivía en Nueva York me entraron a robar en dos ocasiones. Fue antes de que Giuliani negociara con los ladrones y las prostitutas. Volviendo a lo mío, después de esas dos rapacerías, lo primero que se me pasó por la cabeza fue ir a comprar un arma. Partí presuroso a una armería. El encargado me atendió cordialmente. Me sentía en Macy’s. Con toda paciencia me mostró un montón de revólveres. Me explicó las características especiales de cada uno. Su versatilidad y el poder de destrucción. Una clase magistral. Las había de todos los calibres, tamaños y precios, y como si fuera poco, venían con un cupón para ir a practicar tiro gratis. Que mejor. Ofertón incluido. Esa noche fui a mi casa y en las noticias se vio el caso de una familia destrozada por la muerte de uno de sus hijos menores. Los niños habían encontrado el arma de su papá y jugando con ella uno fue herido de muerte. Miré a mis hijas y se me apretó el corazón. Inocentes. Indefensas. Un arma en la casa no era la solución de nada. Para mi sorpresa el trámite que demoraría un par de semana para revisar mis antecedentes duro un día. Mi arma estaba lista para que la fuera a buscar. No lo hice. Dije no gracias. Hoy camino desarmado por las calles. Nunca más he tenido problema alguno. Simplemente me cambié de barrio.

: : La dieta balanceada

Como todas las mañanas me tomé mi cafecito leyendo los titulares de los diarios. Un sano rito que heredé de mi padre. Pero a diferencia de otros días, los periódicos no traían nada interesante. Venían secos. Nada tentador. Nada que me invitara a entrar en sus contenidos para informarme, educarme, horrorizarme o simplemente entretenerme. Nada. Los titulares venían vacíos. Con gusto a nada.

A veces sucede así. Hay días que empiezan con gusto a poco. De entrada ya estaba con hambre. Espero que el resto del día no sea así como estos insípidos titulares. Que no sea tan solo otro día más. A la noche lo sabré. Mañana les cuento.

Esto de la dieta balanceada es pan de cada día. Por todos lados se habla de eso. Es un tema recurrente, especialmente en la televisión. Pero está bien, es importante. Una dieta balanceada es lo que se necesita para vivir una vida saludable y larga. Mucho de una sola cosa es malo. Todos los excesos son nocivos. Unos más que otros, pero malos. Lo mismo sucede con la información. Con los titulares. Si uno sólo se pega en un tema está teniendo una dieta des-balanceada. Una parte del cerebro está desarrollándose más que otra. Los encabezados de los diarios son parte importante de nuestra dieta cerebral. Algunos mejores que otros, pero en fin, todos necesarios. No podemos vivir sin saber lo que está pasando a nuestro alrededor. Eso es bueno. Ayuda para no quedarse rezagado en las tertulias, y a que sean entretenidas. Si, ya que no sólo de alcohol vive la noche.

Ayer fue diferente, los periódicos estuvieron cargados de nutrientes para el cerebro. Leí por ahí sobre el Real Madrid. Más de trescientos millones de dólares pagaron por seis jugadores. Increíble. Me quedé helado. En el mismo artículo decían que con ese dinero se podía cancelar la deuda externa de treinta y dos países o construir unos doce hospitales. Asombroso. También leí que Janet se había metido a la casa de Michael y la había desvalijado. Extraordinario. Pasa hasta en las mejores familias. También me encontré con que en otro lado están con el debate sobre la Pena de Muerte. Una tremenda discusión. Pero eso es bueno, ya que las cosas se arreglan hablando. Ojo por ojo dicen por ahí. Si no la reinstauran, por lo menos podrían ver que los castigos sean verdaderos. Claro que al entrar a debatir deberían dejar sus ideas de lado. Entrar sin prejuicios. Con la mente abierta. Tal vez eso no sea mucho pedir.

Así con esto de las noticias y los titulares. Cosa sería. Hay de todo y para todos, es simplemente cosa de buscar. De hacerse el hábito y rastrojear en los buscadores de internet. Es un ejercicio sano que ayuda a despertar el hambre por la verdad. Claro que nunca que me quedo con una sola idea. A veces, la misma noticia viene escrita de otra manera por otro lado. Eso es interesante. Un profesor hace algunos años me dijo que era sano y saludable dudar. Desde entonces ya no me creo todos los cuentos. No señor. Le busco y le busco. Puede ser que eso del Real Madrid sea un error tipográfico o que Janet se haya llevado cosas que le pertenecían y que le había prestado a Michael. Puede ser que haya un debate sobre la pena de muerte y que se escuche la voz del pueblo. Quién sabe.

Trato de que mi dieta noticiosa sea balanceada. Anoche en el supermercado, con mi señora nos pesamos en esa balanza gigantesca que está en la entrada. Horror. Habíamos subido de peso. Alguna parte de nuestra dieta estaba fallando. Algo no está bien. En este caso, dudo que sean los titulares, esos que hoy estaban con sabor a nada. Aunque puede ser que todo sea un error. Puede ser que la báscula haya estado descompuesta. Eso, recuerden que es sano y saludable dudar. Esta mañana los periódicos venían sin proteínas. Nada de carbohidratos. Cero vitaminas. Después del desayuno me quedé con hambre, de noticias, de información, y parece que también de la otra, así que llegando a la oficina me compré unas donuts y se arregló la mañana.

: : En el país de los ciegos

Los ingeniosos alumnos de Virginia Tech, sorprendieron al mundo con su innovador diseño. Un automóvil para ciegos. Así es, un vehículo diseñado especialmente para los no videntes. Provisto de sensores láser, el pequeño auto fue probado con el mayor éxito por veinte jóvenes invidentes que participaban de un campamento de verano. Que quieren que les diga. Brillante. Genial. Encuentro que estos estudiantes se merecen un premio por su creatividad y empeño. Ellos aceptaron el reto hecho por la Federación Nacional para los ciegos hace cinco años, y cumplieron.

Los no videntes van a encontrar un tremendo problema cuando entren a las pistas de las ciudades del mundo, algunas peores que otras, ya que muchos conductores miran pero no ven. Esos son los peores.

Esto me hizo pensar. Por años, todos hemos vividos ciegos ante una cosa u otra. Una ceguera selectiva podríamos decir. Mi madre solía decir que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Mi madre decía muchas cosas. Tenía proverbios para todo igual que mi abuela. Eso es otra cosa que con los años se ha ido perdiendo. Pero volviendo a lo mío, es verdad. El peor ciego es aquel que se rehúsa a ver las cosas como son. Que niega la verdad. Que se nubla ante los hechos. Ese que se cierra al razonamiento lógico. Dentro de la misma idea, otro refrán que se me viene a la memoria es ese que dice que en el país de los ciegos, el tuerto es rey. Brillante la persona que esgrimió esa frase por primera vez. Un genio, como los estudiantes de Virginia Tech. Por ahí viene la cosa.

Votantes videntes que no quieren ver, eligiendo tuertos para altos cargos. Ese es el mundo en el que vivimos. Esa es la triste realidad. Un mundo lleno de personas que prefieren hacer como si nada estuviera mal. Que miran al lado para no ver lo que está delante de sus ojos. Generalmente son cosas malas. Nadie quiere ver lo negativo, lo feo o lo injusto. Ese tipo de cosas son problemas de otros. Yo muchas veces he hecho lo mismo, y no me enorgullezco de eso. Es una espina que cargo encima. Es mi vergüenza. En todo caso, algunos no videntes selectivos lo hacen simplemente por ingenuos. Creen que los tuertos a quienes les dieron el poder tienen la varita mágica de Harry Potter. Pobres. Lo siento, pero eso no es más que mucha televisión.

En nuestro continente americano sucede eso con mucha frecuencia. Hay ciertos gobiernos manejados por tuertos de la peor clase. En la mitología griega existían los Cíclopes, una raza de gigantes que tenían un solo ojo. De muy mal carácter y siempre hambrientos eran considerados monstruos. Me llama la atención la semejanza con los tuertos gobernantes. Monstruosos ogros hambrientos de poder. Elegidos y seguidos fielmente por una tropa de ciegos selectivos, esos que aún viendo prefieren no ver.

Entiendo que muchas personas están cansadas de sus gobiernos que han abusado de forma constante de ellos, pero seguir eligiendo al menos malo no es la idea. Es tiempo de que alguien realmente busque elegir al mejor, al más capaz, al más preparado. No puede ser que sigan dando palos de ciego tratando de derribar la piñata llena de dulces que nunca llega. Privatizaciones, expropiaciones, discursos populistas. No puede ser que en pleno siglo veintiuno, después de todo lo que han vivido nuestros pueblos no podemos seguir cometiendo los mismos errores.

Durante ocho años un tuerto gobernó este país. Aun hay quienes lo defienden ciegamente. Aun hay quienes no quieren ver que lo que hizo lo colocó en la historia como el peor. Parece que está en nuestro ecosistema. Somos autodestructivos por naturaleza. No aprendemos de nuestros errores como raza. Estamos perdidos. Esa ceguera selectiva que manejamos es fuerte. No es cosa poca. Necesitamos una sicoterapia de esas descomunales. Con hipnosis y todo. Nada de un sicoanalista por persona, lo que necesitamos es un equipo de especialistas por cabeza. No aprendemos.

Los muchachos de Virginia Tech han dado un gran salto en la historia. Han demostrado que han hecho bien sus asignaciones. Han sido aplicaditos y han conseguido algo importante. La comunidad no vidente debe estar orgullosa de ellos igual que yo. Así es, me siento orgulloso de ellos. Me da gusto ver jóvenes utilizando su inteligencia en cosas productivas. En el bien social. En todo caso no sé qué tan buena sea la idea. Las calles y carreteras ya son suficientemente peligrosas como están. Créanme que no tengo nada en contra de los ciegos. Durante mucho tiempo y para muchas cosas yo también he sido uno.

: : El perro de mi vecino

Hoy me dieron la buena noticia de que el arreglo en mi calle que sólo tomaría tres días y que empezó hace dos semanas, estará listo dentro de diez días. Una excelente noticia para empezar el día. Que mejor. Eso significa que dentro de poco todo volverá a la normalidad. Regresará todo a su lugar. Todo será perfecto.

Es cierto que no siempre las cosas salen como esperamos. A veces se demoran más de la cuenta en salir. Toman más tiempo de lo programado. A veces, las cosas no son como quisiéramos y eso afecta directamente nuestro estado de ánimo. Nos deprimimos. Nos perdemos. Pero todo en la vida tiene que ver con la manera en que decidimos tomarnos lo que se nos viene encima. Por ahí dicen que depende del cristal con que se mira. Uno podría decir que algo es terrible, pero cuando lo analizamos mejor puede ser que no. Que no sea nada malo. Que por el contrario, sea una oportunidad para cosas mejores.

Sucede que con el arreglo de mi calle, que de paso estará listo dentro de diez días, llegar a mi casa se ha convertido en una odisea. Una caminata eterna. Un verdadero martirio. Pero como decía, todo depende de cómo se le mire. Anoche, justo cuando me bajé del bus, sonó mi teléfono celular de última generación y colores neón. Era una de esas llamadas que de haberme pillado ocupado no habría respondido ni devuelto. Pero ahí estaba. Por mi mente cansada no pasaba ni una buena excusa para evadir la llamada. Lo correcto era que contestara, y lo hice.

¡Aló! Dije, y empezamos con la conversación. Eterna. Aburrida. Sin una razón de ser. Me desagradan ese tipo de llamadas. Me molestan. Me incomodan. Claro que depende de quien llama. Ese es un factor importante y que no se me debe escapar. Depende de quien llama.

La noche estaba preciosa. Fresca. Luminosa. Perfecta como para tomarse un trago en el balcón. Ideal para descansar. Pero ahí iba yo, caminando, metido en el teléfono, escuchando un interminable monólogo que en verdad no me interesaba en lo más mínimo. Me dolían los pies. Como mi calle está cerrada, no había nadie circulando por ella. Estaba vacía. Desierta. Sin vida.

La llamada seguía quemando mis oídos y mi cerebro. No paraba. No tenía dirección ni razón de ser, pero estaba siendo a expensas mías.

En eso llegué a la entrada de mi condominio. Me alegré. Un cierto alivio me llegó. Algo así como una brisa fresca, pero en mi interior. Imperceptible. Mío. La cosa de a poco parecía mejorar, y así fue. Un perro apareció de las sombras. Ladrando rabiosamente. Feroz. Era grande el can éste. Musculoso. Aterrador. Se abalanzó sobre mí. Quería sacarme un pedazo. Mientras tanto, yo le gritaba ¡atrás!, y la llamada seguía. El teléfono no había dejado de funcionar ni un solo segundo, solo que ahora sí que no le estaba poniendo atención. El fiero mastín seguía con sus cargas hacia mí, así que le di en la cabeza con mi mochila. Un tremendo mochilazo en defensa propia. Le remecí el cerebro al sabueso. Lo hice retroceder. Espero que no me vengan con cosas de maltrato animal ni nada por el estilo. Amo a los animales, solo que no me gusta ser su alimento. No me gusta desangrarme a la entrada de mi condominio. Creo que eso no se ve bien.

Volviendo al tema, a estas alturas, lo que menos me preocupaba era la llamada. Finalmente tenía una buena excusa para cortar. El perro de mi vecino se había escapado y cargaba contra mí. Así que corté. No dije nada. Supuse que el ruido se había escuchado al otro lado del teléfono. Así que simplemente corté. Como debía ser, el dueño del perro apareció dando gritos y calmó a la bestia. Debí darle las gracias por el tremendo susto. Como ven al final, dependiendo de cómo se miren las cosas, todo lo que nos pasa puede ser para mejor.

: : El reloj del patriarca

No todo lo que aparece publicado en la prensa es serio. Algunas cosas son francamente para la risa. Pedazos de una comedia de Neil Simon. Sin ir más lejos, ayer leí sobre un discurso dado por el patriarca de la iglesia ortodoxa rusa, quien aprovechando bien su micrófono hablo en términos muy fuertes en contra del consumismo de occidente (nosotros), expresando que de seguir en esa dirección, la tierra no aguantará. Sabías palabras. Directas al corazón. Precisas.

Hasta ahí nada extraño. La cosa sonaba bien. Brillante. Elocuente. Comparto la opinión del patriarca éste. Me adhiero a su forma de pensar. Me tomaría un vodka con este caballero, siempre que su religión lo permita, no quisiera que después me tilden de mala junta. Decía que hasta ahí todo sonaba bien, ya que el sermón fue empañado por un pequeño detalle. El prelado ruso llevaba en su muñeca un reloj que cuesta unos treinta mil dólares. Espanto. No lo podía creer. Nada más y nada menos que un Breguet clásico. Háblenme de consumismo. Yo encontraba caro uno con el ratón Mickey dando la hora con sus bracitos como horero y minutero, y la colita como segundero. Una joya de precisión. Pero esto era de otro mundo. El monumento a la inconsecuencia.

La oración al aire libre de Kiev me hizo meditar, no en lo divino, sino en lo más mundano. En lo más frecuente. En lo más banal. Se me vino a la mente un partido de futbol de domingo, el señor árbitro recorriendo el campo. Revisa los arcos, mira el césped y además revisa que los jugadores no lleven pulseras ni adornos de ningún tipo, no porque el hombre de negro tenga nada contra el consumismo, sino porque en una jugada cargada de pasión podrían causar algún daño en su contrincante. Un pequeño rasguño o un profundo corte. Eso da igual. Siempre es mejor prevenir. Con esto en mente, pensé ¿porqué el jerarca no dejó la prenda esta en el vestidor? ¿Acaso no tiene asesores que le aconsejen antes de entrar en la cancha? Parece que no. En su jugada brillante, esa en la que ponía en su lugar a occidente por su consumismo, algo así como en una jugada defensiva ocasionar un penal innecesario. Casi le saca el ojo al atacante. Claramente una jugada para tarjeta roja. Expulsión directa. Un reloj de oro blanco con correa de piel de cocodrilo y calendario permanente cuando se está tratando de dar una enseñanza me suena bastante inconsecuente. Para las duchas se ha dicho, y sin chistar.

Así como el juez revisa que los jugadores no lleven nada al campo de juego que pueda herir a los del otro equipo, el jerarca ortodoxo hubiese sido sabio de no llevar el relojito en cuestión que en tiempos de crisis mundial, a más de alguno pudo herir. Algún daño se pudo causar a otro jugador, y por pequeño que sea, daño es daño. Todo rasguño deja marca. Por si no lo sabían, uno de cada seis rusos viven bajo la línea de la pobreza, o sea bajo los estándares del sueldo mínimo. Si bien es cierto, al igual que acá, en Rusia hay muchos millonarios, también hay muchos pobres. Cuesta entender que las riquezas mundiales estén tan mal repartidas. Cuesta creer que en un mundo en donde hay tanto para todos, haya algunos que no tienen nada. El patriarca debió haber dejado el reloj en el camarín.

Mi madre decía que es feo contar dinero delante de los pobres, eso nunca lo he olvidado y trato de hacer caso de sus consejos lo mas que puedo. Hay heridas que no sanan fácilmente. Creo que el consumismo es problema de cada uno. Es una cosa personal. Para eso es que uno se las pela trabajando, para poder tener para consumir. Ahora bien, la ostentación desmedida es otro problema. Me gustan los relojes. Me gustan muchos los relojes. También me gusta mucho llegar a tiempo a todas partes, aunque no siempre se pueda. Pero me molesta la ostentación, la poca modestia. La falta de tino. Creo que los que siempre han tenido no necesitan andar gritándolo a viva voz. Los que más gritan son los que de un día para otro salieron de la media. Triste. Igual que el patriarca y su reloj, creen que lo están haciendo bien. Pero no. A veces como que me canso de tanto sermón. Es divertido, pero todos son dueños de la verdad, y quienes no piensan como ellos están condenados. Me gustaría llegar al último día y ver quien tenía la razón. Cuando me llegue el momento, espero que mi reloj esté bien sincronizado. No me gustaría llegar tarde.

: : No me llamo Guillermo

No hay nada como hacer ejercicios. Levantar pesas hasta que se siente que quema el bisep. Pero cuando uno ha estado sumergido en el letargo del trabajo de escritorio, como duele la cosa. El dolor es tremendo. Una tortura. Pero es bueno de vez en cuando tratar de ponerse en forma. Aunque dure solo el intento.

Claro que esta vez pretendo que sea más que simplemente un intento fallido más. Quisiera llegar más allá. Hacer el esfuerzo completo. Pero hoy estoy en agonía. Me duelen mis bracitos y ni hablar de mi estómago. Horror. Estoy en agonía.

Esta tarde intentaré retomar los ejercicios. Debo sobreponerme al dolor. Debo repetirme hasta el cansancio que es por mi bien. No pienso tirarme a ver televisión hasta haber terminado con mi ronda de ejercicios. Eso haré. Me pondré firme y no permitiré que el “plasma” tenga el control ―jajaja… eso es broma. Mi televisor es de los viejos―, pero es verdad, no permitiré que maneje mi vida, que sea más fuerte que mis ganas de estar en forma.

Pero eso de estar en forma está mal dicho. Es una tontería inventada por quien sabe quien. Todos estamos en forma. Algunos como yo tenemos forma de tinaja, pero eso es un detalle. Pretendo hacer que eso cambie. Quien poder ver el cambio. Será completo. Rotundo. Garrafal.

En verdad vivimos todos en un mundo donde las palabras son usadas sin el menor respeto. Se dicen las cosas como si nuestro idioma fuera un chiste. Una chacota. Aquellas personas con menos años que yo lo mutilan a diario con eso de querer escribir mas rápido en sus celulares. Es terrible lo que sucede sin que nadie ponga la más mínima atención. Estamos muy desprotegidos, y lo peor es que nuestra televisión, radio, diarios y revistas han quedado en manos de inescrupulosos opinólogos y periodistas que asesinan nuestra lengua a diario. La más terrible indefensión. Lo veo y no lo creo. Los noticiarios de Miami son un error por encima del otro. Una locura tras otra. Los periódicos presentan una redacción que espanta. Nuestro lenguaje es violado a diario en nuestras narices y no hacemos nada. Yo no puedo seguir así. Por eso estoy haciendo ejercicios, porque “quiero estar en forma” de cualquier cosa menos de tinaja.

No soporto que en la piscina me digan “salta Willy, salta”, primero que nada, porque ese no es mi nombre. Si mis padres hubiesen querido que me dijeran Willy me hubiesen bautizado Guillermo. Ese no es mi nombre. No me llamo Guillermo, y ahora estoy empeñado en hacer ejercicio. Quiere ponerme en forma.

Pero la cosa no se queda ahí solamente. Iré a la marketa de shopping. Me parquearé lejos para caminar mas. No compraré sodas. Mi dieta será distinta. Haré el esfuerzo completo. Aunque me duela. Haré que la agonía sea completa. Iré la milla extra. Me pondré en forma. Trataré de que la televisión no me supere. Creo que si me pongo en forma podré estar preparado para la batalla que será cruenta. Sanguinaria. Por eso levanto pesas y hago abdominales, para estar en forma. Por eso leo, ya que así puedo tener las armas para dar la pelea también en el plano mental y de las ideas. No quiero verme sobrepasado por la transculturización que pretende hacer que olvide lo hermoso que es mi idioma y termine por aceptar todo lo que me dan con cuchara. Es verdad que mi cuerpo esta mañana se despertó en agonía. Pero eso ya pasará.