: : No todo es estéreo

Internet, internet. Mi amado tormento. No sé qué sería de nosotros sin el internet. Esta vitrina virtual donde podemos opinar libremente. El único problema son los servicios secretos. Se enteran de todo lo que hacemos y en que pensamos a cada momento del día. Pero es un simple detalle sin importancia. La cantidad de información que nos llega a diario es una maravilla. Noticias, rarezas, información, entretención. Mucha entretención. Que Chávez se lo pasa armando peleas en el continente. Que las relaciones entre Chile, Perú y Bolivia están en las cuerdas. Que Zelaya se lo pasa haciendo asados en la frontera con su gorro de vaquero. Que se muere y que no se muere Fidel. Que Juanes no sale de su casa por temor a los locos. Primero se nos fueron Michael y Farrah y ahora Ted Kennedy. Demasiada información dando vueltas por todos lados. Cien años atrás la cosa era diferente. Las noticias se demoraban un montón en cruzar de un lado a otro. La comunicación era escasa. Ahora, todo es como los microondas. Apretamos un botón y ya. Al minuto todo está calentito. Listo para comer. Una delicia.

Me reconozco un enamorado del internet y estoy seguro que no formo parte de la minoría. Este fenómeno nos ha hecho replantearnos muchas cosas. Se abrieron ventanas de oportunidades maravillosas. Algo asombroso. Si no tuviera este medio posiblemente estaría condenado a guardarme mis opiniones sin derecho a nada. Así es, ya que vivo en una ciudad que no presenta demasiadas alternativas de opinión. Es una ciudad mono. No por lo de las bananas, sino por lo de las ideas. Aquí hay una sola forma de pensar aceptada y nada más. Es cosa de ver los noticieros o leer el periódico que tenemos. No hay mucha carne para sacar a este hueso.

La empresa en la que trabajo también es mono. No hay forma de retroalimentación. Da lo mismo que todos se den cuenta que el barco se va hacia las rocas. No importa que todos griten. Da igual. Las opiniones divergentes no son oídas. Se nos cita para reuniones a informarnos de cosas sin sentido. Ofrecen la palabra y cuando alguien va a hablar, dan la reunión por finalizada. Que ciudad ésta. Que oficina la mía. Todo en mono, nada en estéreo.

Pero eso fue ayer. Hoy es hoy. Otra reunión ha sido programada pero esta vez están invitados todos los que participan en las distintas etapas del colosal proyecto que nos quita el sueño y que me tiene llegando a casa cuando mis hijos están durmiendo. Por supuesto que no se nos dará la alegre noticia de que descubrieron la razón del problema y que será derivada a la oficina en Siberia. No porque no tengamos oficina en Siberia, sino porque es tan obvio que no lo podrán ver. El sueño de que dejemos de tener un sistema mono no es más que eso, un sueño.

Como si fuera poco, como entraron nuevamente los niños a clases el tráfico se ha puesto insoportable. Ahora me toca salir media hora antes de la casa y aun así estoy llegando al filo de la hora a la oficina. Horror. Sucede que antes por lo menos se sabía a qué hora salían los buses desde el paradero. Ya no. Eso se acabo. Uno llega a la esquina y no hay bus. Terrible. Pero qué se le va a hacer. Hay que seguir adelante no más ya que no nos pagan por llorar. Lo importante es que ya estoy aquí. Listo para la reunión. Preparado para cualquier cosa. Eso creo. Espero no equivocarme, miren que en ocasiones anteriores me he equivocado y reconozco que no es nada agradable. Por suerte tenemos el internet. No sé qué sería de nosotros sin él.

No hay comentarios.: