: : No me llamo Guillermo

No hay nada como hacer ejercicios. Levantar pesas hasta que se siente que quema el bisep. Pero cuando uno ha estado sumergido en el letargo del trabajo de escritorio, como duele la cosa. El dolor es tremendo. Una tortura. Pero es bueno de vez en cuando tratar de ponerse en forma. Aunque dure solo el intento.

Claro que esta vez pretendo que sea más que simplemente un intento fallido más. Quisiera llegar más allá. Hacer el esfuerzo completo. Pero hoy estoy en agonía. Me duelen mis bracitos y ni hablar de mi estómago. Horror. Estoy en agonía.

Esta tarde intentaré retomar los ejercicios. Debo sobreponerme al dolor. Debo repetirme hasta el cansancio que es por mi bien. No pienso tirarme a ver televisión hasta haber terminado con mi ronda de ejercicios. Eso haré. Me pondré firme y no permitiré que el “plasma” tenga el control ―jajaja… eso es broma. Mi televisor es de los viejos―, pero es verdad, no permitiré que maneje mi vida, que sea más fuerte que mis ganas de estar en forma.

Pero eso de estar en forma está mal dicho. Es una tontería inventada por quien sabe quien. Todos estamos en forma. Algunos como yo tenemos forma de tinaja, pero eso es un detalle. Pretendo hacer que eso cambie. Quien poder ver el cambio. Será completo. Rotundo. Garrafal.

En verdad vivimos todos en un mundo donde las palabras son usadas sin el menor respeto. Se dicen las cosas como si nuestro idioma fuera un chiste. Una chacota. Aquellas personas con menos años que yo lo mutilan a diario con eso de querer escribir mas rápido en sus celulares. Es terrible lo que sucede sin que nadie ponga la más mínima atención. Estamos muy desprotegidos, y lo peor es que nuestra televisión, radio, diarios y revistas han quedado en manos de inescrupulosos opinólogos y periodistas que asesinan nuestra lengua a diario. La más terrible indefensión. Lo veo y no lo creo. Los noticiarios de Miami son un error por encima del otro. Una locura tras otra. Los periódicos presentan una redacción que espanta. Nuestro lenguaje es violado a diario en nuestras narices y no hacemos nada. Yo no puedo seguir así. Por eso estoy haciendo ejercicios, porque “quiero estar en forma” de cualquier cosa menos de tinaja.

No soporto que en la piscina me digan “salta Willy, salta”, primero que nada, porque ese no es mi nombre. Si mis padres hubiesen querido que me dijeran Willy me hubiesen bautizado Guillermo. Ese no es mi nombre. No me llamo Guillermo, y ahora estoy empeñado en hacer ejercicio. Quiere ponerme en forma.

Pero la cosa no se queda ahí solamente. Iré a la marketa de shopping. Me parquearé lejos para caminar mas. No compraré sodas. Mi dieta será distinta. Haré el esfuerzo completo. Aunque me duela. Haré que la agonía sea completa. Iré la milla extra. Me pondré en forma. Trataré de que la televisión no me supere. Creo que si me pongo en forma podré estar preparado para la batalla que será cruenta. Sanguinaria. Por eso levanto pesas y hago abdominales, para estar en forma. Por eso leo, ya que así puedo tener las armas para dar la pelea también en el plano mental y de las ideas. No quiero verme sobrepasado por la transculturización que pretende hacer que olvide lo hermoso que es mi idioma y termine por aceptar todo lo que me dan con cuchara. Es verdad que mi cuerpo esta mañana se despertó en agonía. Pero eso ya pasará.

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