: : Poniendo cervezas frías al asunto

Hace tiempo tuve problemas con uno de mis vecinos que ocupaba mi estacionamiento como si la cosa fuera broma, dejaba su basura tirada por todos lados, hacía ruidosas fiestas a mitad de semana. En fin, un buen tipo. Un personaje sin igual. Nunca se me ocurrió invitarlo a que arregláramos nuestras diferencias con una cervecita. Que tonto fui. Tal vez ahora seríamos amigos. Inseparables. Mi hijo menor podría llevar su nombre en honor a nuestra amistad. Tantas cosas que podrían haber sido y no fueron. Como no se me ocurrió antes.

Sin ir más lejos, ayer el profesor afroamericano de Harvard y su amigo el policía blanco que le llevó arrestado se sentaron junto al Presidente a tomar cerveza. Supongo que bien frías, ya que no hay mejor forma de tomar cerveza que si está bien helada. Nada como terminar el día con una cerveza fría. Que mejor manera de terminar una disputa que bebiendo. Pero no, la cosa no se arregló. Eso de que “lo que nos unes es más fuerte que lo que nos separa" no pasó de ser más que palabras bonitas. Un cliché. La cosa sigue igual, solo que quedan menos cervezas en la nevera de la Casa Blanca.

¿A quién se le habrá ocurrido la magnífica idea de hacer esta velada? ¿Quién habrá sido el asesor que asesoró brillantemente en esto? Tarde o temprano lo sabremos. Un sagaz reportero lo descubrirá y le preguntará al consejero este ¿Qué pasó por su cabeza cuando propuso la brillante idea? Tal vez fue idea del mismo Presidente para enmendar sus culpas ante la sociedad norteamericana. ¿No habrá sido todo esto una trampa hecha al Gobernante para hacer aflorar algún tipo de resentimiento ancestral? No debemos olvidar que a diferencia de Kennedy, Obama no es un blanco católico de Massachusetts. El problema que muchas personas tienen con él no pasa solo su religión.

Lo de la cervecita en el patio de la Casa Blanca puede parecer una mala idea. Una ridiculez. Una chambonada. Sin embargo, a pesar de que no hubo acuerdos, ambas partes involucradas se dieron la mano. Tal vez tenían los dedos de su mano izquierda cruzados en la espalda, pero se dieron la mano. Un gesto. Hubo un acercamiento. Hubo algo.

Dependiendo de cómo se le mire, la “Cumbre de la Cerveza” puede haber sido un completo fracaso. Un fiasco. Un revés para esta administración. Pero puede ser que no estemos viendo el verdadero fondo del asunto. Tal vez fue un éxito. Una movida brillante. Un gran acierto. Es indiscutible que Gates y Crowley no llegaron a ningún acuerdo. Nada cambió. Eso era previsible. Sin embargo, puede ser que algo potencialmente desastroso para todos haya sido impedido. ¿Han pensado alguna vez que si el señor Presidente no hubiera hecho el poco atinado comentario de que el policía había actuado de manera “estúpida”, posiblemente la cosa hubiese sido peor? Así es. Si Obama no hubiera hecho su infortunada acotación algún reverendo de color habría saltado hiperventilado haciendo todo tipo de acusaciones de racismo. Tal vez cuadrillas de ciudadanos desilusionados por el hecho habrían salido a las calles a protestar, destruyendo propiedad privada, haciendo barricadas y desordenándolo todo. La cosa podría haber sido peor. ¿Se acuerdan de lo que pasó en California en 1992? Imagínense si Rodney King hubiera sido profesor de Harvard.

Creo que tirar temas raciales a la palestra no es una buena idea ya que es algo que, aunque nos duela, no se solucionará fácilmente. Algo que no hemos madurado como sociedad. Algo que está pendiente. Unos le tienen bronca a los otros y viceversa. ¿Qué habrá sido de mi vecino? ¿Dónde estará ahora? Ni siquiera supe cómo se llamaba. Creo que nunca cruzamos palabra alguna que no fuera para quejarme de alguno de sus desmadres. Tal vez si hubiésemos conversado la cosa podría haber sido diferente. Tal vez ahora seríamos compadres. Hay veces en que agitar las aguas no es lo mejor. No tiene sentido. Hay veces en que es mejor ponerle cervezas frías al asunto.


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