: : Que mañana más rara

Que mañana más rara. Me desperté a la misma hora de siempre y me encontré con que había una llamada perdida en mi celular. Alguien me llamo a las 2 de la mañana y ni lo sentí. Mejor. Estaba durmiendo plácidamente. Que rabia que a uno lo despierten a esa hora. Quien sabe quien sería. Sin embargo no me preocupó demasiado el asunto ese y me fui al baño. Me afeité, me di una ducha más o menos rápida y salí. Mi amada me había servido mi café. Ella es un encanto. No tiene porque levantarse temprano, sin embargo todas las mañanas lo hace y me prepara un café con unas tostadas. Perfecto.

Salí con tiempo a esperar el bus, así es que caminé sin apuros. En la parada había una señora mayor vestida todo de negro y con lentes de marco color oro. Nunca la había visto. Extrañamente, en mi paseo en el bus no vi a nadie de los que generalmente veo. No era feriado. Raro.

Ayer cuando venía de vuelta en el bus me quedé dormido. Dormí todo el viaje de vuelta a casa. Fue agradable, ya que ahora llego hasta la última parada del autobús. Una vez, cuando vivíamos en la otra casa me quedé dormido y fui a parar a no sé dónde. No fue para nada agradable despertarme y mirar a todos lados sin saber donde estaba.

Ya en el tren viajé sentado. El vagón venía prácticamente vacío. Repito que no es feriado y sigo sin entender donde se metieron todas las caras conocidas que viajan conmigo todas las mañanas. ¿Donde están metidas? Raro, muy raro.

Cuando me bajé del tren caminé como de costumbre. Tratando de hacerle el quite al sol de la mañana que pega con fuerza y no es agradable llegar a la oficina todo transpirado. Caminé por el costado de la corte. Por la sombrita. En la esquina había un bus de turismo, y al lado un montón de turistas brasileños tomándose fotos al lado de un teléfono público. ¿Qué puede tener de interesante tomarse una foto al lado de un teléfono público en Miami y que no es distinto a los teléfonos de ninguna parte del mundo? Lo entiendo si uno se toma una foto al lado de una de esas casetitas rojas que hay en Londres, o al lado del toro de Wall Street. Estos turistas brasileños son raros, igual que la llamada perdida que encontré en mi celular cuando desperté o que la ausencia de caras conocidas en mi viaje hacia el downtown. Todo raro.

Ya en la oficina, lo primero fue una llamada de Minaya, que de paso no quiere que mencione su nombre sino que prefiere que lo describa, cosa que no haré, para decirme que venía tarde. No sé si lo había mencionado, pero el jefe del área en la que trabajo se tomó unos días libres y me dejó al mando del buque. Parece que es cierto que cuando el gato sale los ratones hacen fiesta, ya que ayer la hora de almuerzo fue levemente más larga de lo habitual. Generalmente los viernes pasa eso, ya que salimos todos a almorzar fuera y generalmente nos desordenamos un resto, pero ayer no era viernes.

Hoy es viernes, y es un viernes raro. Es mi primer viernes en la casa nueva. Es el fin de mi primera semana tomando este nuevo bus, en que las caras conocidas se dan solo hasta el jueves y en un barrio nuevo donde llaman a las dos de la mañana y no dejan mensaje. El lunes regresará Joe a hacerse cargo nuevamente y me preguntará como estuvo todo. Dudo que le interese saber lo que me pasó esta rara mañana.

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