: : Vida de perros

El otro día venía atrasado a la oficina. Nunca llego tarde así que no me preocupé demasiado. Llamé para avisar y listo. No había porque sentirse mal ni nada por el estilo. No es cosa del otro mundo, claro que en verdad odio llegar tarde. Me desagrada mucho para ser honesto. No lo soporto. En alguna parte de mi cabeza está guardado que llegar tarde es una muestra de poco respeto. Cada vez que uno llega tarde a algún lado hay alguien que se quedó esperando. Triste. El asunto es que iba tarde a la oficina pero estaba tranquilo ya que había avisado. Claro que no tan tranquilo, ya que de todas maneras no quería llegar DEMASIADO tarde. Por suerte cuando me bajé del tren noté que venía el bus que me deja justo al frente del edificio en donde trabajo. No lo pensé dos veces y troté para alcanzarlo. Si no tomaba ese bus me tocaba tomar el trolley, lo malo es que me deja a dos cuadras del edificio. Demasiado. Una locura. No había donde perderse. A trotar se ha dicho. Por suerte alcancé a subir y la puerta se cerró a mi espalda. Una exhalación, entre cansancio y satisfacción salió de mí. Me senté y partimos.

A poco de partir, el bus realizó su primera parada. Bajó una señora. No subió nadie. Seguimos. Luz roja. Paramos. El bus iba lleno de mal humorados ciudadanos. La gran mayoría muy complicados por que el transporte anterior no había pasado. Horror. El bus pasa cada media hora, o sea que iban atrasados por lo menos una hora a donde quiera que fueran. Terrible. Partimos y en la segunda parada comenzó el espectáculo. Subió una señora vestida como guardia de seguridad. Como no era Halloween, asumo que es lo que era. Después, un tipo gordo, bajo y medio calvo comenzó a subir un montón de cajas y paquetes. Hasta ahí todo bien, el problema fue que no iba solo y el chofer lo detuvo de inmediato. “¿Dónde va con ese perro?” preguntó. No sólo no respondió sino que siguió adelante con el abordaje de su amigo canino. El tipo no entendió ya que la pregunta iba en inglés. Entonces el conductor repitió la pregunta y cuando se dio cuenta de que no estaba siendo entendido pidió ayuda a los pasajeros que, a esa altura, comenzaban a murmurar por la demora. Dos o tres amables pasajeros saltaron a traducir lo cual tampoco ayudaba mucho, sin embargo el caballero contestó que el can era su acompañante. En el bus venía un empleado de la compañía de transporte que estaba supervisando la travesía. Se acercó para enterarse de lo que pasaba y rápidamente dijo que el animal no podía subir a menos que fuera un perro lazarillo. “¿Su perro es de ayuda?” preguntó el supervisor, mientras el chofer ya mostraba claros indicios de mal humor. Las traductoras, que a esa altura sumaban al menos cuatro, le hicieron saber al pasajero lo que se le preguntaba, a lo que respondió que su mascota lo ayudaba mucho, cuidando su casa.

Ya habíamos perdido unos cinco minutos en este ir y venir de preguntas y respuestas, entonces una señora, rellenita ella, molesta con el sistema de transporte público y con todo el mundo en general, comenzó a atacar verbalmente a medio mundo en inglés, defendiendo los derechos del perro a subir, arguyendo además que el asunto no era problema de nadie. Nos trató a todos mal diciendo que el perro era mejor que muchos de quienes íbamos en el transporte público. No discutiré ese punto, ya que, en algunos casos puede haber tenido razón. Quien soy yo para negarlo. El punto es que la gordita alegó y alegó hasta que puso los nervios de otra señora de punta y le empezó a debatir airadamente sus dichos. Por otro lado, otra afable dama le traducía a quienes no estaban entendiendo las elocuciones de la desventurada gordita. Como era de esperarse, quienes se sintieron golpeados con las sentencias de la desdichada obesa comenzaron a alegar de inmediato. La imagen era sobrecogedora. Volviendo al perro, el supervisor preguntó al prospecto de pasajero si tenía los papeles de su mascota, los cuales después de la traducción de rigor comenzó a buscar en su billetera. Luego de mirar en ella por unos segundo pregunto que de qué papeles le estaban hablando. Una maravilla. A esa altura llevábamos unos siete minutos detenidos y los murmullos eran gritos. “Déjenlo subir”, “Sigamos”, “Hasta cuando”, “Voy atrasado”, etc. Al final el perro subió y se sentó tranquilito. Claro que no pagó su pasaje. Movió la cola. Era un perro mestizo. Un quiltro flaco. Un chucho. Simpático, pero sin pedigrí alguno. Finalmente partimos. Se reanudó el viaje. Nos pusimos en marcha. El problema es que ahora no había como callar a la señora rolliza que había dejado en claro que no era una persona simpática y fácil de tratar, y a quien como si fuera poco, todos le caíamos mal. ¿Será esto a lo que se refieren cuando dicen “vida de perros”?

: : Homenaje a un par de perras

Una semana como esta, pero en el año 1969, los rusos mandaron al espacio el Sputnik 5. En su interior iban dos perras y 40 ratones. Belka y Strelka eran las canes. Ya nadie habla de ellas. De las cuarenta ratas no se mencionan nombres. Tal vez por algún asunto de seguridad nacional. Recordemos que esto se hizo en medio de la Guerra Fría que por suerte ya terminó, o al menos eso nos han hecho creer.

Mandar dos perras al espacio sin nadie que les recogiera sus excrementos es cosa seria. Una falta grave a los códigos de etiqueta de la actualidad. El que tiene perro que lo cuide. Para eso estamos. El mejor amigo del hombre debe ser servido. En su momento nadie se quejó. Lo de las cuarenta ratas es otro problema. A ellas nadie las defiende ya que se cuidan solas. Además se les tiene mucha bronca por eso de las enfermedades que acarrean y otros males no menores. ¿Por qué cuarenta? Tal vez haciendo referencia a los cuarenta ladrones de Ali Baba. Ladrones, roedores. Claros problemas de los tiempos modernos a pesar de que han estado entre nosotros desde siempre. Los ladrones, a menos que sean como los seguidores de Robin Hood, no son queridos por nadie y por cierto los roedores tampoco.

Sin embargo lo de las perritas es otro problema. Me caen bien los canes. En mi casa tenemos una, se llama Lainey, en homenaje a un personaje de Seinfeld. Una belleza de animal. Noble como ella sola. Una tremenda compañía. Ella tiene quienes la cuiden. Las pobres Belka y Strelka son asunto olvidado. No hay estatuas en su honor ni nada. En la plaza roja deberían tenerles al menos una plaquita con sus nombres. Pero no, ya nadie las menciona. Se fueron al espacio una semana como esta pero hace cincuenta años y ya.

Por el bien de la humanidad se hacen experimentos con animales una y otra vez hasta conseguir resultados auspiciadores. Se les da la oportunidad a los científicos y a los inventores. Todos tienen una y otra oportunidad de hacer las cosas, menos nosotros los simples mortales. Que se le va a hacer. Así no mas es la vida.

Perros, monos y ratas en el espacio. ¿Qué vendrá después? Lo más probable que sean abogados, políticos, banqueros y millonarios también. Creo que al final da como lo mismo.

: : El plantón del domingo

El sábado quedamos en que el domingo trabajaríamos y no pasó nada. Mi señora tenía planes de ir a la playa y fueron cancelados. No fue culpa mía. Me habían dejado plantado. Sentado al lado del teléfono como una Penélope. La de Serrat. La que se quedó solterona. Pobrecita ella. Pero en fin, el punto queda claro. No necesito darles más detalles. De todo lo malo siempre sale algo positivo. Un aprendizaje, un contacto, una anécdota entretenida. En este caso, mientras esperaba que sonara el teléfono saqué del cajón mis lápices y una libreta y me puse a dibujar. Pasé toda la tarde dibujando. Tal vez algún día les muestre mis dibujos nuevos. Lo más entretenido es que me sentí muy bien haciéndolo. Fue un hermoso reencuentro.

Hace mucho que no pasaba una tarde dedicada al dibujo. Creo que me hizo bien. De vez en cuando es bueno dejar todo y recuperar aquellas cosillas que nos hacían feliz. Mi señora estaba molesta por el plantón que me habían dado, sin embargo quedó encantada con los bosquejos que saqué. Una maravilla. Una tarde de playa que se había ido por los caños se había convertido en una tarde para la creatividad.

No es agradable que nadie pierda nuestro tiempo, especialmente porque es bien sabido que el tiempo perdido no se recupera. Si yo decido perder mi tiempo es problema mío. Pero que otra persona lo haga no está bien. No es correcto. Debería de alguna manera ser penado por la ley. Alguien debería establecer un número ochocientos donde poder dejar estampada la queja. Un lugar donde uno pudiera desahogarse. Pero no existe ese lugar especial. Nadie le para bolas al tiempo. Nadie se pone a pensar en que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Bueno, Milanés lo hizo y parece que fue el último.

Pero perder el tiempo tampoco es algo bueno. Cualquier cosa que se pierda se extraña. La memoria, las argollas, un libro o cuaderno. Se pierden los goles y en castigo te los hacen. Se pierden los estribos y las llaves. El asunto, es que a penas nos damos cuenta que hemos perdido algo, de inmediato lo extrañamos y más que nunca lo necesitamos. Triste, pero lo que se perdió se perdió. Especialmente el tiempo.

La pobre Penélope de Serrat perdió su tiempo esperando a su galán y al final perdió también su juventud y su cordura. Se quedó solterona. Triste. Una lástima. Los que la querían y miraban como pasaba esto sufrían. Así es, como mi señora sufría sabiendo que estábamos perdiendo una hermosa tarde para estar en la playa. Lo importante, es que algo bueno sacamos de todo esto. Al final no todo estaba perdido.

: : Puede que si y puede que no...

Al parecer los señores de British Petroleum lograron parar el derrame de petróleo en el Golfo de México. Al menos eso nos dicen los medios de comunicación. Quien sabe si podamos confiar en ellos. Puede que si y puede que no. La dualidad de la vida es una constante. Tenemos lo material y lo espiritual. Por cada Jing tenemos un Jang. Si tenemos día, también tendremos noche, razón y fe, bien y mal y bla, bla, bla. Para todo lo que hacemos hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que se dé como de que no.

Puede que el derrame de petróleo se haya detenido como puede ser que no. Quien sabe. Es triste depender tanto de los medios y al final no poder confiar al cien por ciento en ellos. Una lástima. Cuando chico creía en todo lo que leía. Ahora que ya soy un adulto encuentro difícil creer con la misma facilidad. Lo triste es que hay millones que nunca han dejado de creer y que se tragan cualquier cosa que les den. Horror. Triste pero cierto, y los mentirosos lo saben y por eso siguen alimentándolos con sus mentiras.

No es fácil no creer. Eso también es triste. No se puede vivir una vida sin creer en nada ya que llega un momento en que uno se encuentra solo. Aislado. Marginado. Nadie quiere estar con alguien que no cree en nada. Lo tildan de amargado. Por alguna razón hay quienes toman las creencias como si fueran golosinas. Ahora que lo pienso, puede que si lo sean, quien sabe. Las amarguras de la vida se pasan con los placebos como la religión y los deportes. Otros pasan las amarguras con alcohol. De acuerdo con esto los predicadores, los peloteros y don Juanito Walker deberían ser considerados males necesarios para las amargadas existencias de los humanos.

A veces me siento como si estuviera parado afuera de un restaurante mirando a los comensales disfrutar de sus cenas. Miro desde el otro lado de la vitrina. Los veo mover sus labios en gratas conversaciones pero no los escucho. Sólo oigo los ruidos de afuera. La gente que pasa apurada. Las bocinas y los motores. Los gritos lejanos. El zumbido molesto producido por la gente hablando por todos lados. Adentro en el salón están los que creen en algo sin cuestionarse nada. Afuera los que nos cuestionamos todo. Al parecer los de afuera somos más. Sin embargo nos comunicamos menos. Estamos repartidos. No nos conocemos. En verdad, puede ser que si sea más solitario de este lado.

Pasamos la vida caminando sobre este tejido de cuadrados blancos y negros. No siempre ponemos atención a las cosas, pero por cierto ahí están. Nos observan. Siempre hay alguien mirando. No estamos solos aunque a veces nos sintamos así. El dualismo está presente. No nos deja. Querámoslo o no, siempre está. Hoy jugaré a la lotería una vez más. Puede que gane o puede que no. Veremos. Para que pasen las cosas siempre hay que dar un primer paso. En todo caso, aunque los señores de BP hayan detenido el derrame, hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que no les compre su combustible nunca más.

: : Dejando que la mente vuele

El verano de 1984 fue memorable por muchas razones las cuales no pretendo contar ahora, ya que no se trata de eso que voy hablar. La razón por la que mencioné esa fecha tiene que ver con un tema que acabo de escuchar en iTunes. Así funciona la mente. Es una loca que cualquier cosa, por pequeña que sea la trasporta. En verdad, cuando uno está en un lugar en el que se siente incómodo, lo único que le queda por hacer es dejar que su imaginación viaje lo más lejos que pueda. Con o sin rumbo da lo mismo. Que nos lleve a mejores lugares. A sitios en donde hemos sido felices o lugares en que creamos poder serlo.

Debo reconocer que siempre he sido un tipo afortunado, a pesar de que a veces me quiero convencer de lo contrario. La señora fortuna de una forma u otra se las arregla para dejarme saber que he sido acariciado por su varita mágica. La suerte siempre me da la razón aún cuando a veces piense que me ha dejado. Tengo suerte de tener tantos buenos recuerdos atesorados en mi memoria, y tengo suerte ya que sé que aún quedan muchas cosas buenas por venir.

El valor de los recuerdos varía según la edad en que fueron creados. Por ejemplo, los que guardo de ese verano se refieren mas al desenfreno de un jovencito que sólo piensa en el aquí y en el ahora. Eran hasta cierto punto egoístas. Unipersonales. Singulares. Ahora, mis recuerdos son colectivos, en ellos vienen el reflejo de las vidas de mis hijos. Ya no sólo veo a través de mis ojos sino que también por los de ellos. Disfruto de sus fotografías en Facebook junto a sus amigos y me trasporto a esos tiempos en que estaba con los míos. Mucho tiempo ha pasado. Mucha agua ha corrido por debajo del puente.

Gracias al macabro Internet muchas cosas buenas se han podido dar en nuestras solitarias vidas. Nos hemos vuelto a comunicar con los recuerdos. Nuestras mentes han dado una nueva y feroz pelea contra el Alzheimer. No somos pocos quienes nos hemos dado el tiempo de mirar atrás en nuestras vidas y de paso, ver como les ha ido a nuestros amigos de infancia. Que tiempos aquellos, sin preocupaciones ni problemas. Cuando el tiempo parecía que nunca iba a pasar. Cuando no amanecíamos molidos después de una noche de fiesta. Ahora, con suerte me da el cuero para salir de juerga una o dos veces al mes y la recuperación se da en un par de días y no en horas. Como ha pasado el tiempo.

De una cosa me he dado cuenta. Las cosas que me gustaban en esa época son mas o menos las mismas que me gustan ahora. No han cambiado mucho mis gustos con el paso del tiempo. En ciertas cosas se han refinado, en otras son exactamente iguales. Sigo siendo el mismo. Con algunos kilos de más. Pero que le vamos a hacer si la gravedad nos maltrata con los años. Es como la televisión que aumenta de peso a los animadores. Los años no pasan en vano.

La mente es cosa seria. Debe ser horrible perderla. Olvidar todo. Quedarse en blanco. Debe ser por eso que me da mucha lástima lo de Cerati. Su música acompaña muchos de mis recuerdos ochenteros. Una época inolvidable. Ojalá que se recupere.

: : A Marte los pasajes

Ahora si que estoy feliz. Se preguntarán… Why? Sucede que acabo de leer que finalmente lograron el mapa más detallado del planeta Marte. ¿Por qué podría alegrarme eso se preguntarán? Bueno, sucede que siempre he sido un viajero empedernido, un romántico viajero. Sin embargo, no me gusta viajar sin mapas. Me pierdo. Para algunos puede ser algo entretenido, pero en mi caso es desagradable. La sensación que me produce andar perdido me complica. No es fácil. No es algo que me guste repetir una y otra vez. Prefiero evitarlo. Ahora con los GPS soy feliz. Me encanta la experiencia. Además me hablan. Cuando ando sólo me siento acompañado. Claro que hace tiempo que no ando solo. Mi señora no me lo permite.

Hay sensaciones muy desagradables que siempre son mejores evitar. No todos somos masoquistas, aunque después de las elecciones en algunos países, no diré cuales, parece que si lo son. Claramente les gusta el dolor. Eligen erróneamente a pesar de que los hechos y la historia les demuestran lo contrario. Mi vieja decía que la gente después de cierta edad no cambia, empeora. Mi señora dice lo mismo. Pienso igual que ellas. Darse vuelta la chaqueta sólo engaña a quienes no quieren poner atención. Sólo sucede en las películas dirían por ahí, Pero pasa. Mas seguido de lo que uno pudiera imaginar.

Las personas se creen los cuentos que les dicen por flojera. No quieren darse el trabajo de pensar por si mismos. La apatía no es más que flojera. Por ejemplo, hay un candidato a gobernador del estado en el que vivo. Leí un articulo muy interesante donde se preguntaban quién era este personaje, sólo se sabe que representa a un partido de oposición, que es multimillonario y que es ULTRA conservador. Tiene avisos por todos lados, y se jacta de que sus aliados son los Benjamines, refiriéndose a los billetes de cien dólares donde aparece la cara de Franklin.

El articulo en cuestión habla de la posibilidad casi cierta de que gane las elecciones. La gente no tiene idea de quien es, sin embargo, gracias a la repetición incesante de su nombre en la televisión, los diarios y hasta las paradas de los buses, la gente votará por él. Triste pero cierto, lo más probable es que gane el que tiene más dinero.

Puede que sea un idealista, no lo dudo. Por eso no deja de sorprenderme el hecho de que las personas sientan flojera a la hora de elegir a quienes les gobiernan. No entiendo que se crean los cuentos ni que les importe tan poco. Creo que es algo descabellado. Una locura. Una falta de amor por si mismos y pos sus comunidades. Es una lástima.

Creo que Marte es un muy buen lugar para visitar y por que no, quedarse a vivir. Siempre y cuando se pueda contar con aire fresco, agua pura y comida, mucha comida. Pienso que de haber vida en Marte, como nos presentaba Ray Bradbury, lo más probable es que sean seres inteligentes y hospitalarios. Con sólidas políticas medioambientales, de salud, de educación y no podemos dejar de lado lo cultural. Los museos en Marte deben ser geniales, cargados al rojo pero geniales.

: : La falta de tiempo

Hace tiempo que tengo ganas de escribir un cuento pero no siempre las ideas fluyen como debiera ser. En verdad, generalmente la mente divaga en momentos en que no tenemos un lápiz ni un papel en que dejarlas grabadas. Esas son algunas de las ironías de la vida. Pero que le vamos a hacer, así le debe suceder a todas las personas y no sólo a mí. Siempre tendemos a creer que la mala suerte es algo personal, sin embargo es algo común que le sucede a todas las personas. Es cosa de mirar alrededor y podremos ver que a todos nos pasa.

Mi vieja por supuesto tenía otra frase cliché al respecto, ella decía que mal de muchos es consuelo de tontos. Sabia mi viejita. Para variar tenía toda la razón. En todo caso es cierto. El mundo en que vivimos es el templo al Yo.

Hablando del Yo, les contaré que hace tiempo empecé a escribir una novela, la cual no ha ido a ninguna parte. Ahí quedó guardada en alguna memoria externa, ya que es ahí donde guardamos las cosas ahora, no en la nuestra, sino que en una comprada que tiene una capacidad limitada. Si me preguntan de que trata mi novela no sabría por donde empezar. Lo que tengo claro es que no es una novela de amor.

Tener bloqueos mentales es algo normal para los escritores he leído por ahí. Así que no debería preocuparme. Algún día me sentaré y terminaré de escribir ese cuento. Me conformo con que sea cuento y no novela. A veces un buen cuento es mejor que una mala novela. Eso puede ser que ayude. En una de esas la meta que me puse fue demasiado elevada. La vara me quedó inalcanzable. Demasiada alta para mí.

Nunca está demás sentarse a re estudiar algunas cosas de nuestras vidas. Los proyectos personales son los que primero dejamos de lado. Es más fácil olvidarlos que perseguirlos. A todos nos pasa, sin embargo, tengo claro que eso no es un consuelo.

“Eran pasadas las nueve y media de la mañana cuando sonó el teléfono. La habitación se encontraba a media luz, ya que las cortinas de papel crepado no son buenas a la hora de mantener la penumbra, sin embargo dan un tono cálido al entorno, sin duda en recuerdo dejado por su última compañera…” así empieza mi cuento. Nada del otro mundo, sin embargo es un cuento mío. Uno de tantos. Claro que al parecer los cuentos son más fáciles de contar en persona en medio de una conversación distendida y una que otra botella de vino que de ponerse por escrito. A veces las ideas no se quieren dejar escribir. Se ponen díscolas con el papel. No quieren nada con la hoja carta en blanco que aparece en el monitor.

La cosa puede que no sea tal y sólo es que no he tenido tiempo de sentarme a escribir. Eso. No he podido terminar de transcribir el cuento que está guardado en mi cabeza y en mi corazón por falta de tiempo. El reloj no ha querido darme el espacio necesario. Mis días han estado copados de actividades hasta tal punto que no he podido seguir adelante con mi sueño. Perfecto, ahora que encontré una buena y popular excusa puedo volver a lo que, fuese lo que fuese, no era para nada una perdida de tiempo.

: : No se equivocó el zorzal

Entre dos árboles, esbelto como columnas se encuentra un caballero burgués. Sombrero de copa y bastón en una mano, mientras que en la otra sostiene una taza. No puedo menos que pensar que en su interior contenga Té. Un bigotito fino y peinado engominado. Sobre su cabeza, cuelga un reloj de bolsillo. Una saboneta antiquísima y sin cadena que marca las doce. En una de las ramas del árbol de la derecha descansa o tal vez asecha una serpiente. A los pies del otro macizo, un felino salvaje. De fondo un mapa de alguna parte del planeta que no puedo definir. Es un mapa viejo, tanto como la apariencia del caballero del centro. El tipo se ve elegante y distinguido, a pesar de que en la actualidad seria tomado como cochero de calesa o portero de hotel de cinco estrellas.

Lo que les describo es una ilustración que acompañaba a un poco interesante escrito sobre Diderot, un renombrado filósofo de la ilustración. La verdad es que el dibujo me trasportó mucho mas que el escrito en sí. Me permitió dejar volar mi imaginación hacia otros lugares. Me hizo pensar. Lo que me pasó fue algo así como las películas actuales en que los efectos especiales nos llenan más la mente que el guión. De hecho, muchas de estas películas carecen de uno por completo. Triste. Las percepciones de todas las cosas han ido variando hasta un punto en que a veces nos encontramos entre mensajes sin sentido que no enriquecen y que se dilatan.

Esto me pasa muy seguido lamentablemente. Los intelectuales se vuelan escribiendo. Usan las palabras más difíciles y mientras más complicado sea lo que entregan, mejor. La idea es dejar en claro que saben mucho y los demás no. Si se entiende lo que escriben da lo mismo. La idea es que no sea entendido. Por otro lado, la carencia de mensajes también es otra realidad de nuestro súper siglo veintiuno. Gardel lo dijo, el mundo fue y será una porquería… y en el dos mil también. No se equivocó el zorzal.

El problema de la falta de mensajes contundentes y enriquecedores es que allá afuera está lleno de jóvenes que no tienen idea de lo que quieren ni hacia donde van y que ven en Mtv los modelos que deben seguir. Les dicen cómo deben vestirse, lo que deben comer o beber, como deben caminar y hasta como deben hablar. Una lástima. Cada vez son menos los jóvenes que quieren perseguir una carrera o que tienen intenciones de cambiar algo. De hecho, no se dan cuenta de que no están en nada ni de que la vida pasa y que el tiempo perdido no se recupera. Lo más triste es que muchos padres están en la misma onda que sus hijos. Consumidos por el consumismo y por la descomunicación.

Debo reconocer que fui un afortunado de haber crecido en los setenta y ochenta. Creo que esas fueron las últimas buenas épocas. Ricas en retos y fuertemente creativas. Ahora que ya estoy en mis cuarentas, me doy cuenta de que de los noventa para adelante la cosa como que se enfrió. Cómo que se enfriaron los corazones y se bloquearon las mentes. Vivimos en la generación Nintendo. La generación Ipod, Ipad, Iphone. Gracias Steve Jobs por tus regalos de reclusión en el yo. Alguien escribió en feisbuk el otro día que lo mejor de ese medio era que había logrado que las personas volvieran a hacer lo que antes hacían en la calle, interactuar. Tenía toda la razón.

: : 37 avenida

atado sin misericordia
entre cuatro murallas
despintadas y roídas
siento

rebelado contra todos
transito las arterias sucias
sin itinerario ni agenda
me marchito

no encuentro nadie en mi interior
las brazas están frías
como muertas

quiero estar en otro lugar
cualquiera pero lejos de aquí

en lo recóndito
se encuentra oculto el chiquillo
que se perdió en claremont

aquí sigo esclavo
atado sin misericordia
mientras el día se aleja lentamente
hacia el mar

© 2010

: : La ballena y el Intrepid

Una ballena de cuarenta toneladas se pegó un mal salto. El peor de su vida y dejó a los intrépidos tripulantes del Intrepid con su velero hecho trizas en el medio de la bahía, al frente de Ciudad del Cabo. Triste que haya sucedido ahora, ya que de haber pasado en época del Mundial podría haberse tomado como lo mejor del certamen futbolero. El asunto parece cuento pero en verdad no lo es. El cetáceo perdió el equilibrio. Se dio un tropezón. Llámelo como quiera, el asunto es que el Intrepid pagó los platos rotos. Siempre los más pequeños, débiles, desvalidos, vulnerables pagan por los descalabros de los grandes.

Pero en este asunto ¿Quién paga? Nadie. Sacando conclusiones, esta ballena no tiene culpa alguna en lo sucedido, por lo cual no se debería esperar que ella pague por los daños, sin embargo, creo que esta determinación se debe tomar luego de haber visto los resultados de la alcoholemia. Eso es lo mínimo que podríamos esperar. Ahora bien, la ballena solita debería ver como arregla el entuerto, es lo mínimo en una sociedad decente. A menos por supuesto, que bajo el mar las cosas sean distintas.

Siendo que el hecho no sucedió en tierra firme no se podría esperar que sea la justicia ordinaria la que determine en este asunto. El problema es que si bien es cierto el asunto sucedió en el mar, no fue precisamente en este donde se dio la situación sino que en el aire. La ballena volaba cuando aterrizó sobre la pequeña embarcación. De ser así, la justicia aeronáutica debería tomar cartas en el asunto.

De ser condenado el cetáceo los más felices deberían ser los japoneses, ya que podrían pedir ser ellos quienes le apliquen justicia faenándola cruelmente dentro de uno de sus barquitos. Horror. No creo que el asunto sea para tanto. Como ya dije, dudo que la ballenita lo haya hecho de adrede. No hubo mala intención sino sólo un error de cálculo. Una cosa poca dirán por ahí. Nada que no se pueda arreglar a lo amigo. Sin necesidad de recurrir a las autoridades. Que como vimos, no se sabe cuales puedan ser.

Pero no nos olvidemos del Intrepid. Como ya dije, pagó los platos rotos. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Que tristeza. Un bello día disfrutando del sol en el mar destruido por una ballena confundida. No hay respeto digo yo. Uno se pasa la vida protegiendo a estos mamíferos acuáticos para que uno venga y se mande este numerito. Por suerte no hubo heridos que lamentar, claro que la ballena debe haber terminado cojeando o mejor dicho, nadando con problemas.

Esta si que es una buena historia náutica. “El otro día mientras navegaba por la bahía apareció una tremenda ballena de unas doscientas toneladas que cayó sobre la cubierta de popa…” o algo por el estilo para comenzar. Todos sabemos que los hombres de mar siempre exageran en el tamaño de los peces que agarran. Claro que la ballena también podría contar una buena historia a sus amigas en las profundidades. “Andaba contenta por ahí chapoteando cuando me pego el salto y, no se que me vino, pero perdí el equilibrio y caí arriba de un velerito que pasaba. Seré tonta.” Entonces sus amigas se largarían todas a reír alegremente. Al final el asunto no es más que eso. Una anécdota para la risa.

: : Por los tornillos de la madre

Me bajé del trolley y caminé como de costumbre. Por la sombrita, ya que el astro rey anda pegando que da miedo. Que calor nos ha tocado este verano. En el hemisferio sur en cambio, se están congelando. Hay nieve donde nunca antes la hubo. Terrible. La madre tierra se nos volvió loca. En una de esas le llegó la menopausia y nadie lo había anticipado.

El asunto es que el calor que nos ha tocado es cosa seria, y como si fuera poco ya anunciaron que la temporada de huracanes (que de paso empezó hace ya varios días), viene cargadita al descontrol. Habrá esquizofrenia en las aguas del trópico. Los vientos soplarán descontrolados y la lluvia caerá sin medida ni clemencia.

Cuando uno lo piensa detenidamente, no hay un lugar en el planeta que pueda ser considerado perfecto. Creo que eso no es más que una ilusión. Para donde uno mire tenemos huracanes, tornados, tsunamis, avalanchas, inundaciones. Ni hablar de los calores extremos o los fríos hiperbóreos. Ni hablar de los mosquitos, los animales venenosos, los sanguinarios depredadores. No estamos seguros ni en la tierra ni en el mar. Horror. A la pachamama se le aflojaron los tornillos. Finalmente la sacamos de sus casillas y que quede claro que no me refiero a Iker.

La madre tierra se ha transformado en una vieja demente, trastornada, chiflada. Es nuestra culpa y de nadie mas. La pobre ahora debe estar dedicada a criar gatos por docenas. Está encerrada en un departamento oscuro y maloliente. Sola. Triste. Perdida en sus recuerdos. Así hacen generalmente las damas de edad avanzada que pierden su acercamiento con la realidad. Pobrecitas. Lo bueno, es que dicen que los gatos son animalitos limpios y que no requieren de grandes cuidados. Se atienden solitos. En lo personal no tengo nada contra los felinos. Hace algunos años tuve uno. Se llamaba Lord Parsifal. Estaba totalmente loco.

Ayer hablaba con un amigo que antes de que su padre falleciera le prometió hacerse cargo de su madre. La señora tiene ahora como noventa años y hace algún tiempo sufrió un derrame que le quitó para siempre su independencia. Mi amigo ha cumplido la promesa que le hizo a su padre y cuida de ella como se lo merece una madre. Eso es raro en este país. Acá la percepción que se tiene de los ancianos es distinta, En pocas palabras, la política es cada uno cuida de si mismo. Y san se acabó. Volviendo a lo mío, creo que la madre tierra también merece de nuestros cuidados. No podemos dejar que su demencia siga en aumento por culpa de la soledad y de los malos tratos de sus hijos. Debemos ser agradecidos. No olvidemos que todo lo que somos y tenemos se lo debemos.

: : De visita donde Sherlock

Estaba en el estudio de una hermosa casa estilo Victoriana. Todo bellamente decorado. De mucho gusto. Muchas antigüedades, como era de esperarse. Muchos libros de tapas de cuero color café en los estantes. Fotos antiguas con bellos marcos por todos lados. En las paredes cuadros de cacerías a caballo. Los ventanales tenían marcos blancos. La vista daba a un parque. Al otro lado de la puerta doble había un gran escritorio de madera gruesa y brillante. Entre dos sillas de respaldo alto había una mesita de madera redonda de tres patas, sobre ella una fuente de cristal con chocolates. Todo lleno de finura y elegancia. Me senté a esperar. No tenía otra alternativa.

Habrán pasado no más de tres minutos cuando por la puerta apareció un tipo alto, muy delgado, de prominente nariz aguileña. Era nada menos que Sherlock Holmes, como podrán ver estaba soñando. No cabe la menor duda, ya que el tipo en cuestión fue un invento de Conan Doyle y no una persona real. Segundo, de haber sido real ya estaría más que muerto, en ese caso habría sido un fantasma, y este cuento no es de terror, así que eso queda fuera de toda consideración.

Sherlock vino y me saludó muy cordialmente, como si nos conociéramos de antes. No puedo negar que por años he sido un seguidor empedernido de sus historias, sin embargo nunca antes me había topado con el detective ni en sueños, así que no puedo negar que me llamó la atención su entusiasmo al verme.

Conversamos un buen rato, ya que se fumó al menos tres pipas. Lo que en tiempo podría ser más de una hora con facilidad. Le pregunté por el doctor Watson, pero no me contestó y cambió el tema. Quién sabe si habrán estado peleados al momento de este encuentro. Puede ser. Compartieron el mismo apartamento por varios años, puede que al final ya no se soportaran. Tengo un gran amigo con el que compartimos un apartamento en el centro de Santiago. Vivimos ahí como tres meses y después de eso no nos volvimos a hablar. Cosas de la vida. Recuerdo que su madre nos dijo que era un error mudarnos juntos. Al principio lo pasamos súper bien, hasta que aparecieron las hijas de Venus y se nos fue la convivencia a las pailas. Que triste.

Para ser honesto no recuerdo para nada de qué hablamos con el señor Holmes a parte de ese detalle de Watson. Debe haber sido entretenido o si no me hubiera ido a soñar con otra cosa. No me queda claro si se pueden manipular los sueños. Creo que no. Cuando tengo pesadillas generalmente la única salida es despertar sobresaltado. En una de esas la visita a la casa del más grande investigador de todos los tiempos fue terrible y simplemente no me desperté a tiempo.

: : La anticuada doña FIFA

No tengo la menor idea de que irá a ser de nosotros ahora que se terminó el Mundial. Los horarios de los partidos eran ideales para acortar el día en la oficina. A las 10 el internet se ponía lento ya que todo el mundo estaba streaming desde sus computadores. Tanto así que finalmente los jefazos dijeron que era mejor poner un televisor en la sala de reuniones, y así se hizo. La cosa mejoró montones para los que no amantes del deporte rey preferían producir dividendos para la compañía. Otros, entre los que me incluyo, escapábamos a ver a los veintidós gladiadores detrás de la escurridiza yabulani, acompañados del hipnótico canto de las vuvuzelas.

La cosa es que se nos acabó el Mundial y nuevamente hemos sido arrastrados de manera brutal e inmisericordiosa a nuestras estaciones de trabajo. Increíble. No hay respeto por el dolor ajeno. Mis selecciones (ya que debo reconocer que tuve más de una predilección), no consiguieron los logros que se esperaban de ellos. Triste. Pero nos regalaron momentos felices mientras duró el ensueño. Genial. Para eso estamos. Para vivir plenamente esos momentos, generalmente cortos, de alegrías. Lo lindo es que esas pequeñas alegrías nos mantienen por años, gracias a que se convierten en recuerdos. Anécdotas. Cuentos.

Por un lado podríamos tertuliar largo y tendido con el mal desempeño de los señores jueces de campo, los colegiados. Malos, muy malos. No todos por supuesto. Hubo uno que otro que se salvó y pasó inadvertido por el campo de juego, ya que no deberían ser ellos los protagonistas, algo que algunos aún no comprenden. Otra velada extensa podría darse alrededor de la pelotita esa. Parece que tenía un conejo dentro. La idea era que se vieran más goles. No fue así. Por el contrario, vimos menos goles y un montón de frustrados jugadores corriendo a ver si la alcanzaban, ya que la gordita de cuero daba un bote y apretaba cachete. Se arrancaba como si creyera que se la querían comer. Pobre pelotita.

La seguridad en Sudáfrica fue un tema recurrente. No deben haber sido pocos quienes pudiendo no fueron al Mundial por temor. No es para menos, ese continente no ha sido una taza de leche que digamos. Acá en mi oficina la seguridad es cosa seria. No podemos hacer nada sin que tengamos que marcar tarjeta, o poner el dedo, o usar alguno de los aparatos magnéticos que nos dieron. Horror. No se puede ir al baño sin que seguridad lo sepa. ¿Tendrán cámaras en las letrinas? Quién sabe, eso ya es tema para otro artículo.

Volviendo al tema, la FIFA nos regaló un mes de competencia. No fue un buen Mundial. Fue mediocre. He visto mejores. La final fue súper aburrida. Mi amigo John me dijo que lo despertara si algo pasaba. Para los gringos el futbol es fastidioso. Pesado. Están acostumbrados a deportes rápidos y con muchos goles por lado. Como le explica uno que la FIFA no se quiera modernizar aplicando tecnología para refutar algunos, claramente desacertados fallos arbitrales. No hay manera. No se puede. La señora FIFA es anticuada y hace lo que quiere. No le interesa modernizarse. Ahora bien, lo que pedimos no son cambios monumentales. Tampoco tienen porque ser cambios que apliquen a todas las pequeñas ligas del mundo, pero si para las finales de las competencias grandes, como un Mundial por ejemplo, no hay nada más grande que eso.

Ahora que se nos acabó el Mundial no nos queda más que volver a trabajar a esas horas en que disfrutábamos del futbol. Se acabó el recreo cabritos. A producir se ha dicho. A ganar dinero como locos ya que para eso estamos. Por supuesto que no para nosotros, si para los dueños de la compañía. A nosotros no nos toca nada.

: : Cosas que decir

Hace varios meses dejé de escribir. No por falta de ganas sino de tiempo. El tiempo es de esas cosas que se nos escapan de las manos rápidamente, igual que el dinero. Generalmente está gastado antes de que nos llegue. Bueno, debo reconocer que eso no es algo que le pase a todo el mundo, sin embargo la mayoría de las personas posiblemente se puedan identificar con ese ejemplo. La cosa es que de repente me quedé sin tiempo para nada. Mentira, algo de tiempo me quedaba, pero las ganas de escribir, o mejor dicho las fuerzas como para hacerlo después de largos días de trabajo eran pocas y así como así dejé de escribir.

Ahora que lo pienso, puede ser que no haya tenido mucho que decir. Eso también sucede a veces. Uno se queda en blanco. Por otro lado, que tal si el problema no fuera ese, sino que talvez no era agradable lo que tenía para comentar. Mi madre decía que si no tenía algo bueno que decir mejor no dijera nada. En una de esas por eso calle todos estos meses. Me quedé sin cosas buenas que decir. Puede ser, por qué no.

Es triste no tener algo agradable que decir de algo o de alguien. Es triste por uno, y más triste por el otro. Debe sentirse feo que nadie tenga algo bueno que decir de uno. No soy santo, así que estoy seguro de que por ahí hay quienes no tienen nada bueno que decir de mí. Triste por ellos, jajaja. Esa fue una bromita mía. Ahora entramos en el tema de las apreciaciones. Por ahí dicen que todo depende del cristal con que se miran las cosas. Las apreciaciones al final dependen de muchos factores. De hecho está claro que no son pocos quienes piensan de manera distinta a la mía. Sin ir mas lejos, mi madre no compartía todas mis ideas, mi padre tampoco, sin embargo ellos me enseñaron que lo que importaba era tenerlas. Me dijeron que no me quedara con una sola opinión sino que sacara mis propias conclusiones. Que no repitiera como loro ideas de otros sin habérmelas cuestionado primero. Un profesor en la universidad me dijo una vez que era sano y saludable dudar. Les he hecho caso.

Puede ser por eso que estos meses guardé silencio. Talvez en verdad no tenía nada bueno que decir de nada ni de nadie. Puede ser, quien sabe. Puede que sólo haya sido flojera. Quien sabe si en verdad me había quedado en blanco o realmente no tenía tiempo. En una de esas fue un poco de todo.

La cosa es que estoy escribiendo de nuevo, primero porque tengo el tiempo de hacerlo ya que las cosas están lentas en la oficina y segundo porque quería hacerlo. El calor de estos últimos meses no ha sido para nada agradable, y como olvidar los fríos excesivos del invierno pasado. Aunque no sean pocos quienes no lo quieren reconocer, el clima cambió para siempre. A reciclar se ha dicho. A ver si comenzamos a cambiar los hábitos en pos de un medioambiente más limpio y puro. No diré nada malo de los señores de BP, sin embargo sigo esperando que alguien tenga una solución para el problema del Golfo.

Que me dicen de la Ley Arizona aplicada aquí en la Florida. Horror. No diré nada de eso tampoco, ni hablaré de las personas que lo apoyaron ya que no tengo nada bueno que decir de ellos… guardaré silencio mejor.

Cambiando de tema, una lastima que Argentina se fuera del mundial, pero que le vamos a hacer, a veces los equipos no están para más. En todo caso no es fácil entrar a la cancha a enfrentar a un tremendo equipo y sin entrenador.

: : Sobre las aves y otras yerbas

La verdad es que las últimas semanas han estado llenas de trabajo. No me quejo. Eso es lo que esperamos todos. Es muy triste estar sentado en un escritorio haciendo nada, sufriendo por la incertidumbre de lo que vendrá. Por suerte estas últimas semanas han sido movidas. Nada de tiempo libre para sentarse a escribir. Igual me agrada mucho poder escribir, es un excelente entrenamiento mental. Claro que es distinto escribir por trabajo que por placer. Son ejercicios distintos. No tienen mucho en común.

Lo rico de sentarse a escribir es que es una especie de terapia. Un desahogo. Un cable a tierra dirían por ahí. Mi viaje diario es largo y veo un montón de cosas interesantes en mi camino que en ocasiones no tengo con quien conversar. Cuando llego a casa generalmente se me han escapado la mitad de estas situaciones. A veces sucede que se me vienen a la memoria mucho tiempo después cuando ya han perdido su importancia y frescura. Pero qué le vamos a hacer. No siempre se puede tener tiempo de escribir aún cuando uno lo persiga con ganas. Las ganas no siempre son suficientes.

Esta mañana sin ir más lejos, venía caminando hacia la oficina. Estaba fresco y corría mucho viento. El cielo estaba bellamente despejado pero el sol no calentaba. Delante de mí caminaba una pareja dispareja. Ella una mujer de volumen morrocotudo que me recordaba a Jaba de la Guerra de las Galaxias. Un ropero. Una mole. Ustedes me entienden. A su lado caminaba un caballero de aspecto frágil. Pequeño y de delgada contextura. Se veía insignificante al lado de su pareja. Asumo que eran pareja, ya que ella iba tomada de su escuálido brazo. La cosa es que mientras ellos caminaban una paloma defecó sobre el pobre hombre. Me impresionó su mala suerte, ya que claramente su compañera era un blanco más factible de ser agredido. Cosas de la vida. Ella se rio alegremente del percance de su acólito. Él, rojo, rubicundo, indignado miró al cielo buscando a su atacante, no sé bien para qué, ya que era poco lo que le podría haber hecho a menos de andar cargando un arma con mira telescópica. Los pasé por el lado y seguí mi camino hacia mi lugar de trabajo.

La historia es esa, no tiene nada de especial. Pero fue divertido. Salido de la rutina. Me sacó una sonrisa. Alguien podrá decir que a todos nos toca. Hace muchos años una paloma defecó en mi hombro mientras caminaba por el centro de Santiago. Recuerdo que una gaviota hizo lo mismo en el pareo que mi esposa había puesto en la arena de la playa para sentarse. Lo divertido es que la playa estaba vacía. Esa gaviota debe ser de algún escuadrón especial, ya que lo que hizo rayó en la perfección de la puntería.

Nadie controla a estas aves que vuelan sobre nuestras cabezas. Hacen lo suyo sin que nadie les diga nada. Por siglos, las palomas han hecho de las estatuas sus sanitarios sin el más mínimo reproche o reprimenda. Son símbolo de la paz por lo tanto intocables. Las gaviotas no lo hacen nada de mal. Las golondrinas deben hacer lo mismo cuando vienen de regreso para disfrutar del verano. No hay nadie que las controle. No tenemos un organismo que les explique que no pueden llegar y defecar donde quieran ya que caminando, hay personas comunes y corrientes que merecen un poco de respeto. Extrañamente pasa lo mismo con los banqueros. Son como las aves. Hacen y deshacen. Se salen siempre con la suya. Vivimos en una completa indefensión ante las aves y los banqueros. ¿Qué me dicen de las aseguradoras? Otro tipo de aves que los ornitólogos no han clasificado como corresponde. También estamos indefensos ante ellas. Quien lo diría. Darwin no vio en estas especies importancia real para ser estudiadas. No aparecen descritas en ninguno de sus cuadernos. Lo más probable es que en esa época no se habían desarrollado como en la actualidad. Poderosas. Enriquecidas hasta más no poder. Puede que sea por eso.

: : Los tiempos difíciles

Quién sabe cómo serán las cosas en Haití. Lo más probable es que sean peores de lo que creemos. Las imágenes que nos llegan desde la desgarrada isla son poderosas. Terribles. Increíbles. Acéfala y desabastecida la población llora a sus muertos mientras los delincuentes se aprovechan. Los bandoleros siempre se aprovechan de las malas situaciones. Es su naturaleza. Es parte de lo que somos como humanos. Pero así como situaciones como esta sacan lo peor de nuestra especie, por otro lado también aflora lo más noble y respetable. Dos caras de una misma moneda en lo que hoy pareciera ser tierra de nadie.

Haití está en estado de sitio. Sus instituciones, que desde hace tiempo no eran de lo mejor, ahora no tienen nada que ofrecer. No tienen soluciones para la magnitud del descalabro en que han quedado. No pueden, no pudieron, quien sabe si algún día podrán.

Acá nosotros también hemos vivido nuestra propia tragedia, y al igual que en Haití, los facinerosos hicieron lo que quisieron, y lo siguen haciendo delante de nuestras propias narices y nadie hace nada. Me refiero a la crisis hipotecaria en la que cayó el país. Los heridos aun no se reponen y los bancos siguen haciendo de las suyas. Es increíble que estas instituciones prefieran ver como una propiedad se pierde antes de ceder y ganar menos dinero. Prefieren que una familia esté en la calle antes de mostrar un poco de compasión. Triste pero cierto. Wall Street, los bancos, las aseguradoras, los prestamistas, la mafia no tienen corazón.

Creo que lo que ha sucedido en Haití es horroroso. Un desastre que aún no termina. Pero no puedo dejar de pensar que acá el desastre aún no ha terminado y sin embargo parece que todos lo han olvidado. Los medios de comunicación no son capaces de manejar más de una noticia a la vez. Esta calamidad que se desarrolla en la isla les ha caído como anillo al dedo a los desalmados que llevaron a este país a la crisis de la que, por si no lo sabían, aun no hemos salido.

Miami esta devastada por los aprovechadores y los usureros. Los jefes de pacotillas que les sacan el alma a sus empleados amparados por la ley. Acá nadie hace nada y lo peor es que tampoco hay a quien recurrir para que se haga algo. La indefensión en la que está sumida la población en esta parte de la nación es terrible. Puede que en otros lados sea aún peor, pero en este caso sólo me referiré a lo que conozco de primera fuente.

Las calamidades, desastres naturales y aquellos creados por los desalmados son terreno fértil para que los aprovechadores se aprovechen, los ladrones roben y los asesinos asesinen. La cosa es tener a la población bajo la suela de los zapatos y todo estará bien. Hay cosas que están mal y no tienen solución, para eso está la iglesia que nos vende que no importa el sufrimiento en la tierra ya que después seremos recompensados. Lo siento, pero no puedo entender como eso me hará sentir mejor ante la cantidad de injusticias que veo a diario. Creo que el Dios que nos venden no está de nuestro lado. Al menos no en esta vida.

: : La consecuencia con la memoria

Subí dos pisos para visitar a unos amigos y ellos gentilmente me invitaron a tomar mate. Bien rico debo reconocer. Hace siglos que no tomaba un poco de ese amargo brebaje. Me acordé de cuando era chico. De los inviernos al lado de la estufa y de mis abuelas. Debo reconocer que estas chiquillas eran más habidas a tomar té, pero a veces se bajaban su matecito. Al menos es lo que guardo en mi memoria.

Una persona sin recuerdos es como que no ha vivido. Ellos son parte importante de nuestras vidas. En los momentos difíciles siempre podemos recurrir a ese baúl y sacar algunas cálidas remembranzas de antaño. Hace bien. Los recuerdos deben estar ahí siempre, al alcance de la mano. Claro que como todas las cosas, en exceso se tornan una pesadilla, tanto para el que se quedó pegado como para los que los rodean.

Mis recuerdos tienen muchas estaciones, colores, sabores y hasta temperaturas. Son variados. Son entretenidos. Polémicos y otros no tanto. Son viajados por cielo, mar y tierra. Algunos son colectivos, en pareja y otros solitarios. En verdad hay muchos que son solitarios, o al menos eso es lo que se desprende de ellos. Un dejo de amarga soledad. Una tenue luz y ansiedad. Claro que no puedo negar que la memoria a veces nos mantiene engañados. Eso me sucedió cuando regrese a Chile después de seis años de ausencia. En mi cabeza habían sobrevivido recuerdos grandiosos que cuando nos sentamos a comentarlos con algunos de mis secuaces descubrí que no habían sido tan espectaculares ni especiales como los recordaba. Quien lo diría. La memoria me había mantenido viviendo de recuerdos que nunca fueron o que al menos no fueron como yo los recordaba.

La memoria es frágil y corruptible. Es fácil olvidar si uno no se preocupa y aunque no lo crean, si uno se deja estar, estos se pierden dentro de nuestras cabezas para no volver. Es triste cuando pasa, pero créanme, pasa. Sucede más veces de las que quisiéramos. Es más común de lo que pensamos. Pero que sería de nosotros sin ella. Algo terrible es cuando se pierde. Por suerte no me ha pasado. Aún no la he perdido. En momentos he sentido como si hubiese perdido la razón, pero la memoria nunca. Ahí sigue. Firme. Al pié del cañón. No sé si todo lo que está en ella será cien por ciento cierto, especialmente después de esa experiencia que les comente, sin embargo la sigo queriendo y respetando como el primer día.

En todo caso, al margen de que puedan ser ciertos o no mis recuerdos que guardo en esta maltrecha memoria, hay cosas que son inmutables. No han cambiado con el pasar de los años y no se transan por ningún precio. Me refiero a mi amor por la democracia y la libertad. Mis principios y valores. Los mismos que tenía en el 88 se mantienen hasta ahora. No se han transformado ni un poco. Puede ser que después del 5 de Octubre de ese año las cosas no hayan sido como la mayoría las esperaba, sin embargo la llama que ardía en mi interior no se ha apagado. Es la misma. Quién sabe si mis recuerdos sean correctos o sólo sean recreaciones poéticas de un pasado quimérico. Aún así mis ideales se mantienen firmes.

No podría nunca entregar mi boleta en blanco o anularla a la hora de elegir especialmente si al hacer esto entrego todo lo que tanto costó recuperar. Tengo claro que para mí hay un solo camino y aunque me insistan que las cosas están mal, lo que veo desde lejos es disímil con lo que me arguyen. Si las cosas fueran tan malas como las pintan entonces que alguien me explique de donde sale una aprobación de ochenta y un por ciento a la Presidenta. Una maravilla. Un reconocimiento sin par.

Es por esto que digo que no es casualidad que hoy las cosas sean como son. Se han cometido errores pero a pesar de ellos son muchas las cosas que se han hecho bien. Han sido veinte años de trabajo continuo con una meta clara y en muchos casos se ha logrado. Las cosas hoy son mucho mejores de lo que eran en esos tiempos que guardo en mi memoria. Ha sido un proceso largo pero exitoso. La continuidad es la solución y no el mal llamado cambio que algunos profesan a viva voz.

: : El pillín de Weisman

Saliendo desde el lobby del edificio donde trabajo me topé con una situación extraña. Un helicóptero se encontraba detenido justo sobre mí, o mejor dicho nosotros, ya que no me encontraba solo. Estático. Haciendo el típico y desagradable ruido que hacen estos aparatos. Ese que no les permite pasar inadvertidos. De inmediato comenzamos todos a preguntarnos qué había pasado.

Rápidamente pude notar que a mí alrededor casi todos comenzaron a consultar sus teléfonos móviles en busca de respuestas al pequeño enigma que revoloteaba sobre nuestras cabezas. Las páginas de noticias no tenían respuestas. La incertidumbre continuaba. Se mantenía. Crecía. Por mi parte no busqué nada. Mi celular tenía poca batería y no la gastaría en algo que, pensé, pronto alguien tendría la respuesta. Me quedé quieto mirando a todos a mí alrededor, y por supuesto al cielo, donde estaba el asunto. No todos los días se tiene un helicóptero detenido sobre la cabeza, eso está claro. Comenzamos a caminar y el aparato volador se mantenía quieto en su posición. A poco andar, notamos que aparecía una segunda nave por detrás de los edificios que, un poco más alejada, también se quedaba estacionada en su posición. Definitivamente nos dijimos, algo había ocurrido.

Como ya dije, los celulares no tenían respuestas sobre qué era lo que estaba pasando en el downtown. Todos miraban para todos lados a ver si por alguna parte encontraban algo que diera luz a nuestras dudas. Se produjo un silencio. Nadie hablaba. Al parecer nos habíamos cansado de tirar posibles situaciones que ameritaran dos naves detenidas en el cielo de Miami. Claramente no podían ser turistas paseando. Eso quedó fuera de inmediato. ¿Qué turista va a pagar para un paseo que no va a ninguna parte? Pensándolo bien, conociendo la naturaleza humana, de más que encontramos a alguien que pague por algo así. Entonces llegamos a la estación del tren. La plataforma donde se aborda estaba repleta. Para variar el tren venía atrasado. Nos siguen sacando dinero para mejorar el sistema de transporte público y la cosa va de mal en peor. Increíble. Mientras esperábamos pacientemente que pasara el tren, entre broma y broma, seguía mirando a ver si encontraba respuesta al enigma de los aparatos voladores detenidos sobre el downtown pero, nada. Seguían parados donde mismo. No había respuestas. Mientras tanto, todos a mí alrededor tenían algo entretenido que hacer. Yo como de costumbre los observaba.

Ya en el bus, traté de escuchar lo que hablaban a mí alrededor a ver si alguien sabía algo del misterio pero nada. La mayoría contaba de cómo habían encontrado los autos escarchados en la mañana y de cómo nunca antes habían visto algo así en la ciudad. Fastidioso. Todo el día había escuchado lo mismo por todos lados de la oficina, al almuerzo, al lado de la copiadora, mientras me servía un cafecito. A esa hora el asunto ya era un martirio. Pero en fin. Cerca de mí se encontraban tres mujeres. Dos de ellas eran compañeras de trabajo y le hablaban a la tercera respecto de su jefe, un abogado de apellido Weisman. Al parecer, el jurista acababa de contratar una nueva secretaria. Hasta ahí todo bien, el detalle que inspiraba a las dos mujeres es que los frescolines se conocían de antes. “No lo puedo creer” les decía su amiga con los ojos bien abiertos y con una sonrisa pícara en los labios. Por supuesto que la cosa no quedó ahí. La conversación continuó y comenzaron a aparecer las suposiciones de romance. “La nueva no hace nada en todo el día”, “Se encierran por ratos largos y Weisman no toma llamadas”, “ella no sabe nada de nada”, “se van juntos todas las tardes” y demases. Por lo oído parece que el abogado es un pillín de primera línea.

Tonto Weisman de traerse a la amiguita a trabajar con él. ¿Acaso no sabe que es pésima idea meterse con los compañeros de trabajo? Parece que no. Cuando se es jefe parece que esa parte del cerebro se congela igual que los cristales de los autos en la mañana. Hay jefes que definitivamente no creen en el sentido común. Algo les falla. Posiblemente les queda grande el puesto. Hace tiempo aprendí que cuando se arman romances en el lugar de trabajo por lo general terminan mal. De paso, de los helicópteros parados sobre el downtown nunca más supe ya que el cuento de la nueva secretaria del abogado me mantuvo entretenido por un buen rato, tanto así que casi sin darme cuenta, ya había llegado a mi casa.

: : Del cielo llovían iguanas

A quien se le hubiese ocurrido que Miami despertaría con cero grados celsius. Si me lo hubieran contado no lo habría creído. Horror. La caminata desde mi casa hasta el paradero del bus se me hizo eterna. Terrible. El frio viento pegaba en mi cara como pequeñas navajas. Pinchaba. Dolía. Me tiritaba todo. La caminata fue tormentosa. Por suerte, todo pasó cuando subí al bus.

Raro fue el viaje a la oficina viendo a toda la gente tapada como si estuviéramos por allá en una ciudad del norte o de Europa, allá tampoco lo están pasando nada de bien con las gélidas temperaturas. El mundo se ha ido a los extremos. Hay países que también se han visto afectados por el calentamiento global. Se han ido a los extremos. Me sorprende que los pueblos no aprendan de la historia. La extrema izquierda es mala, tanto como la extrema derecha. En esos ambientes nunca gana nadie, o mejor dicho, sólo se benefician unos pocos.

Ahora estamos todos congelándonos –y en otras partes asándose a fuego lento–, por la culpa de unos pocos hombres de negocios, banqueros y chapuceros que por sórdidos intereses personales han hecho paja la pobre capa de ozono, colmando nuestra atmosfera de gases poco amigables y que, como si fuera poco, nos han convencido el cuento de que todas sus chifladuras –guerras y demases–, las hacen por el bien de todos. Pamplinas. Lo increíble es que no son pocos los que se creen los cuentos y peor aún, los defienden.

Se espera que el golpe de frío del Ártico que dejó al Estado del Sol tiritando, pasará a finales de la semana. Claro que no se irá sin dejarnos sendos recuerdos. Principalmente en las cuentas de luz, ya que la compañía eléctrica ya anunció que se había batido todos los records de consumos durante este fin de semana recién pasado. Horror. Con estas temperaturas que hemos estado sintiendo, como si fuera poco, nos han estado lloviendo iguanas. Así es. Durante toda la semana, grandes iguanas verdes han estado cayendo de los árboles en parques y áreas boscosas. Cuando las temperaturas bajan a los 30 y tantos grados Fahrenheit, los reptiles quedan catatónicos. Inmóviles en las aceras quedan en un estado de animación suspendida. Pobrecitas.

Ya sean los fríos o calores extremos, el siglo veintiuno nos castigará por lo desordenados que hemos sido. La naturaleza autodestructiva y arrogante de nuestra raza se ha encargado de, en pocos años poner todo patas para arriba. Hemos consumido los recursos naturales como si fuéramos una plaga y lo peor, es que no aprendemos. En lugar de invertir tratando de solucionar las cosas, lo hacemos para ver si en otro planeta podemos ir a buscar lo que nos haga falta. Somos unos cara dura.

A ver si algún día aprendemos de las lecciones que nos da la naturaleza. Quién sabe si una mañana nos despertamos iluminados por el sentido común y vemos una actitud renovada en las personas. Me parece bien que nos quejemos del frio, o en otros lados del calor, siempre y cuando miremos más allá del día a día y aceptemos que si no tomamos cartas en el asunto del cambio climático, los records se seguirán rompiendo hasta que al final no quede nada más por romper.

: : Un lento viernes por la mañana

Como la mañana estaba lenta me puse a escuchar música mientras leía los diarios de por aquí y de por allá como es mi costumbre. Al fondo sonaba Mercedes Sosa interpretando un tema de Sui Generis. Una belleza debo reconocer. Este es sin duda un momento de nerviosa calma. No me gusta estar sentado en mi escritorio esperando que suene el teléfono o que llegue un correo electrónico llamando a la acción. Nada sucede. Pasan los minutos y las horas y nada. No se mueve nadie. Algunos ven películas en sus computadores. Por allá hay uno que saco un tremendo libro de su mochila y lo está devorando con una concentración envidiable. Por otro lado, un par ve fotos de las vacaciones. Una maravilla.

Como ya mencione en un artículo anterior, esto de estar en la oficina haciendo nada me estresa demasiado. Es cosa seria. No se puede estar tranquilo de esta manera. No es agradable en lo más mínimo. Ahora cambio el fondo musical por algo un poco más heavy. Slipknot suena con fuerza dentro de mi cabeza. Los fonos ayudan a que nadie más participe de mi montaña rusa musical. Pandora es una de esas invenciones geniales de los marketeros. Me gustaría que alguna vez se me ocurriera algo así de genial.

Por mi ventana veo la ciudad iluminada por un sol que apenas entibia. Los pobres turistas no han podido sacar de sus maletas los trajes de baño ni los pantalones cortos. Pobrecitos, han tenido que salir a comprar bufandas y guantes. Aunque no sean pocos quienes se niegan a aceptarlo, el calentamiento global tiene la pura tendalada. Más al norte se están congelando. Hace dos días que mis hijas no van a la escuela por las nevadas. Cosa seria. Acá nos estamos congelando pero en menor grado. Lo nuestro es diferente. Es más pintoresco. Bizarro si se quiere. Esa era la palabra que estaba buscando.

De Mercedes Sosa pasamos a Slipknot y ahora Tool. La montaña rusa suba y baja, gira, da vueltas. Miro a mí alrededor. No puedo oír nada de lo que hablan. Solo puedo imaginar historias. Declaraciones de amor lésbicas o pelambres en contra de ciertos ejecutivos de cuenta que no sirven para nada y solo consumen oxigeno dentro de la oficina. Otros chatean con sus familiares, amigos o quien sabe quién. Ahora suena Jack Johnson con sus melodías y letras infantiles y saturadas de patéticos clichés. De J.J. saltamos a Dave Mathews y la cosa mejora. Al menos en lo musical. Me equivoqué. La canción era tan rara que tuve que parar de escribir para cambiarla. Increíble.

Debo reconocer que soy cada vez menos romántico. Las baladas en tiempo de lentitud en lo laboral me bajonean así es que prefiero hacerles el quite. Mantenerme alejado de ellas. Momentos como este están dados para escuchar rock pesado que suba los niveles de adrenalina. Prefiero eso a meterme una sobredosis de Red Bull.

Borrar con la mano lo que se escribió con el codo dice Calamaro en el fondo. Este debe ser el tipo más cursi a la hora de escribir letras para canciones. Sin embargo no me molesto en cambiarlo. Prefiero seguir escribiendo esta bitácora del ocio. La continuación de una historia que lleva meses escribiéndose aquí en el downtown. Afuera brilla el sol que no calienta y aquí nos estamos sofocando con la calefacción que parece que nadie la sabe manejar. O nos congelamos o nos morimos de calor. No hay término medio en este asunto. Pero en febrero nos mudamos a unas nuevas oficinas. No habrá estacionamientos para todos y para llegar habrá que tomar un bus de más, pero por lo menos el termostato estará bajo control. Siempre hay un lado positivo para cualquier situación. ¿No les digo? Que mejor, ahora me despido escuchando Rush.

: : La fuerza interior

El frio de Miami me tiene loco, claro que no es nada comparado con los menos cincuenta grados que se registraron en gran parte del medio oeste. Sin embargo me siguen amenazando con que las temperaturas bajarán más aun. Esta mañana estaban anunciando nieve cerca del lago Okeechobee. Horror. Seguimos batiendo records como locos. Espero que con estas descontroladas temperaturas no se me congelen las ideas. Mi querida amiga Carolina se alegraba de estar en Inglaterra y no en Oslo. A pesar del frio, yo también me alegro de estar acá y no allá. Cosas de la vida. Hay quienes dicen que no siempre se les puede dar en el gusto a todos. El frio se pasa un poco abrigándose más, hay cosas que no obstante requieren de un poco más de trabajo para superarlas.

Ese es el caso de un señor de apellido González, quien se encontraba descontento con el desempeño del alcalde de Miami Carlos Alvarez. Tanto fue su malestar que se puso en campaña y en pocas semanas logró reunir más de veinticuatro mil firmas para pedir la destitución del cuestionado edil. Este hombre de sesenta y tres años hizo lo correcto. No se quedó de brazos cruzados esperando que alguna otra persona tomara la iniciativa. Se paró y actuó. A poco andar, sus ideas se cruzaron con más personas de igual sentir. Una maravilla. Algún día veremos su historia en HBO o Lifetime. Puede que hasta Disney se interese en llevarla a la pantalla grande, siempre y cuando lo puedan hacer en 3D.

Como si fuera poco, esta mañana me encontré con la noticia de que algunos sindicatos han decidido entregar su apoyo a este Quijote de Coral Gables ya que dicen compartir plenamente su sentir. Estos sindicalistas señalan estar molestos por los despidos en el condado, los recortes de salarios de la mayoría de los empleados y los aumentos de sueldo para el equipo ejecutivo de Alvarez. Si bien es cierto no pertenezco a ninguno de estos sindicatos, comparto plenamente su sentir, ya que la sinvergüencería de esta persona por suerte no pasó inadvertida.

La reacción del señor González merece ser tomada en consideración, ya que la mayoría de las personas nos pasamos la vida quejándonos de esto y de aquello sin hacer mucho por que las cosas cambien. Don Lázaro, ya que ese es su nombre de pila, es un gran ejemplo para toda la comunidad que silente ha permitido que estos criminales de cuello y corbata hagan y deshagan en las arcas fiscales. Con contratos brujos y tratos de índole gansteril. Miami Vice no terminó cuando mandaron a Don Johnson a la casa, lamentablemente se ha mantenido en el tiempo detrás de las puertas de la alcaldía. ¿Nadie ha notado la cantidad de edificios vacios que se construyeron en el downtown?

La verdad es que pasamos la mitad de nuestras vidas lánguidamente y la otra mitad la dormimos con tranquilidad, ya sea en nuestras camas o en nuestros trabajos. Dormimos más de la cuenta. Nos lo pasamos soñando más tiempo del recetado por los doctores. Dicen que soñar no cuesta nada, y puede que sea cierto, sin embargo no nos la podemos pasar en los brazos de Morfeo todo el tiempo.

Siempre me he considerado como una persona de acción, sin embargo debo reconocer que con el tiempo me he ido poniendo demasiado cómodo para mis cosas. Me he ido convirtiendo de a poco en uno de esos entes a los que acostumbro criticar. Me miro al espejo y siento que la persona que veo no es la que quiero ver. En alguna parte del camino me senté a descansar y no me volví a poner de pie. Triste pero cierto. No es fácil de reconocer pero es la santa y pura verdad. Me duele pero debo reconocerlo públicamente para poder comenzar con el proceso de reivindicación. Por eso, cuando leí de don Lázaro me sentí positivamente inspirado. Espero que no sea una anémica inspiración como la de bajar de peso del año pasado que al final se quedó a medio camino. Espero que esta iluminación me dure más.

: : Una declaración de guerra al peso

Me gusta comer ensaladas, a pesar de que no lo hago muy a menudo. Rara vez las aliño. Eso de los aderezos no va conmigo en lo más mínimo. No es mi costumbre. En lo que respecta a las ensaladas soy un tipo simple y sin complicaciones. Lamentablemente no me sucede así en todas las cosas. Sin embargo, eso de los aderezos puede ser aplicado a todas las partes de mí día a día. Trato por todos los medios de no ser complicado aunque no siempre lo consigo.

Creo que ahora que me propuse bajar de peso debo comer más ensaladas de lo que he comido últimamente. Quiero bajar aún más de lo que he bajado. No por simple vanidad sino que por salud. Mis pobres rodillas están hechas una miseria soportando el tremendo mastodonte en que me he convertido. Bajar de peso es algo que generalmente me propongo todos los años. Bajo un poco y subo otro poco. En general mis esfuerzos hasta el momento no han sido de lo más exitosos. Es como si las Naciones Unidas estuvieran mediando en mi problema con el peso. No llegamos a nada. Puras conversaciones. Cascos azules por aquí y por allá pero no pasa nada con el peso. El colesterol debe estar por ahí también. Acechando. Agazapado en un rincón de mis arterias. Debo dejar de lado las mediaciones de la ONU y tomar el asunto del peso en mis manos.

En todo caso, aunque no me crean, he bajado. En relación al año pasado tengo diez libras menos. No me pregunten cuantos kilos serán, saquen la cuenta solitos. El problema es que me había propuesto bajar sesenta. Si las matemáticas no me engañan, me faltan cincuenta. Horror. Pero para allá voy. A bajar de peso se ha dicho. No me parará nadie. He tomado el toro por los cuernos. Ahora sí que se verán cambios sustanciales. La cosa no será igual.

He decidido hablar del peso ya que cuando hablo de religión o de política como que todos se me espantan. No es nada personal. Tampoco es por falta de respeto en las creencias de los demás, pero siento que si me llenan el correo electrónico con cadenas religiosas y políticas, lo mínimo es que sepan como pienso en relación a algunos temas. Tengo mis opiniones. No soy sólo una cara bonita.

Sé que no todas las personas son iguales y hay quienes viven sus creencias al máximo y de manera honesta. Sin embargo vivimos en un mundo hipócrita donde son demasiados los lobos que disfrazan sus sinvergüencerías bajo mantos de religiosidad. Sólo se engañan ellos o quizá de verdad aún creen que el cielo se compra. Puede ser que así sea ya que si miramos detenidamente a las religiones veremos que en su gran mayoría no son más que grandes negociados. Corredores de propiedades celestiales. Asumo que Dios en su inmenso amor me pueda querer así gordito como estoy, sin embargo el problema es que soy yo quien no se está queriendo. Bajar diez libras en un año es un chiste. Una vergüenza. No estuve ni cerca de lo que era mi meta.

El otro día sin ir más lejos, un colega se quejó de que mis escritos se habían vuelto demasiado negativos y que yo no era así. Puede ser que empecé mi dieta y eso me tiene viendo lo que me rodea con los lentes equivocados, ya que si me los saco no veo nada. Tal vez me los debería sacar, puede ser que mi problema no sea la dieta sino que no me gusta mucho lo que veo a mí alrededor.

: : Creo que ya no creo

En la tarde hacía un frio terrible. Calaba hasta los huesos. Cosa rara en Miami. Una paloma blanca estaba parada afuera del departamento de un amigo. Su esposa nos habló de unos viajes místicos para purificar el espíritu. Limpiar las vidas pasadas de todos los traumas. Nos dijo que después del viaje en cuestión la vida no volvería a ser la misma. Lo de ella son las hierbas. Interesante nos dijimos con mi señora. Por lo menos novedoso.

Nos pasamos la vida buscando razones de ser. Jugando con los espíritus, con los fantasmas, con las reencarnaciones. Me acuerdo que una vez me invitaron al cumpleaños del papá de una amiga. El caballero es una de esas personas tremendamente místicas. La casa era de esas viejas casonas de techos altos y de patios gigantescos. Con una fuente de agua y todo. Una fuente de esas de verdad y no como las que venden por ahí por Horse Country. El asunto es que cuando me presentaron al cumpleañero, sin más ni más tomó mi mano y mirándome fijamente a los ojos dijo muy seriamente que yo era un alma vieja y se retiró a seguir compartiendo con sus invitados. Ahí quedé, aturdido por decir lo menos. Mi señora siempre se queja de que soy muy viejo para mi edad. Puede ser que se refiriera a eso el caballero este.

Aunque no lo crean, lo místico siempre me ha llamado la atención. Es como si no creyera en nada y a la vez creyera en todo. Cosa rara. No sabría cómo explicarlo. De todo tengo una opinión y a la vez como que no sé nada de nada. Ando perdido entre libros sagrados, budas e inciensos. Entre velas blancas y de colores. Tengo una biblia en el living de mi casa colocada sobre un cofre que me regaló un amigo para mi cumpleaños abierta en el Salmo 91. Algo así como un talismán. Una pata de conejo. Un amuleto de la buena suerte que me protege de todos los males.

Mis hijos han crecido libres de todo eso. No he querido forzar en ellos ninguno de mis temores místicos. Sin religión han crecido sabiendo de lo que está bien y de lo que está mal. No les he impuesto mis fetiches ni nada por el estilo. Creo que sin mala intención, tanta biblia cuando niño me terminó llenando la cabeza de cosas raras. Confundiéndome y llenándome de trancas. Paradójicamente no creo en ella, sin embargo creo que hay un Dios. Claro que este ser supremo del que les hablo no se parece en nada al del libro. Es mejor. Es menos sádico. Es más puro. Me quiere y acepta como soy y nos cuida a todos. Creo en los espíritus y en más de una ocasión me he topado con fantasmas. Sin embargo, aún no he encontrado explicaciones razonables para nada de eso. Entiendo que están ahí y trato de no molestarlos para que ellos no me molesten.

La primera vez que me pidieron que no siguiera yendo a una iglesia fue en Nueva York. El pastor terminó metido en un tremendo escándalo con la esposa de otro pastor y al final de la iglesia salieron una veintena de nuevas iglesias y nuevas interpretaciones del libro santo. La segunda también fue por esos lados, esta vez el pastor terminó desapareciendo buscado por las autoridades por meterse con unos niños de la congregación. De esta experiencia no se dividió la iglesia, sin embargo la sobreviven no más de veinte personas que la utilizan como club social o algo parecido. Mi tercera experiencia fue acá en Miami. Más o menos lo mismo. El problema de estas personas es que quieren ser más santos que los santos. Se olvidan que en verdad somos todos humanos y tarde o temprano se nos sale la humanidad por algún lado. No somos perfectos. Mientras más alto instalan sus vidas en relación a los demás, más fuerte caen.

Creo que no creo en nada y de paso, como ya les dije, siento que creo en todo. Una contradicción muy humana por cierto. Una dicotomía mucho más común de lo que se pudiera pensar. Lo único que tengo claro es que a medida que pasa el tiempo me pongo más humano para mis cosas. Más necio, complicado, irresoluto e infantil. Menos tolerante y más avaro. Menos razonable y definitivamente menos piadoso. Siento que este nuevo año viene cargado de buenas energías. Tengo fe en que así sea. Mi viejo me decía el otro día que en su iglesia había profetizado que el veinte diez será de grandes bendiciones, y por ahí leí que en Cuba los babalaos anunciaron que éste año si que se nos va Fidel. Lo dicen las profecías y las estrellas. Lo muestran las cartas y los caracoles. En algo hay que creer. El dos mil diez sin duda debería ser mejor.

: : 2010

Me tome unos días libres en esto de la escritura. No tenía ganas de escribir para ser bien honesto. Me fui en una volada reflexiva. Una pequeña introspección. A veces hace bien parar la maquina y mirar hacia atrás para poder tomar impulso y seguir hacia adelante. El dos mil nueve fue un año particularmente duro para muchas personas, sin embargo muchas cosas positivas se pueden sacar de él. Estoy seguro que si todos hacen el ejercicio verán que no miento.

Sucede que el año que recién termina dejó heridas por todos lados, pero lo importante es que lo pasamos y el que viene asoma con buenas expectativas. Por todos lados se respira optimismo, algo que en las celebraciones del año pasado no hubo. Se sabía que no sería fácil sin embargo, se esperaba que ya para junio o julio el naipe empezara a mejorar, pero en muchos casos no fue así.

La navidad me llegó con su carga de estrés acostumbrada. Creo que las empresas se han encargado –exitosamente debo añadir– de hacer de esta celebración un monumento al consumismo. No soy religioso por lo cual el sentido de esta celebración me toma como un observador. Sin embargo, es casi imposible no ser salpicado por ella. Como explicarle a mi hijo que el pascuero no existe y que este año no hay xxx para comprarle todo lo que quiere. Horror. Pero ya pasó y sobrevivimos. Eso es sin duda algo positivo. Lo demás es celebrar. Champagne y uvas. Maletas y calzones de color y por supuesto, los fuegos artificiales.

El año nuevo comienza con la inauguración de la torre más grande del mundo, casualmente en Dubái, que si mal no recuerdo hace unas pocas semanas estaba totalmente en quiebra. Cosas de la vida. La torre en cuestión es el doble de grande que el Empire State de Nueva York. Guerra de falos diría un siquiatra que conozco. Estas economías emergentes llegan con la arrogante confianza de un jovencito de veinte. Bien por ellos. Ojalá que les dure.

Si las diferencias entre oriente y occidente se solucionaran construyendo edificios la cosa no sería tan mala. Creo que lo que hace falta entre las culturas es construir puentes de acercamiento. Al final, lo que nos une es siempre mayor que lo que nos divide. Sin embargo, mientras sigamos siendo gobernados por conglomerados de empresas veo difícil que vean las cosas como las vemos nosotros los pobres mortales.

Todo es un asunto de confianza al final de cuentas. Los asiáticos y orientales están en su punto alto. Manejando al mundo con sus productos. Tomaron la iniciativa y hemos visto como han ido dejando a sus competidores atrás. Occidente se durmió en los laureles. Se dejaron estar. Cayeron en las redes de personas que al final eran más vivas que ellos. Empezaron por dejar morir ciudades enteras mandando a hacer sus productos a otros lados donde la mano de obra les saliera más barata y ahora están todos metidos en un forro. Estamos todos en ese mismo forro ya que nos afecta a todos, querámoslo o no.

Acá perdemos tiempo valioso en celebraciones consumistas como si lo que más nos sobrara fuera precisamente tiempo. A los empresarios que gobiernan les da lo mismo, ya que ellos arreglan todo despidiendo unos cientos de personas. La impunidad con que las empresas se mueven es increíble. Quién sabe si veinte diez viene con nuevos aires de prosperidad para todos. Ojalá que la buena fortuna se rebalse y les llegue a los que estamos más abajo en la pirámide esta que llamamos sociedad.