: : Los tiempos difíciles

Quién sabe cómo serán las cosas en Haití. Lo más probable es que sean peores de lo que creemos. Las imágenes que nos llegan desde la desgarrada isla son poderosas. Terribles. Increíbles. Acéfala y desabastecida la población llora a sus muertos mientras los delincuentes se aprovechan. Los bandoleros siempre se aprovechan de las malas situaciones. Es su naturaleza. Es parte de lo que somos como humanos. Pero así como situaciones como esta sacan lo peor de nuestra especie, por otro lado también aflora lo más noble y respetable. Dos caras de una misma moneda en lo que hoy pareciera ser tierra de nadie.

Haití está en estado de sitio. Sus instituciones, que desde hace tiempo no eran de lo mejor, ahora no tienen nada que ofrecer. No tienen soluciones para la magnitud del descalabro en que han quedado. No pueden, no pudieron, quien sabe si algún día podrán.

Acá nosotros también hemos vivido nuestra propia tragedia, y al igual que en Haití, los facinerosos hicieron lo que quisieron, y lo siguen haciendo delante de nuestras propias narices y nadie hace nada. Me refiero a la crisis hipotecaria en la que cayó el país. Los heridos aun no se reponen y los bancos siguen haciendo de las suyas. Es increíble que estas instituciones prefieran ver como una propiedad se pierde antes de ceder y ganar menos dinero. Prefieren que una familia esté en la calle antes de mostrar un poco de compasión. Triste pero cierto. Wall Street, los bancos, las aseguradoras, los prestamistas, la mafia no tienen corazón.

Creo que lo que ha sucedido en Haití es horroroso. Un desastre que aún no termina. Pero no puedo dejar de pensar que acá el desastre aún no ha terminado y sin embargo parece que todos lo han olvidado. Los medios de comunicación no son capaces de manejar más de una noticia a la vez. Esta calamidad que se desarrolla en la isla les ha caído como anillo al dedo a los desalmados que llevaron a este país a la crisis de la que, por si no lo sabían, aun no hemos salido.

Miami esta devastada por los aprovechadores y los usureros. Los jefes de pacotillas que les sacan el alma a sus empleados amparados por la ley. Acá nadie hace nada y lo peor es que tampoco hay a quien recurrir para que se haga algo. La indefensión en la que está sumida la población en esta parte de la nación es terrible. Puede que en otros lados sea aún peor, pero en este caso sólo me referiré a lo que conozco de primera fuente.

Las calamidades, desastres naturales y aquellos creados por los desalmados son terreno fértil para que los aprovechadores se aprovechen, los ladrones roben y los asesinos asesinen. La cosa es tener a la población bajo la suela de los zapatos y todo estará bien. Hay cosas que están mal y no tienen solución, para eso está la iglesia que nos vende que no importa el sufrimiento en la tierra ya que después seremos recompensados. Lo siento, pero no puedo entender como eso me hará sentir mejor ante la cantidad de injusticias que veo a diario. Creo que el Dios que nos venden no está de nuestro lado. Al menos no en esta vida.

No hay comentarios.: