: : Del cielo llovían iguanas

A quien se le hubiese ocurrido que Miami despertaría con cero grados celsius. Si me lo hubieran contado no lo habría creído. Horror. La caminata desde mi casa hasta el paradero del bus se me hizo eterna. Terrible. El frio viento pegaba en mi cara como pequeñas navajas. Pinchaba. Dolía. Me tiritaba todo. La caminata fue tormentosa. Por suerte, todo pasó cuando subí al bus.

Raro fue el viaje a la oficina viendo a toda la gente tapada como si estuviéramos por allá en una ciudad del norte o de Europa, allá tampoco lo están pasando nada de bien con las gélidas temperaturas. El mundo se ha ido a los extremos. Hay países que también se han visto afectados por el calentamiento global. Se han ido a los extremos. Me sorprende que los pueblos no aprendan de la historia. La extrema izquierda es mala, tanto como la extrema derecha. En esos ambientes nunca gana nadie, o mejor dicho, sólo se benefician unos pocos.

Ahora estamos todos congelándonos –y en otras partes asándose a fuego lento–, por la culpa de unos pocos hombres de negocios, banqueros y chapuceros que por sórdidos intereses personales han hecho paja la pobre capa de ozono, colmando nuestra atmosfera de gases poco amigables y que, como si fuera poco, nos han convencido el cuento de que todas sus chifladuras –guerras y demases–, las hacen por el bien de todos. Pamplinas. Lo increíble es que no son pocos los que se creen los cuentos y peor aún, los defienden.

Se espera que el golpe de frío del Ártico que dejó al Estado del Sol tiritando, pasará a finales de la semana. Claro que no se irá sin dejarnos sendos recuerdos. Principalmente en las cuentas de luz, ya que la compañía eléctrica ya anunció que se había batido todos los records de consumos durante este fin de semana recién pasado. Horror. Con estas temperaturas que hemos estado sintiendo, como si fuera poco, nos han estado lloviendo iguanas. Así es. Durante toda la semana, grandes iguanas verdes han estado cayendo de los árboles en parques y áreas boscosas. Cuando las temperaturas bajan a los 30 y tantos grados Fahrenheit, los reptiles quedan catatónicos. Inmóviles en las aceras quedan en un estado de animación suspendida. Pobrecitas.

Ya sean los fríos o calores extremos, el siglo veintiuno nos castigará por lo desordenados que hemos sido. La naturaleza autodestructiva y arrogante de nuestra raza se ha encargado de, en pocos años poner todo patas para arriba. Hemos consumido los recursos naturales como si fuéramos una plaga y lo peor, es que no aprendemos. En lugar de invertir tratando de solucionar las cosas, lo hacemos para ver si en otro planeta podemos ir a buscar lo que nos haga falta. Somos unos cara dura.

A ver si algún día aprendemos de las lecciones que nos da la naturaleza. Quién sabe si una mañana nos despertamos iluminados por el sentido común y vemos una actitud renovada en las personas. Me parece bien que nos quejemos del frio, o en otros lados del calor, siempre y cuando miremos más allá del día a día y aceptemos que si no tomamos cartas en el asunto del cambio climático, los records se seguirán rompiendo hasta que al final no quede nada más por romper.

No hay comentarios.: