: : Creo que ya no creo

En la tarde hacía un frio terrible. Calaba hasta los huesos. Cosa rara en Miami. Una paloma blanca estaba parada afuera del departamento de un amigo. Su esposa nos habló de unos viajes místicos para purificar el espíritu. Limpiar las vidas pasadas de todos los traumas. Nos dijo que después del viaje en cuestión la vida no volvería a ser la misma. Lo de ella son las hierbas. Interesante nos dijimos con mi señora. Por lo menos novedoso.

Nos pasamos la vida buscando razones de ser. Jugando con los espíritus, con los fantasmas, con las reencarnaciones. Me acuerdo que una vez me invitaron al cumpleaños del papá de una amiga. El caballero es una de esas personas tremendamente místicas. La casa era de esas viejas casonas de techos altos y de patios gigantescos. Con una fuente de agua y todo. Una fuente de esas de verdad y no como las que venden por ahí por Horse Country. El asunto es que cuando me presentaron al cumpleañero, sin más ni más tomó mi mano y mirándome fijamente a los ojos dijo muy seriamente que yo era un alma vieja y se retiró a seguir compartiendo con sus invitados. Ahí quedé, aturdido por decir lo menos. Mi señora siempre se queja de que soy muy viejo para mi edad. Puede ser que se refiriera a eso el caballero este.

Aunque no lo crean, lo místico siempre me ha llamado la atención. Es como si no creyera en nada y a la vez creyera en todo. Cosa rara. No sabría cómo explicarlo. De todo tengo una opinión y a la vez como que no sé nada de nada. Ando perdido entre libros sagrados, budas e inciensos. Entre velas blancas y de colores. Tengo una biblia en el living de mi casa colocada sobre un cofre que me regaló un amigo para mi cumpleaños abierta en el Salmo 91. Algo así como un talismán. Una pata de conejo. Un amuleto de la buena suerte que me protege de todos los males.

Mis hijos han crecido libres de todo eso. No he querido forzar en ellos ninguno de mis temores místicos. Sin religión han crecido sabiendo de lo que está bien y de lo que está mal. No les he impuesto mis fetiches ni nada por el estilo. Creo que sin mala intención, tanta biblia cuando niño me terminó llenando la cabeza de cosas raras. Confundiéndome y llenándome de trancas. Paradójicamente no creo en ella, sin embargo creo que hay un Dios. Claro que este ser supremo del que les hablo no se parece en nada al del libro. Es mejor. Es menos sádico. Es más puro. Me quiere y acepta como soy y nos cuida a todos. Creo en los espíritus y en más de una ocasión me he topado con fantasmas. Sin embargo, aún no he encontrado explicaciones razonables para nada de eso. Entiendo que están ahí y trato de no molestarlos para que ellos no me molesten.

La primera vez que me pidieron que no siguiera yendo a una iglesia fue en Nueva York. El pastor terminó metido en un tremendo escándalo con la esposa de otro pastor y al final de la iglesia salieron una veintena de nuevas iglesias y nuevas interpretaciones del libro santo. La segunda también fue por esos lados, esta vez el pastor terminó desapareciendo buscado por las autoridades por meterse con unos niños de la congregación. De esta experiencia no se dividió la iglesia, sin embargo la sobreviven no más de veinte personas que la utilizan como club social o algo parecido. Mi tercera experiencia fue acá en Miami. Más o menos lo mismo. El problema de estas personas es que quieren ser más santos que los santos. Se olvidan que en verdad somos todos humanos y tarde o temprano se nos sale la humanidad por algún lado. No somos perfectos. Mientras más alto instalan sus vidas en relación a los demás, más fuerte caen.

Creo que no creo en nada y de paso, como ya les dije, siento que creo en todo. Una contradicción muy humana por cierto. Una dicotomía mucho más común de lo que se pudiera pensar. Lo único que tengo claro es que a medida que pasa el tiempo me pongo más humano para mis cosas. Más necio, complicado, irresoluto e infantil. Menos tolerante y más avaro. Menos razonable y definitivamente menos piadoso. Siento que este nuevo año viene cargado de buenas energías. Tengo fe en que así sea. Mi viejo me decía el otro día que en su iglesia había profetizado que el veinte diez será de grandes bendiciones, y por ahí leí que en Cuba los babalaos anunciaron que éste año si que se nos va Fidel. Lo dicen las profecías y las estrellas. Lo muestran las cartas y los caracoles. En algo hay que creer. El dos mil diez sin duda debería ser mejor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

pablito...como es la cosa...necio,menos tolerante,mas avaro,menos piadoso en conclusion se nos perdio pablito...

Orlando

Anónimo dijo...

Retomo una de tus lineas:"Dios es mejor. Es menos sádico. Es más puro. Me quiere y acepta como soy y nos cuida a todos"
... Y, todo puede ser mejor si nos lo proponemos y dejamos los egoismos a un lado. Aunque suene "cliche" y a metafisica:" De cada uno de nosotros depende hacer un pedazo de esta tierra, màs justa y màs fraterna. Menos egoista e individualista. Como sea tu generosidad incondicional, es como te vendrà devuelta...Todo, en la vida se devuelve, queramoslo o no. Seria maravilloso que cada ser humano pudiera comprenderlo, pues no habria tanto desastre ni tanta violencia. Pensar en el otro como un projimo no es utopico...Pero, para muchos es una locura.
Creer en lo que quieras es valioso! porque eso nos evita caer en la deshumanizacion, despersonalizacion y en el individualismo. Te deseo lo mejor para 2010 comienzalo con la mejor sonrisa que ya la tienes. Un abrazo muy fraterno desde Toulouse.

Patricia Peña

Anónimo dijo...

TE CONOZCO Y SE QUE ERES UNA ALMA VIEJA.

MACA