: : 2010

Me tome unos días libres en esto de la escritura. No tenía ganas de escribir para ser bien honesto. Me fui en una volada reflexiva. Una pequeña introspección. A veces hace bien parar la maquina y mirar hacia atrás para poder tomar impulso y seguir hacia adelante. El dos mil nueve fue un año particularmente duro para muchas personas, sin embargo muchas cosas positivas se pueden sacar de él. Estoy seguro que si todos hacen el ejercicio verán que no miento.

Sucede que el año que recién termina dejó heridas por todos lados, pero lo importante es que lo pasamos y el que viene asoma con buenas expectativas. Por todos lados se respira optimismo, algo que en las celebraciones del año pasado no hubo. Se sabía que no sería fácil sin embargo, se esperaba que ya para junio o julio el naipe empezara a mejorar, pero en muchos casos no fue así.

La navidad me llegó con su carga de estrés acostumbrada. Creo que las empresas se han encargado –exitosamente debo añadir– de hacer de esta celebración un monumento al consumismo. No soy religioso por lo cual el sentido de esta celebración me toma como un observador. Sin embargo, es casi imposible no ser salpicado por ella. Como explicarle a mi hijo que el pascuero no existe y que este año no hay xxx para comprarle todo lo que quiere. Horror. Pero ya pasó y sobrevivimos. Eso es sin duda algo positivo. Lo demás es celebrar. Champagne y uvas. Maletas y calzones de color y por supuesto, los fuegos artificiales.

El año nuevo comienza con la inauguración de la torre más grande del mundo, casualmente en Dubái, que si mal no recuerdo hace unas pocas semanas estaba totalmente en quiebra. Cosas de la vida. La torre en cuestión es el doble de grande que el Empire State de Nueva York. Guerra de falos diría un siquiatra que conozco. Estas economías emergentes llegan con la arrogante confianza de un jovencito de veinte. Bien por ellos. Ojalá que les dure.

Si las diferencias entre oriente y occidente se solucionaran construyendo edificios la cosa no sería tan mala. Creo que lo que hace falta entre las culturas es construir puentes de acercamiento. Al final, lo que nos une es siempre mayor que lo que nos divide. Sin embargo, mientras sigamos siendo gobernados por conglomerados de empresas veo difícil que vean las cosas como las vemos nosotros los pobres mortales.

Todo es un asunto de confianza al final de cuentas. Los asiáticos y orientales están en su punto alto. Manejando al mundo con sus productos. Tomaron la iniciativa y hemos visto como han ido dejando a sus competidores atrás. Occidente se durmió en los laureles. Se dejaron estar. Cayeron en las redes de personas que al final eran más vivas que ellos. Empezaron por dejar morir ciudades enteras mandando a hacer sus productos a otros lados donde la mano de obra les saliera más barata y ahora están todos metidos en un forro. Estamos todos en ese mismo forro ya que nos afecta a todos, querámoslo o no.

Acá perdemos tiempo valioso en celebraciones consumistas como si lo que más nos sobrara fuera precisamente tiempo. A los empresarios que gobiernan les da lo mismo, ya que ellos arreglan todo despidiendo unos cientos de personas. La impunidad con que las empresas se mueven es increíble. Quién sabe si veinte diez viene con nuevos aires de prosperidad para todos. Ojalá que la buena fortuna se rebalse y les llegue a los que estamos más abajo en la pirámide esta que llamamos sociedad.

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