: : Los caradura

No paro de reírme con las chifladuras de mis compañeros terrícolas. Pastel tras pastel no se cansan nunca de maravillarme. Por ejemplo, un arquero orinando detrás de su valla en pleno partido de la Liga de Campeones. Una belleza. El guarda palos no se pudo aguantar hasta el entretiempo. Las ganas fueron más fuertes que todo. Por supuesto que las acechantes cámaras de televisión estuvieron ahí para captar el momento preciso del desahogo. Eso no es nada, ya que un periódico publicó una hermosa historia de cómo el matrimonio de colados de la Casa Blanca le pagaron a un contratista con un reloj falso. El reloj era un Patek Phillipe que, según Tareq Salahi, cubriría con creces la cuenta de más de 2.000 dólares que le había cobrado su decorador de exteriores. Otro portento.

Lo que no deja de incomodarme es que por lo general los caraduras se salen siempre con la suya. ¿Qué clase de ejemplo es el que estamos dando a nuestros retoños? Uno malo por cierto. Por eso no me extrañaría ver materializarse el sueño televisivo del matrimonio Salahi en el corto plazo. Michaele y Tareq burlaron la seguridad de la Casa Blanca dejando de paso muchas dudas sobre el desempeño de los servicios secretos. Nos tienen tan convencidos de que este país es lo más grande del universo que no nos damos cuenta de que el bote hace agua por todos lados. Lo de los Salahi es un pelo de la cola. Son un par de caraduras, pero pronto los veremos en las pantallas animando su propio reality.

Pero si de caraduras se trata, acá tenemos de sobra. Podríamos llenar libros y más libros con las historias. Varios alcaldes de Miami son tremendos caradura, si no lo son todos. Los congresistas que se supone que velan por nuestros intereses. Otros caraduras de la peor clase. En general todos los políticos lo son. El gobierno está lleno de ellos. Hacen y deshacen. Se hacen ricos y ayudan a que sus amigotes se enriquezcan y después se van para la casa dejando a los que los eligieron peor de lo que estaban antes. Lo triste es que nadie parece darse cuenta.

Los administradores de los servicios públicos, hospitales, policía y compañías aseguradoras son otros tremendos caraduras. En general, toda persona en un puesto de mando más o menos importante termina siendo uno. Triste pero cierto. El poder corrompe hasta al más casto y puro.

La miopía de la gente ante los caraduras se debe principalmente a que ya son parte del sistema. No los vemos porque se han mimetizado con su entorno. Al final, todos terminamos siendo tan caradura como ellos. Es algo que se pega. Parece que ser caradura esta tristemente metido en el fondo de nuestro sistema. Debo reconocer que yo no me escapo de esta clasificación. Soy un caradura como habrán notado. Así es, ya que hay que ser muy caradura para ponerse a escribir sobre este tema teniendo tejado de vidrio. Pero si no lo hago yo ¿Quién?

1 comentario:

Perla Marina dijo...

Sí, Pablito, recuerda que Lord Acton dijo : "El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente".