: : Toro, mono y marciano

Como alguna vez mencioné, soy de mayo, no de la Plaza de Mayo, del mes. Soy Tauro y en el horóscopo chino soy mono. Soy un toro-mono o algo por el estilo. De tierra y por las ramas. Ese soy yo. Me creo que hablo claro pero en general no es así. Me cuesta hacerme entender como quisiera. No es fácil. Especialmente en estos tiempos en que hay que medir las palabras por temor a las demandas y demases. Sin duda, los que mejor lo han pasado en los últimos años han sido los abogados ya que ahora uno demanda al otro por cualquier cosa. Horror. A lo que hemos llegado.

Pero como les decía, soy tauro y justo en estos días el planeta Marte se pasea por mi casa astral. La ocho, para ser más preciso. Tengo más de una casa en las estrellas igual que todos los mortales. Así que soy toro, mono y por estos días medio marciano. Bien me parece, me gustaría poder poner todo eso en mi currículo. Suena de verdad impresionante. En una de esas me trae suerte, uno nunca sabe.

A los tauro nos encanta sentirnos seguro. Algo que hace tiempo no sucede. Con la crisis económica debo reconocer que he andado con las rodillas tiritonas. Pisando con más cuidado del habitual. Cuidándome de todo y de todos. Debo reconocer que no me agrada sentirme así. Es incomodo, molesto. Una sensación desagradable. Entiendo que los tiempos que nos ha tocado, principalmente a los muchachos de mi generación, no han sido fáciles. Si fuéramos vino, posiblemente se referirían a nosotros como una mala cosecha y nos venderían a muy bajo precio. Pero no por eso debo contentarme con esta sensación de inseguridad que camina conmigo por donde quiera que vaya.

Los tauro, según he leído por aquí y por allá, somos prácticos, decididos y de gran fuerza de voluntad. Puede ser. En algo me parezco a esa descripción. También dicen que a veces los tauro pueden ser demasiado rígidos, argumentativos, tercos, de ideas fijas. Ese sí que soy yo. Ahí sí que no me puedo negar. Cuando llamaron a los cabezas dura, yo era el primero en la fila, o por lo menos me encontraba dentro de los primeros, como para no exagerar. Por eso nadie me saca de la cabeza que las cosas pueden cambiar. Pueden mejorar. Es cosa de seguir adelante hablando de los temas que me preocupan y alguien va a poner atención algún día. No me rindo fácilmente, eso no parece estar en mí.

Como les decía, en la actualidad no me siento seguro. Siento como si caminara por un viejo puente colgante, de maderas podridas. Abajo, muy abajo corre un rio, es grande, pero desde la altura se ve delgado, insignificante. Debo seguir adelante con mi cruce ya que atrás no hay nada para mí, sin embargo, a pesar de que no sé lo que encontraré al otro lado del raquítico puente no me queda otra que seguir. No puedo parar. El vértigo que siento en mi estomago es fuerte. Debo cruzar este maldito puente, debo hacerlo rápido ya que si viene un viento fuerte me tumbará. El otro lado aguarda lleno de sorpresas. Quiero llegar allá. No quiero seguir aquí en el medio de la nada viendo como otros hacen fiesta en la mala suerte de los demás. No quiero sentir lo que siento, eso lo tengo más que claro en mi cabecita.

Creo en que cada uno edifica su propio destino en base a las determinaciones que toma en el día a día. Anoche conversaba con mi esposa de qué hubiese sido de mi si mis decisiones hubiesen sido otras. Eso nunca lo sabré. Tal vez estaría mejor, peor o igual. Tal vez ya no estaría. Quizás no hubiese conocido a las maravillosas personas que hoy llenan mi vida. En todo caso sí creo en que a veces lo oculto sabe más de nosotros que nosotros mismos. Desde la Prehistoria que al ser humano siempre le ha fascinado encontrar respuesta a sus inquietudes. Vivimos en una constante búsqueda de respuestas. El asunto es que según el zodiaco, soy toro, mono y por estos días medio marciano. Algo bueno puede que salga de todo eso.

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