: : La ballena y el Intrepid

Una ballena de cuarenta toneladas se pegó un mal salto. El peor de su vida y dejó a los intrépidos tripulantes del Intrepid con su velero hecho trizas en el medio de la bahía, al frente de Ciudad del Cabo. Triste que haya sucedido ahora, ya que de haber pasado en época del Mundial podría haberse tomado como lo mejor del certamen futbolero. El asunto parece cuento pero en verdad no lo es. El cetáceo perdió el equilibrio. Se dio un tropezón. Llámelo como quiera, el asunto es que el Intrepid pagó los platos rotos. Siempre los más pequeños, débiles, desvalidos, vulnerables pagan por los descalabros de los grandes.

Pero en este asunto ¿Quién paga? Nadie. Sacando conclusiones, esta ballena no tiene culpa alguna en lo sucedido, por lo cual no se debería esperar que ella pague por los daños, sin embargo, creo que esta determinación se debe tomar luego de haber visto los resultados de la alcoholemia. Eso es lo mínimo que podríamos esperar. Ahora bien, la ballena solita debería ver como arregla el entuerto, es lo mínimo en una sociedad decente. A menos por supuesto, que bajo el mar las cosas sean distintas.

Siendo que el hecho no sucedió en tierra firme no se podría esperar que sea la justicia ordinaria la que determine en este asunto. El problema es que si bien es cierto el asunto sucedió en el mar, no fue precisamente en este donde se dio la situación sino que en el aire. La ballena volaba cuando aterrizó sobre la pequeña embarcación. De ser así, la justicia aeronáutica debería tomar cartas en el asunto.

De ser condenado el cetáceo los más felices deberían ser los japoneses, ya que podrían pedir ser ellos quienes le apliquen justicia faenándola cruelmente dentro de uno de sus barquitos. Horror. No creo que el asunto sea para tanto. Como ya dije, dudo que la ballenita lo haya hecho de adrede. No hubo mala intención sino sólo un error de cálculo. Una cosa poca dirán por ahí. Nada que no se pueda arreglar a lo amigo. Sin necesidad de recurrir a las autoridades. Que como vimos, no se sabe cuales puedan ser.

Pero no nos olvidemos del Intrepid. Como ya dije, pagó los platos rotos. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Que tristeza. Un bello día disfrutando del sol en el mar destruido por una ballena confundida. No hay respeto digo yo. Uno se pasa la vida protegiendo a estos mamíferos acuáticos para que uno venga y se mande este numerito. Por suerte no hubo heridos que lamentar, claro que la ballena debe haber terminado cojeando o mejor dicho, nadando con problemas.

Esta si que es una buena historia náutica. “El otro día mientras navegaba por la bahía apareció una tremenda ballena de unas doscientas toneladas que cayó sobre la cubierta de popa…” o algo por el estilo para comenzar. Todos sabemos que los hombres de mar siempre exageran en el tamaño de los peces que agarran. Claro que la ballena también podría contar una buena historia a sus amigas en las profundidades. “Andaba contenta por ahí chapoteando cuando me pego el salto y, no se que me vino, pero perdí el equilibrio y caí arriba de un velerito que pasaba. Seré tonta.” Entonces sus amigas se largarían todas a reír alegremente. Al final el asunto no es más que eso. Una anécdota para la risa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me agrada leer los artículos de este blog. Son simpáticos, en primer lugar, relatan vivencias generalmente y son muy bien escritos. Es una lástima que sólo se leen entre los "iniciados"...