: : La falta de tiempo

Hace tiempo que tengo ganas de escribir un cuento pero no siempre las ideas fluyen como debiera ser. En verdad, generalmente la mente divaga en momentos en que no tenemos un lápiz ni un papel en que dejarlas grabadas. Esas son algunas de las ironías de la vida. Pero que le vamos a hacer, así le debe suceder a todas las personas y no sólo a mí. Siempre tendemos a creer que la mala suerte es algo personal, sin embargo es algo común que le sucede a todas las personas. Es cosa de mirar alrededor y podremos ver que a todos nos pasa.

Mi vieja por supuesto tenía otra frase cliché al respecto, ella decía que mal de muchos es consuelo de tontos. Sabia mi viejita. Para variar tenía toda la razón. En todo caso es cierto. El mundo en que vivimos es el templo al Yo.

Hablando del Yo, les contaré que hace tiempo empecé a escribir una novela, la cual no ha ido a ninguna parte. Ahí quedó guardada en alguna memoria externa, ya que es ahí donde guardamos las cosas ahora, no en la nuestra, sino que en una comprada que tiene una capacidad limitada. Si me preguntan de que trata mi novela no sabría por donde empezar. Lo que tengo claro es que no es una novela de amor.

Tener bloqueos mentales es algo normal para los escritores he leído por ahí. Así que no debería preocuparme. Algún día me sentaré y terminaré de escribir ese cuento. Me conformo con que sea cuento y no novela. A veces un buen cuento es mejor que una mala novela. Eso puede ser que ayude. En una de esas la meta que me puse fue demasiado elevada. La vara me quedó inalcanzable. Demasiada alta para mí.

Nunca está demás sentarse a re estudiar algunas cosas de nuestras vidas. Los proyectos personales son los que primero dejamos de lado. Es más fácil olvidarlos que perseguirlos. A todos nos pasa, sin embargo, tengo claro que eso no es un consuelo.

“Eran pasadas las nueve y media de la mañana cuando sonó el teléfono. La habitación se encontraba a media luz, ya que las cortinas de papel crepado no son buenas a la hora de mantener la penumbra, sin embargo dan un tono cálido al entorno, sin duda en recuerdo dejado por su última compañera…” así empieza mi cuento. Nada del otro mundo, sin embargo es un cuento mío. Uno de tantos. Claro que al parecer los cuentos son más fáciles de contar en persona en medio de una conversación distendida y una que otra botella de vino que de ponerse por escrito. A veces las ideas no se quieren dejar escribir. Se ponen díscolas con el papel. No quieren nada con la hoja carta en blanco que aparece en el monitor.

La cosa puede que no sea tal y sólo es que no he tenido tiempo de sentarme a escribir. Eso. No he podido terminar de transcribir el cuento que está guardado en mi cabeza y en mi corazón por falta de tiempo. El reloj no ha querido darme el espacio necesario. Mis días han estado copados de actividades hasta tal punto que no he podido seguir adelante con mi sueño. Perfecto, ahora que encontré una buena y popular excusa puedo volver a lo que, fuese lo que fuese, no era para nada una perdida de tiempo.

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