: : La anticuada doña FIFA

No tengo la menor idea de que irá a ser de nosotros ahora que se terminó el Mundial. Los horarios de los partidos eran ideales para acortar el día en la oficina. A las 10 el internet se ponía lento ya que todo el mundo estaba streaming desde sus computadores. Tanto así que finalmente los jefazos dijeron que era mejor poner un televisor en la sala de reuniones, y así se hizo. La cosa mejoró montones para los que no amantes del deporte rey preferían producir dividendos para la compañía. Otros, entre los que me incluyo, escapábamos a ver a los veintidós gladiadores detrás de la escurridiza yabulani, acompañados del hipnótico canto de las vuvuzelas.

La cosa es que se nos acabó el Mundial y nuevamente hemos sido arrastrados de manera brutal e inmisericordiosa a nuestras estaciones de trabajo. Increíble. No hay respeto por el dolor ajeno. Mis selecciones (ya que debo reconocer que tuve más de una predilección), no consiguieron los logros que se esperaban de ellos. Triste. Pero nos regalaron momentos felices mientras duró el ensueño. Genial. Para eso estamos. Para vivir plenamente esos momentos, generalmente cortos, de alegrías. Lo lindo es que esas pequeñas alegrías nos mantienen por años, gracias a que se convierten en recuerdos. Anécdotas. Cuentos.

Por un lado podríamos tertuliar largo y tendido con el mal desempeño de los señores jueces de campo, los colegiados. Malos, muy malos. No todos por supuesto. Hubo uno que otro que se salvó y pasó inadvertido por el campo de juego, ya que no deberían ser ellos los protagonistas, algo que algunos aún no comprenden. Otra velada extensa podría darse alrededor de la pelotita esa. Parece que tenía un conejo dentro. La idea era que se vieran más goles. No fue así. Por el contrario, vimos menos goles y un montón de frustrados jugadores corriendo a ver si la alcanzaban, ya que la gordita de cuero daba un bote y apretaba cachete. Se arrancaba como si creyera que se la querían comer. Pobre pelotita.

La seguridad en Sudáfrica fue un tema recurrente. No deben haber sido pocos quienes pudiendo no fueron al Mundial por temor. No es para menos, ese continente no ha sido una taza de leche que digamos. Acá en mi oficina la seguridad es cosa seria. No podemos hacer nada sin que tengamos que marcar tarjeta, o poner el dedo, o usar alguno de los aparatos magnéticos que nos dieron. Horror. No se puede ir al baño sin que seguridad lo sepa. ¿Tendrán cámaras en las letrinas? Quién sabe, eso ya es tema para otro artículo.

Volviendo al tema, la FIFA nos regaló un mes de competencia. No fue un buen Mundial. Fue mediocre. He visto mejores. La final fue súper aburrida. Mi amigo John me dijo que lo despertara si algo pasaba. Para los gringos el futbol es fastidioso. Pesado. Están acostumbrados a deportes rápidos y con muchos goles por lado. Como le explica uno que la FIFA no se quiera modernizar aplicando tecnología para refutar algunos, claramente desacertados fallos arbitrales. No hay manera. No se puede. La señora FIFA es anticuada y hace lo que quiere. No le interesa modernizarse. Ahora bien, lo que pedimos no son cambios monumentales. Tampoco tienen porque ser cambios que apliquen a todas las pequeñas ligas del mundo, pero si para las finales de las competencias grandes, como un Mundial por ejemplo, no hay nada más grande que eso.

Ahora que se nos acabó el Mundial no nos queda más que volver a trabajar a esas horas en que disfrutábamos del futbol. Se acabó el recreo cabritos. A producir se ha dicho. A ganar dinero como locos ya que para eso estamos. Por supuesto que no para nosotros, si para los dueños de la compañía. A nosotros no nos toca nada.

1 comentario:

ShadowWriter dijo...

a propósito del mundial, yo nada más te invito a leer este artículo que está buenísimo... Nada que ver con la oficina o con la seguridad de Suráfrica; pero algo con la FIFA y el fútbol...
http://www.theglobeandmail.com/sports/soccer/the-10-best-world-cup-commercials/article1590980/