: : El plantón del domingo

El sábado quedamos en que el domingo trabajaríamos y no pasó nada. Mi señora tenía planes de ir a la playa y fueron cancelados. No fue culpa mía. Me habían dejado plantado. Sentado al lado del teléfono como una Penélope. La de Serrat. La que se quedó solterona. Pobrecita ella. Pero en fin, el punto queda claro. No necesito darles más detalles. De todo lo malo siempre sale algo positivo. Un aprendizaje, un contacto, una anécdota entretenida. En este caso, mientras esperaba que sonara el teléfono saqué del cajón mis lápices y una libreta y me puse a dibujar. Pasé toda la tarde dibujando. Tal vez algún día les muestre mis dibujos nuevos. Lo más entretenido es que me sentí muy bien haciéndolo. Fue un hermoso reencuentro.

Hace mucho que no pasaba una tarde dedicada al dibujo. Creo que me hizo bien. De vez en cuando es bueno dejar todo y recuperar aquellas cosillas que nos hacían feliz. Mi señora estaba molesta por el plantón que me habían dado, sin embargo quedó encantada con los bosquejos que saqué. Una maravilla. Una tarde de playa que se había ido por los caños se había convertido en una tarde para la creatividad.

No es agradable que nadie pierda nuestro tiempo, especialmente porque es bien sabido que el tiempo perdido no se recupera. Si yo decido perder mi tiempo es problema mío. Pero que otra persona lo haga no está bien. No es correcto. Debería de alguna manera ser penado por la ley. Alguien debería establecer un número ochocientos donde poder dejar estampada la queja. Un lugar donde uno pudiera desahogarse. Pero no existe ese lugar especial. Nadie le para bolas al tiempo. Nadie se pone a pensar en que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Bueno, Milanés lo hizo y parece que fue el último.

Pero perder el tiempo tampoco es algo bueno. Cualquier cosa que se pierda se extraña. La memoria, las argollas, un libro o cuaderno. Se pierden los goles y en castigo te los hacen. Se pierden los estribos y las llaves. El asunto, es que a penas nos damos cuenta que hemos perdido algo, de inmediato lo extrañamos y más que nunca lo necesitamos. Triste, pero lo que se perdió se perdió. Especialmente el tiempo.

La pobre Penélope de Serrat perdió su tiempo esperando a su galán y al final perdió también su juventud y su cordura. Se quedó solterona. Triste. Una lástima. Los que la querían y miraban como pasaba esto sufrían. Así es, como mi señora sufría sabiendo que estábamos perdiendo una hermosa tarde para estar en la playa. Lo importante, es que algo bueno sacamos de todo esto. Al final no todo estaba perdido.

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