: : Dejando que la mente vuele

El verano de 1984 fue memorable por muchas razones las cuales no pretendo contar ahora, ya que no se trata de eso que voy hablar. La razón por la que mencioné esa fecha tiene que ver con un tema que acabo de escuchar en iTunes. Así funciona la mente. Es una loca que cualquier cosa, por pequeña que sea la trasporta. En verdad, cuando uno está en un lugar en el que se siente incómodo, lo único que le queda por hacer es dejar que su imaginación viaje lo más lejos que pueda. Con o sin rumbo da lo mismo. Que nos lleve a mejores lugares. A sitios en donde hemos sido felices o lugares en que creamos poder serlo.

Debo reconocer que siempre he sido un tipo afortunado, a pesar de que a veces me quiero convencer de lo contrario. La señora fortuna de una forma u otra se las arregla para dejarme saber que he sido acariciado por su varita mágica. La suerte siempre me da la razón aún cuando a veces piense que me ha dejado. Tengo suerte de tener tantos buenos recuerdos atesorados en mi memoria, y tengo suerte ya que sé que aún quedan muchas cosas buenas por venir.

El valor de los recuerdos varía según la edad en que fueron creados. Por ejemplo, los que guardo de ese verano se refieren mas al desenfreno de un jovencito que sólo piensa en el aquí y en el ahora. Eran hasta cierto punto egoístas. Unipersonales. Singulares. Ahora, mis recuerdos son colectivos, en ellos vienen el reflejo de las vidas de mis hijos. Ya no sólo veo a través de mis ojos sino que también por los de ellos. Disfruto de sus fotografías en Facebook junto a sus amigos y me trasporto a esos tiempos en que estaba con los míos. Mucho tiempo ha pasado. Mucha agua ha corrido por debajo del puente.

Gracias al macabro Internet muchas cosas buenas se han podido dar en nuestras solitarias vidas. Nos hemos vuelto a comunicar con los recuerdos. Nuestras mentes han dado una nueva y feroz pelea contra el Alzheimer. No somos pocos quienes nos hemos dado el tiempo de mirar atrás en nuestras vidas y de paso, ver como les ha ido a nuestros amigos de infancia. Que tiempos aquellos, sin preocupaciones ni problemas. Cuando el tiempo parecía que nunca iba a pasar. Cuando no amanecíamos molidos después de una noche de fiesta. Ahora, con suerte me da el cuero para salir de juerga una o dos veces al mes y la recuperación se da en un par de días y no en horas. Como ha pasado el tiempo.

De una cosa me he dado cuenta. Las cosas que me gustaban en esa época son mas o menos las mismas que me gustan ahora. No han cambiado mucho mis gustos con el paso del tiempo. En ciertas cosas se han refinado, en otras son exactamente iguales. Sigo siendo el mismo. Con algunos kilos de más. Pero que le vamos a hacer si la gravedad nos maltrata con los años. Es como la televisión que aumenta de peso a los animadores. Los años no pasan en vano.

La mente es cosa seria. Debe ser horrible perderla. Olvidar todo. Quedarse en blanco. Debe ser por eso que me da mucha lástima lo de Cerati. Su música acompaña muchos de mis recuerdos ochenteros. Una época inolvidable. Ojalá que se recupere.

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