: : Los eternos visitantes

Trescientos millones de personas en los Estados Unidos, y su selección de fútbol no juega de local en ningún estadio. Se fueron a Nueva York, al estadio de los Gigantes y nada. Tablero vuelto. Pero todos o por lo menos la gran mayoría eran mexicanos. Es increíble que acá nadie se haya dado cuenta que los que mantienen vivo ese deporte somos los latinos. Asumo que si inmigración se hubiera dado una pasada por el estacionamiento del estadio habría llenado un par de buses de indocumentados. Pero no lo hicieron, ya que los indocumentados estaban consumiendo. Más de una gran empresa se estaba haciendo un poquitito más grande gracias a los dólares que gastan los que no tienen papeles.

Cinco a cero les hicieron las vistas que jugaban como locales en Nueva York. El Tri se agrandó en el último minuto. Increíble. Tal vez si hubieran jugado con el equipo femenino sacaban un empate. Las mujeres de este país juegan mejor al fútbol. Eso les debe doler en el orgullo y en su machismo. Estados Unidos no juega de local en ninguna parte del país ni del mundo. Si van a Utah no llenarían las galerías con mormones, ya que igual estarían ahí los latinos. Gastando dólares. Porque acá nadie gasta en pesos, ni soles, ni sucres. Gastamos todos en dólares, y como gastamos. Es grande la vanidad de los gringos, bien grande. Tan grande que no los deja ver cuando lo están haciendo mal. Claro que no todos son así. Conozco varios que no lo son.

A modo de anécdota les contaré que cuando chico jugué de cuarto arquero en un equipo capitalino. Nunca jugué un partido oficial. Creo que tampoco tuve guantes propios, y nadie lo notó ya que nunca los necesité. Así que técnicamente no tengo mucha moral para opinar de fútbol ya que mis laureles peloteros no son los mejores, sin embargo, de la vanidad de los norteamericanos sí. Insisto en que no todos son así. Sin embargo, muchos de los que están en Washington sí lo son. En Hollywood también lo son, y se nota en sus películas, esas que nos venden el mundo como ellos quieren que lo veamos. Nada como idiotizar a las masas para que no se note lo malos que somos para el fútbol. Si bien es cierto no soy quien para criticar las decisiones técnicas del seleccionados nacional, si puedo criticar por lo que creo es una falta de respeto hacia el resto del mundo.

El otro día, sin ir más lejos, le explicaba a mi hijo pequeño que Estados Unidos no es América, sino que solo es parte de ella. Así como tampoco son el mundo, aunque sea eso lo que enseñan en las escuelas. América es un continente formado por muchos países. Sin embargo acá están convencidos de que no es así. Por eso es que aquí se juega la Serie Mundial, que es disputada por el campeón de una Liga con el campeón de la otra. Juegan entre ellos y la llaman mundial. Un chiste. Tienen una liga Americana donde no hay ningún otro equipo de América en ella. Otra burla.

Pero volviendo al fútbol. Lo que más les duele a los norteamericanos es que la FIFA se les avivó y no los dejan controlarla como hacen con la ONU y con la OEA y con otro montón de organizaciones llenas de siglas. Nada más que hermosos adornos. Si bien es cierto la FIFA es una organización bastante mafiosa en muchas de sus acciones, no se han dejado comprar por este país. Todavía.

Si la FIFA estuviera en Nueva York o en Washington, posiblemente las reglas del deporte serían otras. Harían que todo el mundo le llamara “soccer”. Se jugarían cuatro tiempos más cortos. Voluptuosas porristas llenas de ritmo y simpatía y Bruce Springsteen cantando en el medio tiempo (lo que en todo caso, no me molestaría para nada). Estadísticas de cuantas patadas da un jugador con el pie izquierdo y cuantas con el derecho ― dato bastante importante y enriquecedor. Se venderían tarjetas coleccionables con fotos de los jugadores. Se inventarían novedosas maneras de meternos aún más merchandising. Los expulsados serían castigados de inmediato, encerrándolos en cajas trasparentes al lado de la barra brava del otro equipo, para que durante cinco minutos fueran brutalmente increpados por su error y violencia desmedida, para luego volver al campo de juego con un “warning”. Los penales serian en una jaula cerrada en donde el arquero puede atacar al delantero con lo que encuentre a mano en orden de que no le metan un gol. Sin duda, las trasmisiones televisivas serían más entretenidas, pero el deporte nunca volvería a ser el mismo.

Cada vez que el ciego orgullo que mueve los hilos de este país se ha metido en alguna parte, nada ha vuelto a ser igual. Es como si se crearan mundos virtuales donde la vanidad de políticos, generales, petroleros, banqueros y medios de comunicación se pude ver en todas partes. Espejos de su propia realidad. Exportadores de un montón de cosas tan malas como su fútbol. Si en los Estados Unidos se preocuparan de solucionar los problemas que hay acá, posiblemente todo sería mejor. Predicar con el ejemplo y no querer que otros hagan lo que acá no se hace. Es cierto que hay muchas cosas que están mal en el mundo, pero también es cierto que hay muchas cosas que están mal aquí. Una de ellas es la selección, que jugó de visita en Nueva York. Sin embargo, por cómo se han dado las cosas, igual van a llegar al mundial. Un chiste.

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