: : Tecnología, tertulias y cosas varias

No es que tenga temor a los comentarios ni nada por el estilo. Lo que sucede es que a veces la tecnología me sobrepasa. Sin ir más lejos, nunca pude poner la hora en el reloj de la videocasetera. Aún no he podido dominar dos tercios de las funciones de mi teléfono celular. Es verdad, todavía no le he podido ganar a las ciencias aplicadas en muchas cosas. Es por eso que este blog aún no acepta comentarios de ningún tipo. Horror. Quisiera conocer la opinión de mis lectores en muchas cosas. Comenzar un diálogo distendido. Si tuviéramos un vinito sería aún mejor. Eso me trae recuerdos del Barrio Brasil. Nada como los barrios universitarios. Creatividad, alcoholismo y promiscuidad por todos lados. Una belleza. En esos lugares en particular las tertulias se dan hasta que las velas no ardan. Perfecto.

Acá no se da mucho eso. Los norteamericanos no son muy tertuliantes. Como que no se abren mucho a la conversación profunda. Para qué. Eso no sirve de nada. Mejor darle como a bombo a las trivialidades. Eso. Las minucias cotidianas que no tienen peligro alguno. Es más seguro.

Los comentarios son buenos. Me gustaría poder solucionar eso de que nadie puede comentar en este blog. Juro que no es nada personal. Si alguien sabe por favor tómese el tiempo de explicarme como solucionar mi pequeño entuerto. Creo que el debate es sano. Hace bien. Enriquece. De paso, las tertulias aúnque sean cibernéticas, son un momento de distracción. Un cable a tierra. Un desahogo.

En mi época estudiantil me acuerdo que durante un tiempo tuvimos toques de queda. Ustedes saben, esas cosas que se hacen para mantener a la ciudadanía bajo control. No se salvaba nadie. Ninguna persona podía estar en la calle después de las diez de la noche. Así que a las nueve ya todos estábamos corriendo a la reclusión. Al encierro obligado. Nació lo que conocíamos como fiestas de toque a toque. Toda la noche de juerga. Conversando, bailando, bebiendo. Un agrado. En la casa de mis amigas panaderas nos encerrábamos en una habitación de techo alto. Era una casa vieja, muy vieja. Ahí no había baile de ningún tipo. Sólo música, conversación y ocasionales apariciones fantasmales. Una delicia.

Siempre me ha gustado eso de amanecer conversando. Claro que con los años ya no se puede como quisiera. No. Sucede que con suerte llego a las doce despierto. Lo más triste es que no importa lo tarde que me acueste, siempre me despierto temprano. El reloj biológico me tiene loco. No sé como desconectar esa alarma. Mi papá siempre se despierta temprano. Hubo un tiempo en que a las ocho de la mañana me llamaba para saber si ya había leído el diario. Mi señora alegaba hasta por los codos. Pero ya se le pasó. Ahora chateamos. Hacemos los puzles a distancia. Increíble todo lo que hemos avanzado con la tecnología. Hasta donde hemos llegado. Como si fuera poco, mi viejo de vez en cuando me hace preguntas técnicas. Sin duda puede ser que conozca algunas mañas de las computadoras mejor que él. Sin embargo por más que trato no he podido hacer que los lectores de mi blog puedan hacer comentarios. Más de alguno debe pensar que lo hago de adrede. Error. No es así. No es esa mi intención. Es simplemente que a veces la tecnología me la gana.

1 comentario:

Unknown dijo...

gracias Pablito.. de verdad que me emocione con tus recuerdos...