: : Pienso



Mientras escucho los compases alegres y sincopados de Lulu's Back In Town de Thelonious Monk pienso. Siempre estoy pensando. En general creo que me hace bien mantener la cabeza ocupada a ver si mantengo al alemán lo más alejado posible. Pero volviendo al tema, decía que pienso. Pienso en que este Chile que encontré después de más de veinte años de deambular por otros lares no es lo que esperaba encontrar. Es un país triste, golpeado y abusado. Andar el metro es una experiencia dolorosa. La alegría que esperábamos en los ochenta llegó, pero sólo llegó para algunos, claramente no para todos.

Hay mucha plata allá afuera, pero en bolsillos de unos pocos. La derecha y la izquierda se han ido disolviendo y parecieran ser una masa sin forma en donde viven para arreglarse entre ellos y pagar favores. Una vergüenza en un país donde la gran mayoría aún espera un cambio real.

Soñar en un país de sueldos decentes no es politiquería, es una necesidad. Exigir cambios es un derecho, igual que esperar una mejor educación, o al menos una menos mediocre. Esperar más no debería ser una utopía. Sentir que el chancho está mal pelado y decirlo en voz alta no debería ser reprimido, sino por el contrario, debería ser escuchado y atendido. 

La discusión por la educación no debería ser por quienes van a dejar de ganar mucho haciendo poco, sino pensar en los miles que merecen algo mejor. Por suerte, a pesar de todas mis cimarras, siento que en mis tiempos de escolar la enseñanza era decente. 

En algún momento quienes son elegidos para representar los intereses de la mayoría perdieron el norte. Se hicieron burgueses y se olvidaron de a quienes representan. Pierden el tiempo de manera grosera en discusiones menores mientras las bases de la sociedad chilena se van corroyendo de manera brutal. Los chilenos no merecemos lo que estamos recibiendo. Los tiempos han cambiado, lamentablemente, lo que mejor se ha hecho en todos estos años ha sido minar la voluntad aguerrida de un pueblo entero, dejando en su lugar una triste masa de ovejas que calladamente aceptan que se les pisotee a diario. Una pena. En eso pienso.



: : MALDITA GENÉTICA



No son pocas las cosas que me gustan, y lo más probable, es que la lista de cosas que me desagradan sea más o menos igual. Quien sabe. Con los años entre las listas se ha ido produciendo una especie de cambalache. De chico, en el top ten de las cosas que no me gustaban estaban los pimentones rojos. Me daba el tiempo de sacar uno por uno de cualquier comida, sin embargo hoy, me encantan. Los gustos son así. Son dinámicos. Cambian. Evolucionan.

Por otro lado, hay otras cosas que siempre han estado en una sola lista y de ahí no se han movido, y con los años se han ido anotando nuevas cosiacas en ambos listados. Claro, a medida que uno va creciendo y recorriendo va aprendiendo y conociendo nuevas cosas. No podía ser otra manera.

Dentro de las cosillas que me gustan podría mencionar comidas o prendas de vestir. Posiciones y lugares. Situaciones y un cuanto hay. Entre las que no me gustan, la mayoría son conductas o actitudes. Algunos estilos de música me llegan a sacar ronchas mientras que otras, llegan a ser dolorosas y enfermantes. Con los años la tolerancia y paciencia van disminuyendo. Se van acabando y su lugar lo van ocupando las mañas.

Hoy, reconozco que tengo un montón de manías que nunca pensé llegar a tener. Algunas nuevas, otras estaban ahí, en algún momento las llegué a reconocer en mis padres o algunos parientes. La maldita genética que no podemos ocultar ni aunque queramos. Que siempre sale a flote, es como la verdad, o mejor dicho, es una verdad en sí.

La genética no siempre es justa. Más bien, creo que es una loca de mierda. Una vieja neurótica y gritona que no se puede quedar callada y que, tarde o temprano explota. Una bomba de tiempo. Una broma cruel que nos jugó el buen Dios.

Creo que al final lo que pasa con el continente americano es eso, lo que llegó por estos lados a colonizar en su gran mayoría era mediocre, lo que botó la ola. Mala genética por todos lados y ahora explota por todos lados, especialmente en los salones del Congreso.