: : Esclavos modernos

A las cuatro de la tarde paramos de hacer lo que sea que estemos haciendo y nos vamos a la cocina. Un rito vespertino. Un respiro obligatorio. Una sana costumbre que viene a romper un poco ese dejo de esclavitud que nos abraza la mayor parte del día.

En la cocina tenemos dos refrigeradores. Modernos. Metálicos. Un par de hermosuras. Generalmente atestados hasta el tope de bolsas de comida. Cada uno guarda ahí sus meriendas. Hay quienes hacen una compra semanal y lo llenan de frutas, verduras y gaseosas. Compran leche para toda la semana. Pan de molde. Hay de todo. El surtido es variado y colorido. Una belleza.

Al descanso llegamos todos con el mejor de los ánimos. Excepto contadas excepciones que aprovechan el momento para llenar las mentes de los demás con su pesimismo y mala onda. Claro que no se les puede criticar demasiado, ya que todos, más tarde o más temprano pasamos por esos momentos de rabia. Rebeldía. Rebelión.

La esclavitud moderna es algo serio. Real. Tangible. Se le puede sentir, oler, saborear. Se le puede ver en cualquier lado. Es cosa de poner atención y abrir la mente.

Todos somos esclavos y lo que es peor, acá en el estado en donde vivo, no hay quien nos proteja. No. Acá como si fuera poco nos tienen convencidos de que los representantes son elegidos por nosotros y están en sus cómodas oficinas para velar por nuestros derechos. Una falacia más. Una broma. Una falta de respeto.

Nadie nos protege. No hay Chapulín Colorado que salga de detrás de algún mueble con la llave para soltar nuestros grilletes invisibles, esos que nos ha ido dejando el sistema.

Cuando me paro de mi escritorio y camino hacia la cocina para disfrutar de mi descanso, pienso en que quisiera estar en cualquier otro lugar menos aquí. Nada personal. No tiene nada que ver con mis compañeros de celda sino con que me gustaría pasar más tiempo con mi familia. Pero qué le vamos a hacer, no se puede y ya. Pasan los quince minutos. Devuelta al escritorio. Debo darme con una piedra en el pecho, al menos tengo un escritorio.

1 comentario:

Perla Marina dijo...

Pablito, es que estamos en una ciudad o Condado, como prefieras, que en realidad no forma parte de USA. Es una especie de tierra de nadie y a la vez de todos, donde, lamentablemente, los políticos, en su mayoría cubanos, se han dedicado a la corrupción con un afán y una impudicia antológica. A esto agrégale que el modelo económico neoclásico y monetarista diseñado por los Chicago Boys se aplica a rajatabla en toda la nación. De otra manera, quizás pudieras pasar más tiempo con tu
familia y trabajar para vivir, no vivir para trabajar.