: : Con el invierno encima

A veces pienso que me gustaría meterme de manera seria en el tema de la política, Alcalde, Concejal, Diputado o Senador. A veces pienso que los electos representantes del pueblo en verdad no representan a nadie, por lo menos no a los que votamos. Sucede que ser político es caro. Una campaña para ser exitosa debe contar con muchos recursos, y por recursos me refiero al dinero.

Los que pueden dar dinero son generalmente los que más tienen. Suena lógico eso. Lo que no es lógico es que los que terminan verdaderamente pagando los costos de que ellos puedan seguir con sus abultadas cuentas corrientes somos los que tenemos menos, los que no podemos dar por razones obvias.

De esta manera, los representantes electos terminan pagando los favores a quienes les apoyaron con dinero y no con votos, esos quedamos al último.

Asumo que con esta forma de pensar, si alguna vez decidiera seguir una carrera de servicio público probablemente nadie apoyaría mi campaña con dinero sino con buenas intenciones, buenas ideas, lo harían con sus preocupaciones y problemas esperando que de verdad les pudiera ayudar, sin embargo los empresarios no me darían ni la hora.

Hasta ahí con mi carrera en el servicio público. Hasta ahí con la política. No hay mucho que hacer por ese lado. Sin embargo, siendo revoltoso por naturaleza (eso decía mi madre), no me puedo quedar quieto dejando que otras personas sigan controlando mi vida de manera claramente irresponsable, negligente, irrespetuosa, grosera, mal intencionada y, porque no decirlo, hasta perversa.

Creo que eso de ocupar Wall Street ha sido una idea genial, pero ahora que se nos vino el invierno encima, puede que vivir en carpas en un parque de Manhattan no sea tan buena idea. Es hora de volver a las casas y tomarse un chocolate caliente al lado de la chimenea. Es el momento de sentarse a repensar la protesta. Seamos honestos, el daño causado a las corporaciones no ha sido tal. Los ricachones se están riendo de todos mientras enciendes sus habanos con billetes de cien dólares.

Supongo que la idea de sacar el dinero de los bancos y ponerlo en instituciones como cajas de compensaciones y uniones de crédito suena bien. Los bancos se molestarían. Se sentirían incómodos. Al menos se preocuparían un poco. Quizás buscarían la forma de retornar al sentido común y al respeto por las personas. Definitivamente buscarían retener a sus clientes.

Creo que son muchas las cosas que están mal allá afuera. Razones para protestar tenemos de sobra. El espíritu detrás de estos movimientos es bueno. Es respetable. Es inspirador. Sin embargo, el rumbo aún no está claro. No hay un mapa que nos indique hacia dónde vamos. En estos momentos las brújulas apuntan para cualquier lado. El norte no está claro ni definido. No hay una cabeza. No hay un portavoz. Definitivamente, no hay un líder.

Si bien es cierto y como ya mencioné se les vino el invierno a los que protestan en Wall Street, las carpitas y la buena organización ya no serán suficientes. Espero que el invierno no se venga encima de todo el movimiento, enfriando los corazones de quienes por primera vez en muchos años hemos sacado la voz.

2 comentarios:

Octavio Guerra Royo dijo...

Bravo, Pablito, qué bueno que reviviste tu blog, no había hecho comentarios porque, no sé la causa, el sistema (el electrónico, no el económico político) no me permitía entrar.
Bueno, te diré, también fui y sigo siendo tan irreverente y revoltoso como cuando adolescente, lo que no habla muy bien de mí, pero así es como soy y debo seguir cargandop conmigo mismo. Sin embargo, he ido y venido por todos esos caminos de dios o el diablo, quién sabe diferenciarlos a veces, y he traído de regreso una duda cartesiana del tamamaño de la metagalaxia. Estoy de acuerdo que los culpables de esta crisis deben ir a la cárcel. Son los mismos que han construido nuestra civilización, para bien y/o para mal, por lo que siento por ellos el mismo sentimiento de odio/amor que siento con los malvados de las telenovelas. Veo que nos manipulan desde los medios, las tribunas, las cátedras pero es que el ser humano es así, corruptible y corrupto y los hechos históricos (no los cuentos de la propaganda de todas las ideologías) nos demuestran que los líderes deben ser humanos en el extremo del egocentrismo, la hipocresía, el oportunismo, la manipulación, la codicia, el abusoi del poder y la corrupción. Creo que las protestas están bien pero sospecho de quienes la dirigen y financian desde las sombras (esas carpas no caen del cielo). Sobre todo, los programas enarbolados no son otra cosa que la otra cara de la misma moneda del Tea Party y otros por el estilo. Creo que el único programa inteligente sería exigir que se someta al imperio de la ley a todos los que especularon, cometieron fraude, inflaron burbujas y estafaron a todo el mundo desde la época en que Reagan desreguló la banca y las compañías de seguros en los 80. No creo en "mundos mejores" ni en filosofías ni ideologías ni en líderes ni en movimientos políticos de cualquier ala. La historia me ha enseñado que todos los gobiernos del mundo son oligárquicos, desde el peor al mejor. El menos malo de ellos es el democrático y de derecho, el cual hace trabajar más duro a la oligarquía para lograr sus objetivos.Y creo que es posible mejorarlo para lograr poco a poco que cada vez más ricos y poderosos sean sometidos a la ley. Cualquier otro tipo de gobierno o ideología o movimiento llevaría de cabeza al totalitarismo del que luché por 30 años por salvar a mi familia y traerla a esta orilla. Un abrazo.
http://havanaschool.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Molly Katchpole recurrió a la plataforma de Change.org para iniciar una petición de firmas contra el banco y logró recolectar 306,868 firmas, con la meta de llegar al medio millón. La campaña se propagó casi de la noche a la mañana en redes sociales. Al final, Molly consiguió que el Bank of America dejara sin efecto su idea de cobrar $5 a quienes utilizan sus tarjetas de debito.
Esas son las inspiradoras noticias que dan gusto encontrar. Creo que lo que dices en tu escrito va claramente por ese lado.