: : La historia no muerde

Aunque muchos no me lo crean, he pasado más de la mitad de mi vida en los Estados Unidos. Soy ciudadano y en muchos sentidos he asimilado por completo esta cultura. La he hecho mía. Por lo general se me puede ver utilizando gorros de baseball, me encanta el ketchup y la salsa barbecue. No me pierdo la Serie Mundial ni el Súper Tazón. Veo las películas sin subtítulos en español y me saco el gorro cuando entonan el himno nacional. Todo eso y mucho más me hacen decir que en el fondo soy un gringo más, aunque por mi apariencia exterior no lo parezca.

Cuando vivía en Nueva York me decían puertorriqueño, en California me decían mexicano, en Miami en más de una ocasión me han dicho cubano. Nada de eso me complica. Soy latino y no me duele. No me molesta. No me hago problema alguno. Dependiendo del lugar es el saco en el que nos meten. Que no me moleste debe ser porque, aunque les duela, soy gringo. Voto. Participo y molesto. Tengo opinión y la digo.

Ahora bien, como hispano he notado que muchos de quienes llegan a este país, por alguna extraña razón, en lugar de hacerse parte de esta cultura la quieren convertir en la de ellos. No creo que tenga nada de malo querer mantener vivas las raíces, recordar de donde venimos. Creo que eso está muy bien y a mis hijos se los inculco, sin embargo, me molesta que por otro lado no quieran aprender de la historia de este país. Estados Unidos es lo que es porque hubo quienes lucharon por independizarse. Quienes vieron lo que estaba mal y lo quisieron cambiar. La historia nos enseña que hubo un sueño americano y debo decir con dolor que para millones de personas, ese sueño ya no existe.

La historia no muerde. Esta ahí para ser estudiada, aprendida, asimilada. La historia debe servirnos de inspiración. Devolvernos la esperanza. Si ellos lo hicieron, porqué no nosotros. Sin embargo, los latinos llegamos acá y muchos no le paran bola a la historia. La ignoran. Se desentienden de ella. Hacen como si no existiera. La ignorancia es un mal que ataca a la comunidad latina de los Estados Unidos. La ignorancia en muchos aspectos.

Al sur del continente todos reconocemos a Bolívar y San Martín. En Cuba tienen a de Céspedes y a Martí. Nicaragua a Sandino. Los padres de la Patria están por todos lados, sin embargo, si les preguntamos a un latino en los Estados Unidos sobre quién fundo esta patria, la mayoría lo desconoce. No tienen idea. Tampoco les interesa saberlo. En todo caso, antes de continuar debo ser justo y en honor a la verdad, si le preguntamos a un gringo lo más probable es que también tenga poca idea del tema, ya que para ser honesto, la educación pública de este país va de mal en peor.

La ignorancia es caldo de cultivo para que florezcan males tales como la opresión, la desigualdad, el racismo, la usura, el esclavismo, el aprovechamiento, la avaricia, la corrupción, la desidia, las adicciones, el egoísmo, la falta de amor al prójimo. Los males de la sociedad que en lugar de haber sido derrocados por la inteligencia del hombre, parece que se han convertido en pandemias. Una vez más digo, no creo que haya sucedido por casualidad.

La libertad importa. No es un cliché. No es una moda. Es algo por lo que hay que vivir y hay que dar la pelea día a día para mantenerla. La democracia es un regalo que se nos fue dado y que hay que preservar. Proteger. Vigilar. Es frágil. No es indestructible. Tiene vida, hay que alimentarla. El espíritu de 1776 no ha sido olvidado y quisiera de alguna manera poder traerlo nuevamente a los hogares de los latinos que no le conocen, que nunca le han visto.

No ha habido un evento en la historia que en su origen pareciera tan improbable como la independencia del yugo opresor de una monarquía cruel e insensible. Sin embargo, un grupo de personas tenían un sueño. Éste fue más fuerte que el temor a las represalias, el castigo o la muerte. Este espíritu libertario se apoderó de sus corazones y no los dejó ser hasta no conseguir su objetivo. Este se conoció como el Espíritu del 76, y personificaba las creencias y acciones de un mítico grupo de personas a quienes conocemos como los Padres Fundadores.

Los Padres Fundadores fueron los líderes políticos que firmaron la Declaración de Independencia, participaron en la Revolución, o participaron en la redacción de la Constitución. De entre todos ellos destacan Benjamín Franklin, George Washington, Thomas Jefferson, Alexander Hamilton, John Jay, James Madison, John Adams y Thomas Paine.

Algunos mas conocidos que otros, todos ellos cumplieron un rol importantísimo en la historia de este país. Sin embargo, posiblemente uno de ellos sea el más desconocido para la mayoría de los latinoamericanos que vivimos en este país. Su nombre es Thomas Paine. Político, inventor, intelectual, radical, revolucionario y publicista estadounidense de origen inglés. Promotor del liberalismo y de la democracia. Su panfleto “Common Sense” (Sentido Común), publicado en 1776, desafió la autoridad del gobierno británico y la monarquía real. El lenguaje sencillo utilizado por Paine habló a la gente común y fue el primer trabajo en pedir abiertamente la independencia de Gran Bretaña.

En las primeras líneas de su escrito podemos encontrar algo que puede ser fácilmente reconocido en la actualidad: “Algunos escritores han confundido tanto la sociedad con el gobierno, como para dejar poca o ninguna distinción entre ellos; mientras que no sólo son diferentes, sino que además tienen distintos orígenes". La historia a veces nos habla de tal manera que parece estar refiriéndose a algún acontecimiento de actualidad. Es increíble, pero la naturaleza humana tiende a volver una y otra vez a sus orígenes y a repetir los mismos errores.

Así como Thomas Paine en su momento se refería a la monarquía, cuyo interés no era el de las personas que formaban las colonias, hoy podemos hacer un paralelo entre ella y las corporaciones, cuyos intereses no son distintos a los del Rey de esa época. No es pecado decir que los gobiernos se equivocan, y que no siempre tienen la razón. En ocasiones pierden el rumbo. Olvidan que en democracia fueron elegidos para gobernar para la gente y no para un puñado de personas. Las corporaciones no son el pueblo. Sus intereses no son de ninguna forma los intereses de quienes hemos votado.

Soy un eterno agradecido de la posibilidad que se me brindó de ser un ciudadano más de este país. Sin embargo, no creo que por haber nacido en otro lado mis derechos sean menores o distintos. Paine no sólo fue un inmigrante más, sino que vino a este país y dejó su huella. Dijo lo que tenía que decir y sirvió de inspiración para muchos. Creo que sus palabras no deben ser ignoradas sino por el contrario, deben ser desempolvadas y devueltas al lugar que merecen. Talvez para muchos la lectura de ese panfleto incendiario escrito hace tantos años sea la musa que andaban buscando. La historia no muerde, está ahí para mostrarnos el mejor camino hacia el futuro.

1 comentario:

Octavio Guerra Royo dijo...

Perfecto, estimado Pablo, estoy al 100% contigo. Qué decir de mis compatriotas...