Cuando más joven, junto a mi hermano compartimos una hermosa
cabaña al lado de un lago. La cabaña la había construido un amigo de Huguito,
el simpático Bruce, buen tipo. Él nos la arrendó, y ahí vivimos por un buen
tiempo. Lo pasamos bien con mi hermano, en verdad, lo pasamos demasiado bien.
En la cabaña teníamos una caldera de esas, a leña. El buen
Bruce siempre nos la traía. Ese ha sido mi mayor acercamiento a la vida fuera
de la ciudad. De ahí en adelante nunca más vi pedazos grandotes de madera.
Nada. Mi calefacción pasó a ser típica y aburrida. Cero romanticismos por ese
lado.
Pero, ¿a raíz de que hablo de la cabaña en el lago y de su
calefacción a leña? No sé, se me ocurrió. Tal vez porque quería que vieran que
en verdad nunca he hecho leña de un árbol caído, ya que nunca he tenido esa
necesidad. Por eso, como no lo hago, no pienso preguntar dónde se metió la
Michi. Sé que anda desaparecida. La depre aún la tiene sumida en una horrenda
oscuridad. Pobre Michi. De verdad que le llueve sobre mojado. ¿Cómo va a poder
hacer bien su pega si no para de llover? Su conclave no sirvió para nada. Su
aprobación sigue bajando, y como si fuera poco, tatán saca cuentas alegres
mostrando su película, que no es propaganda, no.
Es cierto que en medio de la calamidad la Michi desapareció,
pero eso es sólo porque es corta de genio. No quiere que la veamos sin
arreglar. Sabe que con botas de goma en el barro la agarrarían para la chacota.
La subirían al columpio. Por eso es que no se ha aparecido por las zonas
devastadas por la lluvia, por el mar, por aluviones o por el reggaeton. Puede
que no quiera que vean que tiene un paraguas de Hello Kitty. De más, yo tampoco
querría algo así.
Uno de sus problemas es que sus asesores son un montón de
pelotudos. Sus consejos son de lo peor y valen callampa. La Michi no ha hecho
nada malo como para que su aprobación en las encuestas siga cayendo, por el
contrario, no ha hecho nada. No sale a la calle para que no le hagan Bullying.
No va para ningún lado, para que no le griten tonteras. Para que no la
maltraten. Ella se cuida.
La culpa de todo la tiene Davalín y su Nati. Par de giles,
dejaron la mansa. Ese parcito dejó la escoba. Antes nadie se quejaba. Todo
estaba tranquilito y en paz. En Chile éramos felices. La Michi era adorada y
respetada. Ahora, como si fuera poco, nos llegan hasta huracanes disfrazados.
Todo mal. Tu tranquila no más mi bella Michi, no salgas a embarrarte las
patitas, total, los chilenos siempre nos quejamos de todo. Somos campeones
haciendo leña de cualquier pequeñez.
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