: : Libertad de pensar

Soy libre de escuchar o decir lo que quiera, así como soy libre de no hacerlo. El que lee lo que escribo es libre también de leerlo y si quiere puede no desecharlo. Es un derecho que no es sólo mío, sino que lo compartimos todos los que somos ciudadanos. Así aparece en la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Nadie nos puede obligar a adoptar una religión u obstaculizar la libertad de culto, de expresión, de prensa, de reunión, o de petición. Así son los derechos. Las sociedades avanzan y crecen cuando son capaces de dar libertades y derechos a quienes forman parte de ella. Cualquier alusión a lo contrario debería ser ilegal.

Es por eso que, aunque no siempre comparto la opinión de otras personas respecto a diversos temas, respeto su derecho a expresarlas. Debe ser por eso que me sorprendió por sobre manera cuando, hace algunas semanas, un “amigo” de facebook tuvo su día de rabia conmigo. Todo partió por un comentario que hice respecto a un hecho político. Nada del otro mundo. Algo posiblemente majadero, pero inofensivo. Al menos eso creía. Claro que por el tono en que empezó a increparme, me quedó claro que no pensábamos igual.

Respetuosamente le respondí a su nota, ya que en verdad no tengo problemas con eso. Se quejó de que era negativo y que nunca escribía nada constructivo, algo que me sorprendió, ya que siempre he creído en que la crítica constructiva enriquece y amplia la visión de los demás así como la propia. Mi “cofrade” no lo vió así y continuó descargando su rabia contra mí, y cada vez que le respondía, sólo conseguía que se enfureciera más. Reconozco que a veces tengo la habilidad de hincharles las redonditas a ciertas personas, pero créanme cuando les digo que en este caso en particular quería un debate. Buscaba una discusión elevada. Una simple conversación medianamente civilizada. Pero no lo logré. Mi “camarada” feisbuquiano seguía recargando mi muralla con sus agravios y de pasó, escribiendo mensajes en la suya para que quienes me conocieran me eliminaran, ya que para él yo era un hacker.

En una de sus acotaciones hizo mención a que llevaba más de un año leyendo mis comentarios, a lo que no pude menos que comentar en tono de pregunta que si tanto le molestaban mis observaciones, ¿cómo no lo había mencionado antes? o, en el peor de los casos, ¿cómo no me había eliminado de entre sus contactos? No me respondió. Siguió adelante con sus embestidas. Una pena.

Este acontecimiento comenzó al medio día y se prolongó hasta bien entrada la tarde. Ya de noche, me escribió una amiga en común pidiéndome que lo eliminara de entre mis amigos, ya que claramente él no me consideraba dentro de esa categoría… por respeto a ella lo hice esa misma noche. Triste, tolerancia cero la de mi “amiguete” de facebook.

Por supuesto que antes de acabar con su día de rabia me di el gusto de escribir un último pensamiento que decía más o menos así; A esos tales que persisten en obrar desde la descalificación y la falta de respeto, les dejo claro que seguiré adelante a pesar de sus atropellos, porque entre otras cosas en mi espacio “mando yo”. Si tanto les molestan mis opiniones me pueden "eliminar" en cualquier momento... Facebook, twitter y las demás redes sociales abren un espacio para el diálogo y la discrepancia, para la pluralidad, no para la violencia, los fundamentalismos y la falta de respeto... yo leo lo que postean mis amigos y no siempre comparto sus opiniones... sin embargo los respeto a todos... yo aprendo y me informo gracias a las opiniones de los demás... he dicho...

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