: : Nosotros, el resto

Hace tiempo que no me tomo el tiempo de sentarme a escribir algo. Será que el exceso de trabajo me tiene medio agotado y ando con las ideas desordenadas. Los pensamientos no llegan con la claridad que deberían y eso me tiene complicado. Pueden ser esas algunas de las razones, sin embargo me quedo con la alternativa que dice “ninguna de las anteriores”.

Para buscar excusas somos todos campeones. Bueno, quizás no todos pero si la gran mayoría. Lo primero que siempre llega a nuestros labios es la negación. No puedo, no sé, no tengo tiempo. En verdad, el tiempo siempre está, es cosa de mirar a otras personas, aquellas quienes al parecer tuvieran más horas en sus días que nosotros, el resto de los mortales.

Excusas, excusas y más excusas. Para eso somos campeones mundiales. Top One. No fallamos nunca. Los reyes. Los mejores. No perdemos oportunidad alguna de salirnos de los embrollos con una buena evasiva. Una disculpa. Un escape. Pero no siempre podemos zafarnos por completo. A veces tenemos que poner la cara y asumir. Si no he publicado nada es porque por alguna razón caí en un bajón creativo. Lo que los gringos llaman un Writers Block, eso, un bloqueo. ¿La razón? No tengo idea. Pero lo que si se es que los fatídicos eventos de los últimos días me han tenido pensando mucho sobre lo frágiles que somos. El poco control que - aunque no queramos – tenemos de nuestras vidas. No somos eternos.

No entraré en detalles pero hace pocos días falleció trágicamente una persona muy conocida y querida por muchos, una celebridad. Era apenas dos años mayor que yo. Un niño. El asunto es que como en la mayoría de los casos, al morir siempre aparece lo mejor de las personas. Nadie habla de lo malo, de lo cascarrabias ni ninguna de esas cosas, solo se reconocen las bondades del occiso. Bueno, volviendo a lo mío, muchas cosas buenas se hablaron (y se siguen hablando) de esta persona, entre ellas, el cómo vivió su vida. La disfrutó. Hizo más de lo que muchos de nosotros haremos en todas nuestras vidas. No sólo por el hecho de tener los recursos monetarios para hacerlo, sino porque en él habían verdaderas ganas de hacerlas.

No dudo que lo monetario es un dato no menor. Aún así, hay gente que gana menos que yo y parece que siempre hacen más. Entre esas cosas darse el tiempo de, por ejemplo escribir lo que piensan. Reconozco que dejé de escribir por flojera. Por ahí quedaron algunos intentos que fueron ferozmente censurados por mi editora y por mí mismo. A veces uno no tiene ninguna piedad consigo mismo. Somos despiadados. Eso, supongo, tampoco es de lo mejor. Las excusas excesivas, la flojera y la feroz y despiadada autocritica no son lo mejor. A veces, hay que hacer el esfuerzo de simplemente ser más felices con lo que tenemos.

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