: : El respeto perdido

En el paradero de la calle 137 se subió al bus una señora que no paraba de hablar por teléfono. Era pequeñita ella. Cabello rojo, parecido al de la cara de Hellboy. Denotaba una ausencia casi absoluta de gracia. Sus zapatillas Puma de color café resaltaban en su atuendo poco femenino. Era como para mirar a la señora esta que no paraba de hablar ni para tomar aire. Durante todo el viaje nos deleitó a todos con su conversación.

Su falta de delicadeza y pudor nos permitieron a todos los presentes enterarnos de cosas tan interesantes como que Anita iba a meter a la vieja al asilo. Que el rubio estaba con Madi sólo por interés. Que Ramiro no le trabaja un día a nadie y que está secando a la pobre Luisa y que Junior sigue engañando a su señora. La pobre Charo no sabe nada. Terrible. Ese Junior es un descarado. No tiene perdón de Dios.

Ya en la oficina me puse a leer los diarios. El fin de semana no leí mucho. Como que me desconecté. Sin embargo noté en mis amigos Facebookers un dejo de rabia hacia cierto personaje que nunca había oído nombrar. Lo que a ellos molestaba grandemente era el desmadre de Kaney West en los premios MTV, algo que a mi entender no debería sorprender a nadie. Especialmente después de que no son pocos los que encuentran correcto lo que hizo el senador republicano Joe Wilson. Que un rapero se suba a un escenario y le falte el respeto a una señorita como sacada de la pequeña casa en la pradera no tiene chiste. Pero ¿si dejamos pasar la desubicación del senador porque vamos a cuestionar al rapero afroamericano? No hay como. Con que moral. Hay quienes simplemente perdieron el norte y hacen lo que quieren.

¿Esa debe ser la actitud que se espera de las nuevas generaciones? Eso es algo que nadie me explicó a mí. Lo que se necesita para salir adelante en la vida es simplemente pasarse la enseñanza que entregan las escuelas y los padres por donde el sol no brilla, ya que sólo con que sean capaces de hacer rimas basta. Un rap pegajoso y estamos listos. Malas palabras, mala actitud, desprecio por las buenas costumbres, cero respeto por la autoridad y el sexo femenino y ya. Cómo nadie me lo dijo antes. Con esa actitud ya estaría en el Senado. Tenía todas las prioridades en mi vida cambiadas. Que tonto fui. Pensé que si hacía las cosas como me enseñaron mis padres me iría bien. Que inocente. Me creí el cuento.

Para quienes no saben, el rapero Kaney West subió al escenario en el momento en que la jovencita Taylor Swift daba las gracias a medio mundo por su premio, algo que para el artista de color no estuvo bien, ya que según su opinión fue otra persona la que debió ganar. Su opinión da lo mismo. Lo que hizo esta mal. Igual que lo de Wilson. Mal. Ninguna de estas acciones debe ser perdonada ni aceptada ya que el ejemplo que se da a la juventud es el equivocado. Se les dice que ese modo de actuar es lo correcto. A menos que ya a nadie le importe la educación de nuestros hijos. Pienso que no deberíamos mirar hacia el otro lado. Es tiempo de pararse y enfrentar este mal.

La falta de educación es algo tremendo. El problema es que hay algunos desalmados a quienes no les importa nada de eso ya que están ganando dinero por montones. Eso es lo único que les interesa. El dinero. Las buenas costumbres dan lo mismo. La buena educación es un mito. Una leyenda que se perdió en el tiempo. Una pena. Creo que la señora del pelo rojo es un buen ejemplo y sumémosle a Ramiro y a Junior. Lo del rapero y lo de Wilson también son buenos ejemplos. Chávez es otro. Igualmente Ehud Barak. Todos ellos demostraciones de un respeto que se ha perdido y que a nadie parece importar. Como podemos ver no es sólo aquí, la cosa es una verdadera pandemia.

1 comentario:

Octavio Guerra Royo dijo...

Querido Pablo, siento decirte que estoy más allá de estar de acuerdo contigo Digo estar más allá porque desde hace mucho arrastro la misma preocupación por nuestros descendientes. Los patrones de conducta han cambiado tanto que se han invertido. Hace años que estaba escribiendo una novela en que todo estaba al revés como el país de Kappa. Cuba era su ejemplo. Pero, al salir de allá, me encuentro por todas partes el mismo deterioro moral sin siquiera los motivos que existían en la Isla. Dejé entonces de escribirla. Valores como la lealtad, el respeto a la verdad, al conocimiento, al talento, a la vida, al derecho ajeno; la ayuda al más necesitado, la priorización de la educación de los hijos, la honestidad, la probidad, la honradez, la dignidad, qué sé yo… La moda es ser estúpido, ignorante, violento, ridículo, indigno y, sobre todo, trasgresor de todas las reglas, leyes y valores. Un mundo, por una parte, perdonando la frase, de delincuentes y putas -sin siquiera los valores de los delincuentes y las putas de antaño- que son tolerados y hasta aceptados por una sociedad que disfraza sus debilidades en la “corrección política”. Por otra parte, se extiende otro mundo de fundamentalismo extremo, fanatismo en cualquier cosa, desde las palabras de cualquier predicador loco hasta los extraterrestres, lo paranormal, el izquierdismo que propugna la destrucción de Occidente sin proponer algo a cambio que ya ni tiene la fundamentación de un marxismo que, aunque utópico y pseudocientífico, al menos, era racional.¿Será efectivamente la decadencia de esta civilización? Esa, a parte de ganarme los frijoles (o los porotos, como dicen ustedes) es una de mis mayores preocupaciones, ya que implica el futuro inmediato de mi familia.