: : Sobre resfríos y aplanamientos varios

El resfrío de los cerditos ha comenzado a atacar a diestra y siniestra nuevamente. Cuando empiezan a contagiarse las celebridades estamos en problemas. Así es, ya que uno siempre tiene la sensación de que ciertas personas son a prueba de balas. Nada les puede tumbar. La verdad es que no es así. Todos, algunos más que otros, estamos a la merced de los contagios. En pocas palabras, no se salva nadie. Triste. ¿De qué sirve entonces el estrellato si no trae consigo inmunidad? De nada. Escuchemos a las estrellas consagradas que se quejan de la soledad que les ha tocado vivir. Pobrecitos ellos. No saben en quien confiar. Sospechan de todo y de todos. Terrible. Eso es algo de lo que nos deberíamos alegrar los simples mortales, ya que por lo menos podemos dar por sentado que nuestras parejas no están con nosotros por el dinero. De cierto nivel para arriba, eso es lo primero que se pone en duda. El amor está acompañado de un tremendo signo pesos. Cuando se acaba la plata, se acaba el amor.

Alguna vez escuché a un prelado decir que el amor era lo más fuerte. No creo. El amor de madre puede ser, el de algunos padres también. Claro que por lo que se ve en las noticias eso también es relativo. El amor pareciera ser lo suficientemente fuerte como para que uno mate por él, pero ahí se queda la cosa. El amor es relativo. Es igual que todas las cosas en la vida, relativo. Depende de las circunstancias y de los colores, De la luz en el ambiente. Del ozono. Depende de un montón de cosas. Todo depende de muchos factores. Con los años he aprendido que nada es fácil. Todo cuesta. Todo es relativo. No basta simplemente con estar convencido de algo. Los factores que sostienen unidos los pedazos son muchos. Tal vez un científico lo podría explicar mejor. Los humanos somos seres complejos y completamente vulnerables. Así es, todos nos resfríanos de vez en cuando. Todos hemos quedado afónicos una que otra vez, y los que no lo han experimentado, tranquilos que ya les llegará. Hay ciertas afecciones que a todos nos dan por igual, da lo mismo si somos políticos, deportistas, artistas u operarios de aplanadoras.

En muchos sentidos mi ciudad es especial. Hay que tenerle paciencia igual que a su sistema de transporte público. A pesar de formar parte de los Estados Unidos está lejos de ser una urbe norteamericana típica. No. Es tropical. Informal. Casi surrealista. Por ejemplo, sin ir más lejos, el otro día una aplanadora recorrió sus calles. No para dejar alguna vía de uso público en impecable estado, todo lo contrario, se utilizó para destruir discos compactos. Increíble. Me llama la atención eso sí, que en esta democrática metrópoli en la que vivo no se escuchen voces contrarias a esta aplanadura, perdón, quise decir chifladura. Mentira. Hay quienes no están de acuerdo, lo que pasa es que tienen mejores cosas que hacer. De todas maneras, no hay donde quejarse ya que los pocos medios de comunicación que nos mantienen informados son absolutamente parciales. A veces pareciera ser que aquí solo nos enteramos de lo que cierto grupo quiere que nos enteremos. No puede ser. Debo estar equivocado. Aquí igual que en cualquier otra parte todos nos resfriamos de vez en cuando. Caemos en cama con fiebre alta y hasta perdemos la voz. No somos distintos al resto del país.

Si alguien viene a cantar a mi ciudad de ninguna manera significa que está dando su apoyo incondicional a las políticas locales como lo son el aumento de sueldos a los amigos más cercanos del alcalde o el abuso de quienes se sirven de la crisis para aprovecharse de sus empleados asfixiándolos poco a poco. No. Ellos vienen, cantan y cobran, o mejor dicho cobran y luego cantan. Ese es el orden. Lo hacen por dinero. Lo hacen porque para eso les pagan y de no ser así lo hacen para aparecer y ser vistos. Ese tipo de cosas ayudan a las carreras. Mi madre decía que nadie da una puntada sin hilo. En todo caso, no todo en la vida es político. De hecho, el asunto sólo es conflictivo aquí en especial frente al Versailles y tampoco para toda la comunidad sino que para unas pocas personas. Lamentablemente, entre ellos hay uno que sabe manejar aplanadoras. Triste, ya que estas meten mucho ruido. Contaminan. Si no son usadas para lo que fueron creadas, entonces simplemente están siendo usadas de mala manera. ¿Acaso ya nadie se preocupa del medio ambiente? A mí sí me preocupa. La contaminación es cosa seria y con esto de la porcina en el ambiente peor.

Todos nos contagiamos de todo alguna vez en la vida querámoslo o no. Así son los contagios, contagiosos. No se pueden evitar por más que uno se esconda detrás de una máscara o se desintegre las manos con esos cositos que matan los gérmenes. No hay por dónde. Las enfermedades no respetan ni a los famosos. Horror. Quien lo hubiera dicho. Eso nos pasa por descuidados. Por dejar que las cosas pasen sin preocuparnos. Se terminan escapando de las manos. Eso pasó con el ozono y miren el medio agujero que tenemos sobre nuestras cabezas. Si no se hace algo a tiempo estas aplanaduras se terminan escapando de las manos. Cada vez son peores. Pandemia de chifladuras en el ambiente. Ya no será seguro caminar por la calle ocho. Ojalá ese día no llegue nunca.

No hay comentarios.: