: : Así con los suecos

Nunca he tenido el placer de estar en Suecia y no creo tener ningún amigo sueco. De los suecos sé poco. Muy rubios y herméticos ellos. Dicen que el clima no los ayuda mucho que digamos. Por ahí he leído que no manifiestan abiertamente ni las alegrías ni las penas. Son como las estatuas griegas. Frías. Una piedra. Qué sé yo, como les decía no conozco a muchos suecos. Al grupo ABBA, pero nunca les he parado mucha bola, para ser franco no soy muy asiduo a su música. Dicen que el problema con los suecos es que el invierno allá es muy duro y oscuro. Eso no los ayuda para nada. Por ahí leí que en pocos países parece ser la gente tan jovial como en Suecia durante los claros meses del estío, tan llena de sentimientos de felicidad y de libertad, aunque ligados a la melancolía producida por “la demasiado corta duración del verano”. Rara la cosa. Es claramente una tierra de contrastes.

Como les decía, nunca he tenido el placer de estar en Suecia y no creo tener ningún amigo sueco. No es raro en todo caso, no debo ser el único, estoy seguro que si ahora hiciera una encuesta sobre cuántas personas están en la misma situación encontraría más de un millón de amigos igual que Roberto Carlos. Así que con este dato se darán cuenta de que en realidad tengo pocas o casi nulas posibilidades de hablar con conocimiento de causa al respecto de este país y de su gente. En todo caso, ya que estamos en el tema, me gustaría referirme a una organización que tiene su sede en dicho país. Me refiero a la Fundación Nobel. Esa, la que dejó don Alfred, para como dicen las malas lenguas, aplacar sus sentimientos de culpas. Pobre don Alfred.

Los albaceas de don Alfred como que se equivocan. No hay nada malo en eso digo yo, todos nos equivocamos. No siempre se puede estar de acuerdo con sus determinaciones de a quién premian y a quién no. Eso es bien sabido en todo caso. No siempre se le puede dar el gusto a todos. Claro que estos escandinavos y su premio a veces dejan al mundo entero marcando ocupado. Por ejemplo ¿Quién es Herta Müller? Ni idea. Pero se ganó el premio. Bien por ella. No soy quien para desconocer su laurel, ni sus pergaminos, sin duda ahora que lo ganó posiblemente trate de leer algo de lo que ha escrito ya que su nombre ha quedado en mi memoria. Así es la vida. Claro que como de costumbre, los únicos que alegan conocerla son los más snobs, los que nunca faltan y que lo conocen todo. Pero no puedo dejar de preguntarme ¿Qué fue de Nicanor Parra o de Vargas Llosa? ¿Algún día los irán a tomar en cuenta los señores del Nobel? Quién sabe. A estas alturas parece que no. Tal vez lo hagan cuando sea demasiado tarde. Don Alfred debe sentirse tan perdido como nosotros. No debe entender nada.

Se reconoce a los suecos como personas amables y de buenos modales. No tengo porque dudarlo. También dicen que son buenos para escuchar, bien me parece, aunque a veces no sé a quien escuchan. Claramente no me escuchan a mí. Debe ser porque no conocía a la señora Müller y sus escritos. Por eso. Quién sabe. Los nórdicos son distintos a mí. Tal vez por eso premiaron a don Obama por las cosas que piensa hacer. Ellos piensan de otra manera. Generalmente yo hubiese esperado a celebrar sus logros y no sus promesas. Pero ese soy yo, el mismo que no conocía el trabajo de doña Herta. Quién más. Ahora sólo me queda esperar como se darán los cosas de aquí para adelante. No será fácil para don Barack lo que se viene encima. Los ojos del mundo ya estaban sobre su persona, ahora será peor, ya que las expectativas serán aún mayores. Con doña Herta no importa ya que la premiaron por lo que ha escrito. si decide no escribir más será su problema, con el presidente será diferente. Ahora no puede irse de vuelta a su humilde casa de Chicago a descansar, ya que tiene que empezar a cumplir sus promesas de paz y de prosperidad.

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