: : Al mal ejemplo, buena cara

Anoche quedé sorprendido. Sin palabras. Anonadado. Sarkozy gastó trescientos mil dólares en construir una ducha que al final nunca utilizó y Chávez aprobó un aumento de sus gastos en un seiscientos por ciento, claro que le pidió a la ciudadanía austeridad. Predicar con el ejemplo es una cosa dura. Claramente estos dos personajes no lo pueden hacer. Malos ejemplos, eso es lo que son. Los dos. A la par. Lado a lado.

La ducha de Sarkozy es sólo parte del escándalo de los excesivos gastos, también hablan de una cena en la que se gastaron casi ocho mil dólares por persona. Por el otro lado, según cifras del presupuesto oficial para el año entrante, recientemente aprobado por la Asamblea Nacional, Chávez derrochará unos dos mil millones de dólares en gastos tan variados como la seguridad personal, los viáticos y su calzado. No olvidemos que ambos personajes han pedido a los ciudadanos de sus respectivos países apretarse los cinturones.

Estos señores son ejemplos de derroche. Nada nuevo en todo caso. Lo que sucede es que para variar, estamos todos inmunes a este tipo de idioteces. Nadie dice nada. Nadie alza la voz. Pareciera ser que a nadie le importara. Los noticiarios lo cuentan como si fueran niñerías, pequeñeces. Trivialidades. Pero no lo son. Son casos de despilfarro e idiotez absolutos. De pobres mentes elegidas para altos puestos. De peleles con poder. Nada más. La prensa los celebra como si fueran bebes aprendiendo a dar sus primeros pasos. Una vergüenza. Mientras tanto, en sus países la clase media se ahoga cada vez más acercándose a la extinción.

La ducha de Sarkozy o el aumento de los gastos de Chávez son como una guinda en la torta de la desfachatez. De la falta de criterio. De la mediocridad de los pobres tipos y de las pobres mentes. Para eso es que se persigue el poder, para abusar de él. Para desbancar un poco más las arcas fiscales en desmedro del bien social, algo que no es más que tema de campaña en algunos países. Chávez y Sarkozy son nombres en la larga lista de peleles que están en el poder. Lamentablemente elegidos con el voto popular. No quiero pensar que todos los votantes sean unos tontos, lamentablemente la alternativa es que en verdad no pusieron atención, algo que de ninguna manera aminora la falta.

En este marco hay quienes creen que cualquiera que esté en contra de este tipo de chifladuras es un izquierdista, un rebelde, o en el peor de los casos un anarquista, pero no. Nada más lejos de la realidad. Creo que querer un poco de sentido común en los escritorios presidenciales no es una utopía. Es una obligación. Pienso que exigirles a estas personas que hagan lo correcto por encima de lo popular es un deber. En el mundo tenemos ejemplos exitosos de gobiernos que han logrado bien social de la mano de economías solidas. Si ellos lo han logrado, no veo porque otros no lo puedan hacer.

A Sarkozy y a Chávez les da lo mismo lo que piense la gente. Se sientan en la opinión de la ciudadanía o del mundo. Algo parecido pasa por estos lados. No puedo dejar de mencionar este país. Acá tampoco se hacen las cosas bien. No somos inmunes a las idioteces. Lo que sucede es que a veces nos cuesta entender lo que está sucediendo gracias a que los medios de comunicación están claramente vendidos. Todo lo que nos dan de comer en la televisión y en los diarios no es más que aire. Nos venden la NFL o la Serie Mundial para que no nos demos cuenta de cómo se reparte la torta en el Capitolio. Así es, si ponemos atención, veremos que no son pocos los que siguen el mal ejemplo de Chávez y Sarkozy bajo nuestras propias narices.

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