: : El verdadero Show de David

La audiencia del programa de David Letterman aumentó. Era de esperarse. A todo el mundo le gustan los escándalos. ¿Acaso hay algo mejor? Un poco de morbo en la televisión es lo que vende. Es el suero que nos mantiene con vida. Pero un poco, sólo un poco. Nada de morbosas exageraciones, ya que es peligroso, se corre el riesgo de perder la audiencia y ver bajar el rating. ¿Qué sería de nosotros sin los escándalos de los poderosos y de los famosos, que en este caso son la misma persona? Nada. No seríamos nada. Aquí el famoso y poderoso David Letterman no sólo sacó risas nerviosas de los presentes en su estudio, sino que dio una gran alegría a sus superiores. Si yo dijera públicamente que me he acostado con algunas de mis subordinadas mi vida sería un infierno. Mi esposa llamaría al cerrajero de inmediato y dejaría mi maleta en el estacionamiento. Mi jefe llamaría a Recursos Humanos para dar la orden de mi despido. Mis hijos me quitarían el saludo ya que se sentirían defraudados. Horror. Como decía, un verdadero martirio. ¿Y por qué? Sencillo. No soy famoso, poderoso ni tengo buen rating. En verdad ni siquiera tengo mal rating. No tengo rating at all.

Así es como nos venden las cosas. No nos damos ni cuenta. No somos más que números en listados de audiencia. Somos un mercado. Potenciales compradores. Consumidores. Eso. Consumimos todo lo que nos dan en la televisión sin el menor asco. Dejamos que nuestros hijos lo consuman también. Somos cómplices de esta barbarie. Participamos sin chistar. No nos quejamos a menos que nos corten el acceso a esta sopa de decadencia que nos mantiene entretenidos.

― ¿Qué hacemos ahora jefe? Se preguntan los altos ejecutivos.
― Lo que corresponde. Contesta el jefe con voz fuerte y clara. Darle todo nuestro apoyo a David en este momento difícil de su carrera.
― Pero ¿qué dirán los clientes?
― Ellos estarán de acuerdo con lo que digamos. Respondió con autoridad.
― ¡Bravo! Dijeron todos los felices heraldos agradecidos por la lección de liderazgo.

¿Liderazgo? No señor, eso no es más que falsedad llevada a su máxima expresión. Doble estándar dirán por ahí. Eso es todo lo que es. El caso de Letterman es un buen ejemplo de todo esto. Si lo mismo le hubiese sucedido a otra persona sería un gran problema. Una vergüenza. Una tremenda mancha en la hoja de vida. En este caso, los ejecutivos televisivos se frotan las manos sacando cuentas alegres. Los auspiciadores, que de paso no le perdonarían una cosa así a ninguno de sus empleados lo celebran también. Por supuesto, ya que sus marcas están siendo vistas por más y más audiencia. Posibles compradores. Consumidores. Títeres. Adictos. Nosotros. Todos. Todos ellos se frotan las manos porque están recibiendo un buen servicio por su dinero. Están felices. ¿Y por qué no? El Show vale cada centavo invertido en él.

El doble estándar es lo que nos mantiene. Es tanto que ya estamos inmunes a él. No nos toca y si podemos lo practicamos en nuestras casas, lugares de trabajo, en la tiendas, en los parques y en la playa. Donde vayamos. Sin ningún remordimiento. Es lo que hacemos en nuestro día a día. Lo hacen los Presidentes y Senadores. Lo practican abiertamente los jueces y los abogados. Los doctores y las enfermeras lo ejercen también. Los policías. El alcalde y sus cortesanos. Lo hacen los que viajan en buses, trenes o automóviles particulares. Se ve en las esquinas. En las recepciones. En los colegios. En las iglesias. En todas partes. La vida está llena de eso. Querámoslo o no es lo que aprenden nuestros hijos a diario. Hay más doble estándar a nuestro alrededor del que imaginamos y mientras más alto es el cargo es peor. El poder y la avaricia son sin duda los mayores nutrientes de este mal, que de paso no es un mal moderno. Si miramos los libros de historia, que de paso es un buen hábito, veremos que ha estado presente desde siempre. Dicen que la prostitución es el trabajo más antiguo, el doble estándar le debe hacer el peso en antigüedad.

Ahora las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres y de los trabajadores salen embistiendo a viva voz al animador pero nada. Más rating para su show. Letterman se disculpo en pantalla con su esposa y ya. Lo llamaron sus superiores y le entregaron su apoyo. Sus auspiciadores también. La estación está feliz por toda la publicidad gratis que está recibiendo. Su desatino ha sido un tremendo empujón para su programa que de paso no lo necesitaba. Al menos en mi mente su Show sigue siendo el mejor. Nunca he sido muy fanático de este tipo de programas, pero cuando he tenido el tiempo lo he preferido por sobre su competencia. Letterman se equivocó. Lo que hizo está mal y no tiene explicación. Debería ser despedido. Su programa sacado del aire. Su imagen debería ser despedazada públicamente en Times Square. Pero no será así. Se saldrá con la suya. Sus jefes lo aman ahora más que antes. Hay quienes ya piensan en imitarle. Quieren ser como él. Ahora es un ejemplo. Como debe ser en todo caso. Si el doble estándar se acabara caeríamos todo en una gran depresión, no tendríamos nada que ver en la televisión.

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