: : Una lunática experiencia

El otro día conversaba con mi amigo el Capitán, quien me contaba sobre el tremendo poder que ejerce la luna sobre las mareas. Una maravilla. Lo encontré genial. Por supuesto que de una forma u otra conocía de casi todo lo que me estaba explicando sin embargo, posiblemente debido a su rango y los años de experiencia acumulados como hombre de mar, la información sonaba mejor y más entretenida. Seria y creíble. Pero así es, la luna nos afecta a todos. Por supuesto afecta más a unos que a otros. De ahí el adjetivo lunático, que no es más que un chiflado que gracias a la luna empeora.

Cosa sería esta luna. No sale nunca por la misma parte. Es una caprichosa. Por eso le cantan los poetas y la buscan los enamorados. Es mágica. Me gusta la luna a pesar de que no siempre le coloco atención. Nunca me ha dado por espiarla con un telescopio ni por anotar sus movimientos, de hecho rara vez se si viene de o si va para su redondez completa. No entiendo de qué manera me afectará su presencia. Asumo que no soy inmune a sus efectos. Por eso debe ser que disfruté mucho de las historias que el Capitán me contaba sobre la luna y las mareas, otro tema que desconozco. Eso se debe a que no me considero un hombre de mar, le tengo mucho respeto. Algo cercano al temor. Le temo al mar, sin embargo, igual que la luna tiene un embrujo especial. Me gusta pararme en la costanera a mirarlo, especialmente cuando la luna esta brillante. La luna y el mar hacen una pareja especial. Como Fred Astaire y Ginger Rogers.

El domingo recién pasado fuimos a pasar la tarde a la casa de otro amigo, que no es hombre de mar sino de tenis. Juega mucho al tenis. Pero además descubrimos que mejor aún que su revés o su servicio son sus habilidades culinarias. Nos encantó con un festín de delicias mediterráneas y orientales, y ni hablar de los vinos. Una real experiencia para el paladar. Entre los invitados se encontraba un oceanógrafo gringo. Muy simpático él, igual que el resto de los asistentes. Entre copas y platos lancé a la conversación algunos de los datos anecdóticos que me había transmitido el Capitán y mi recién conocido amigo me los confirmó agregando datos científicos que le dieron mayor peso a la información. Como dirían mis amistades cubanas, la luna es una bárbara. Es poderosa. Mística. Embriagadora.

El fin de semana pasado fue muy entretenido. No me puedo quejar. Tuvimos de todo lo necesario para que fuese de antología. Creo que al final de eso se trata la vida. De dejarse llevar por la corriente hasta donde nos quiera llevar. A veces cuando uno se lo pasa planificando termina quedándose con nada. Sin embargo cuando uno deja que las cosas fluyan los resultados terminan siendo fascinantes. Todo lo que se necesita para pasarlo bien son las ganas y una buena compañía. Un buen vino quizás. Jamones, quesos o carne asada. Cervecitas bien heladas. En fin, un poco de todo y las ganas de pasarlo bien. Un buen fin de semana nos permite arremeter contra las adversidades de lo cotidiano y de la semana laboral. No importa si nos encontramos faltos de sueño o con los achaques, lo comido, lo tomado y lo bailado no nos lo quita nadie. Así decía mi abuelo, que de paso hablo poco de él, no por falta de cariño, sino que porque en realidad nunca fuimos muy apegados. El sábado compartí el único recuerdo de un gesto de afecto recibido de su parte, una especie de coscorrón que me dio mientras veíamos el Festival en su televisor a color. Lo tomé como una muestra de cariño de un hombre rudo y de pocas palabras. Qué tiempos aquellos.

Creo que la luna sabe como pasarlo bien. Conoce los secretos del universo. Es sabia. Es especial. La luna es una romántica empedernida. Una enamorada de la vida como lo deberíamos ser todos. Se deja llevar por el momento sin tapujos, por eso encanta y trastorna a los chiflados. Todos somos un poco locos aunque no lo queramos reconocer. La luna lo sabe y por eso nos visita de noche regalándonos sus hechizos y encantamientos. Una vez al mes la luna se pone en exacta oposición al astro Rey, una perfecta alineación de astros luminosos. En ése momento, los enamorados la vemos redonda y más brillante que nunca. Esta llena. Es una noche especial para todos. Mística. Un momento para la celebración. El ritual de la luna llena en tiempos de Escorpio se debe realizar. Pero en fin, otro fin de semana se nos viene encima. En el fondo de mi corazón esperaba que nos acompañara una resplandeciente luna llena. Pero no. Lamentablemente para mis expectativas, la próxima caerá en lunes.

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