: : Jugar para recibir

Desde mis días de juventud he sido un apasionado de los deportes. Un fan como millones de otros. Soy de los que van al estadio, claro que debo reconocer que ya no tanto como antes. Tan fanático he sido que en alguna ocasión he derramado un lagrimón por mi equipo, de alegría o de tristeza, eso da igual. Pero no soy fan de un solo deporte, ya que mis aficiones trascienden distintas especialidades. Mi primera preferencia por supuesto es el fútbol, el balón pié, el también mal llamado soccer. Después le sigue el Tenis. Lo disfruto mucho, claro que es una especialidad que aprecio con mayor frecuencia en televisión que en los courts. También disfruto del basquetbol y del beisbol. En cada especialidad tengo mi equipo o jugador predilecto. La cosa no es desordenada ni al azar.

Ayer los Yankees cayeron en el primer juego de la Serie "Mundial", que de mundial tiene poco. Horror. Como habrán notado le voy a ese equipo. Perdieron jugando de local. Inaudito. Una catástrofe. Con todo el dinero que le pagan a los jugadores uno esperaría un poco más de ellos. No fue así. El partido fue ganado por los que pusieron más empeño. Los que tenían más ganas. En todo caso esto no es nada nuevo en el mundo de los deportes. Planteles de miles de millones no aseguran que las cosas se hagan a la perfección. Ahí tenemos al Real Madrid que hace pocos días cayó con un desconocido equipo de la tercera división. Daba risa ver a los madridistas trotando detrás de los delanteros vestidos de amarillo. Una vergüenza, haciéndole descaradamente la cama al DT. Pero más vergonzoso aún son los salarios que ganan algunos deportistas. Son cifras realmente desquiciadas.

Vivimos en un mundo de locos. Un mundo donde la distribución de los dineros se hace bajo criterios incomprensibles y trastornados. Como dijo Seinfeld, un mundo bizarro como el de los comics de DC donde todo está al revés. Nuestro mundo está claramente al revés. Patas para arriba diría mi madre. Los humanos nos hemos encargado de que así sea. Nos hemos dejado estar, permitiendo que unos pocos manejen nuestras vidas. Que nos guíen para donde quieran llevarnos. Que nos digan que comer, con que vestirnos y que escuchar. Creemos que estamos en control, pero es sólo una ilusión. Quizás por eso disfruté tanto la película Matrix, la primera, ya que las que le siguieron me desilusionaron. Los hermanos Wachowski expresaron mi sentir de manera brillante y entendible, de paso no lo hicieron nada de mal en V for Vendetta, otra de mis favoritas. Vivimos en la Matrix. Todo es una ilusión. No tenemos el control de nada y vamos a la deriva.

Pero volviendo al tema de los deportes, debo reconocer que quedé helado con la noticia de que una fanática del beisbol se había ofrecido a cambio de unos boletos para ver la Serie "Mundial", que como ya dije, de mundial no tiene nada. La mujer colocó su aviso en internet y terminó encerrada por promover la prostitución. Mala idea la de la fanática. Su pasión le jugó una mala pasada. Esos son los excesos en que cae la gente. Una locura. Pienso que a lo que más he llegado, a sido a derramar lágrimas por mi equipo, más que eso no. Una vez, perdí una apuesta y me tocó ir a un clásico y sentarme en la barra del otro equipo. No sólo eso, perdimos y me tocó celebrar los goles. Eso fue terrible. Lo bueno es que ya pasó.

La parte social de los deportes tiene que ver con las ganas de salir de la pobreza que tienen miles de familias. Los padres sacrifican todo para que sus hijos atletas tengan la posibilidad de salir de sus barrios y comprarse un Hammer. El problema es que muchos de estos muchachos terminan en nada, ya que sus habilidades en las canchas no siempre van de la mano de su buen juicio. A poco andar terminan despilfarrando sus fortunas o entregándoselas a personas que sin el menor reparo se las mal administran. Una pena.

En verdad, lo que más hay en el mundo es dinero. Lo que sucede es que la mayor cantidad está en manos de unos pocos. Esta mañana veía en Facebook una amiga que ingresó a un grupo de personas que piensan que si el Vaticano vendiera alguna de sus obras o propiedades, y entregaran las ganancias a causas como acabar con el hambre en el tercer mundo, las cosas mejorarían. En seis meses el grupo reunió más de un millón de seguidores, sin embargo nadie le para bola a Facebook. Extrañamente los que más dan son generalmente los que menos tienen o los que más necesitan. Por siglos se nos ha enseñado que hay que dar para recibir, sin embargo, asumo que quienes pusieron estas enseñanzas por escrito saben que eso sólo se da si uno guarda los recibos de lo dado y los deduce de sus impuestos.

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