: : El amor al dinero

Desde que en mi oficina decidieron pagar los sueldos cada quince días, debo reconocer que las cosas no se pusieron para nada color de rosas para mí. Ya me había acostumbrado a recibir platita todos los viernes. Pero eso se acabó. A ordenarse se ha dicho. Lo primero fue tratar de organizar la fecha en que nos caen todas las cuentas encima cosa de no fallarle a ni uno de mis adorables y nunca bien ponderados acreedores. Después, estirar el dinero lo más posible para que no nos falte. No ha sido fácil, pero ciertamente tampoco imposible. Con un poco de buena voluntad todo se ha ido consiguiendo.

La importancia del dinero sobre nuestras vidas es increíble. Vivimos en una sociedad que lo idolatra, y no hay nada que tenga más fuerza que él. Nos hace y a la vez nos deshace. Es cosa seria. Nos aloca. Nos atonta. En general, nos supera. A todos por igual. No ha nacido la persona que pueda oponerse a los encantos de este bien que a la vez nos hace tanto mal. Es tanto su poder que por encima del bien general, China y Estados Unidos han decidido no suscribir el compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que se firmaría en la próxima Cumbre de Copenhague. Horror. Una vez más hemos sido superados por el dinero, ya que la causa de que estas dos potencias no firmen se debe solamente a que afectaría a sus economías. Estos dos países son los mayores emisores de gases de efecto invernadero en el planeta y son justamente ellos quienes no muestran una voluntad política para revertir la situación. Una vergüenza.

Si no fuera por el dinero lo más probable es que otra cosa nos controlaría la vida. Los terrícolas somos dependientes por naturaleza. Este afán desmedido por hacer más dinero ha sido campo fértil para los charlatanes. Así es, es por eso que tantas iglesias que enseñan la doctrina de la prosperidad han crecido. Finalmente se dieron cuenta que lo que mueve a las personas no es el temor a Dios como nos habían enseñado, sino que es el amor al dinero. Así es. Muchos de estos particulares creyentes se han acercado a estas iglesias en busca de eso, mejores contactos y más dinero. Una sesión de networking dominical. Una belleza. Al final nos hacemos adictos a lo que sea.

Volviendo a mi tema, es cierto que China hoy se ha convertido en un país emisor de gases de efecto invernadero, pero Estados Unidos sigue siendo el que lleva la delantera a nivel Mundial. Ésta país no ha disminuido sus emisiones ni un poquito, lo que sucede es que China lo alcanzó, y lo hizo porque quiere desarrollarse, quiere sacar a su población de la pobreza. No hay nada de malo en eso, como verán estos dos países no están en el mismo saco, así como no todos los cristianos son unos hipócritas. Yo, al igual que miles o millones de personas también quisiera ganar más dinero del que gano, pero no tengo intenciones de vender mi alma por conseguir un poco más. No es mi estilo. Puede que aún sea un soñador, puede que eso nunca haya cambiado. Más canoso y con varios kilos de más pero sigo siendo el mismo. No traicionaría a nadie por unos pesos de más y sé que no soy el único que piensa de esta manera.

Ambos temas como habrán podido notar me duelen. Por un lado me siento defraudado de que éste país no se adhiera de manera real a acuerdos mundiales para aminorar el daño que le causamos al planeta, por otro lado lo de las iglesias también me duele. Ese es un lugar donde muchas personas necesitadas de alimento para sus espíritus vacíos van por ayuda y se encuentran con charlatanes que desde el púlpito les roban. Al final, la política y la religión van de la mano. La danza de millones se mantiene. Las cosas que las asemejan son más que aquellas que las separan. Cuando escriben en los billetes que en Dios confían, deberían explicar cuál es ese dios. La política y la religión son aliados, son las dos caras de la misma moneda.

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