: : Las cortinas de humo

Puede que saque roncha, de ser así que quede claro que esa era mi intención. No puedo callar ante ciertas cosas. Debo, sea como sea, dejar saber a todos que soy humano y que soy chileno. No lo puedo ocultar y de paso, no tengo porque hacerlo.

Sucede que por ahí, hay quienes no saben hacer otra cosa que recurrir a cortinas de humo para ocultar lo mal que hacen su trabajo. Si no es a base de escándalos o acusaciones nacionalistas y trasnochadas no saben cómo salirse de los entuertos en que su mediocridad los ha metido. Así sucede con algunos jefes de estados que lo han hecho mal. Son unos papanatas. Unos ladroncillos de capa corta. Triste, ya que la mayoría de su gente confió en ellos. Les creyeron sus embustes. Cayeron en sus redes.

Las cortinas de humo han sido usadas a diestra y a siniestra para ocultar lo que realmente está sucediendo desde siempre. Estos tinterillos las usan para que la gente se desentienda de problemas serios que les afectan directamente. Nada como recurrir a patriotismos añejos para que no se note lo malo. Es el caso de Alan García. Su país no está bien. Su gobierno es una vergüenza. El tipo es un desvergonzado mediocre. Sin embargo, fue elegido por el pueblo. Deben ser masoquistas. En todo caso en parte los entiendo, en esto de la política generalmente uno termina votando por el menos malo, no necesariamente por el mejor o el más idóneo para el puesto. Esas cosas suceden con más frecuencia de lo que uno pudiera pensar.

Otro que anda en los mismos malos pasos que su colega peruano es Hugo Chávez. Un ladroncillo mediocre y sobrepasado por sus complejos que ahora quiere alzar a su gente en contra de Colombia, sólo para que no se den cuenta de lo mal que lo está haciendo como presidente. Más cortinas de humo, eso es todo lo que saben hacer. Enturbiar las aguas para que nadie ponga atención a la situación real en la que están viviendo.

Estos “malandratarios” deberían tratar de hacer su trabajo y dejarse de andar calentando las cabezas de sus pueblos. De resolver los problemas de su gente. Encargarse de que las instituciones funcionen, de generar empleos dignos, de que la calidad de la educación sea alta y que llegue a todos. Trabajo tienen y de sobra, lo que pasa es que no lo quieren hacer. Sus mentes están puestas en como engrosar sus cuentas bancarias, en cómo asegurarse aún más el futuro y en dejar bien amarradas las puertas constitucionales para asegurarse a la hora de emprender el vuelo y de que nadie los pueda perseguir. Estas cortinas de humo sólo sirven para marear a la gente. Lo más triste de todo esto, es que no faltan los exaltados que le ponen atención a sus bravatas y que les creen sus cuentos.

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