: : El libro de los deportes

Como en alguna ocasión mencioné, soy un aficionado a los deportes. Me gustan mucho el fútbol y el tenis, posiblemente sean mis favoritos. De estos dos deportes soy un seguidor empedernido, más que de otros debo reconocer. Por eso es que al igual que a millones de personas, el nombre de André Agassi, el chico de Las Vegas, no me es indiferente. Que si tomó pastillas en el noventa y siete, no es mi problema. El muchacho estaba asustado a las puertas del altar, eso es más que comprensible. La mayoria hemos pasado por eso. Es natural. Que si el susto le duró un año, eso es otro asunto, posiblemente las pastillitas no fueron suficientes. Terrible deslealtad a sus seguidores la del Kid. Horror. Al final Agassi es humano, y se equivocó. Se cayó del pedestal. Pero todos nos equivocamos una que otra vez. Nadie es perfecto. No deberíamos olvidar eso.

Claro que el asunto no es algo accidental, ya que André está en plena promoción de su libro. No es casualidad que justo ahora lo reconociera. Al parecer todo es un truco de marketing y nada más. Por supuesto que no faltan los desmedidos que saltan en pos de su cabeza. Quieren ver sangre, no entienden que el Punisher sólo quería asegurarse de que su libro se vendiera como pan caliente. No es el primero en emplear ese tipo de sutilezas para promocionar su obra magna llena de delicias para los curiosos y los morbosos y porque no, los amantes del deporte blanco. Creo que en el mundo en que vivimos, no nos deberían sorprender este tipo de acciones. Más pecan quienes se hacen los sorprendidos que el escritor fantasma que publicó sus entrevistas al deportista.

Creo que más impresionante que la confesión de André fue la acción que Emanuel Ginóbili realizó atrapando un murciélago en pleno juego de su equipo los Spurs, a estadio lleno y en medio de la trasmisión televisiva. Genial lo de Manu. Lo tuvieron que vacunar contra la rabia, pero eso no es nada ante su valerosa y gallarda demostración. Dicen que Ozzy una vez agarró uno por error, pero lo de Ginóbili fue brillante. No premeditado. Magistral. Bien por él. Es un héroe. La NBA lo debería premiar.

Los deportistas hacen de todo para mantenerse competitivos, eso no se puede negar. El estrés al que son sometidos es altísimo, sin embargo, no puedo dejar de pensar que los salarios que disfrutan algunos de ellos son desmedidos. Me refiero a algunos futbolistas, beisbolistas o ciertos basquetbolistas. No todos. Los mejores. Las fortunas que amasan son impresionantes. Por eso es que muchos niños sueñan con alcanzar fama y fortuna en las canchas y no en las aulas. Por eso es que no quieren ser los estudiosos ni parecerse a ellos. Le escapan al conocimiento, total, cuando sean ricos contratarán a uno de esos estudiosos para que escriba sus memorias y las firme con su nombre.

Creo que los deportes son saludables y entretenidos. Hacen bien y son necesarios. Pero el mensaje que reciben los menores parece no ser el mejor. Creo que gracias a la televisión y el uso excesivo de las imágenes de estos atletas por parte de las marcas que están detrás de todo ese mundo sólo se ha logrado alejar a los menores de los libros. Algo que hace tiempo que le está pasando la cuenta a este país. Por eso es que, muy a pesar de que las políticas anti inmigración han ido en aumento, este país debe recurrir hacia el exterior por profesionales, ya que acá no los están produciendo. Es triste pero cierto.

De vez en cuando salen grandes deportistas como los Federer, los Bolt o los Phelps, pero el problema es que son humanos. No deberían ser endiosados ya que si no se han caído, se van a caer. Es la ley de la vida. A todos nos pasa y si no nos enteramos por algún paparazi afortunado, lo haremos a través de sus memorias. Así no mas es, ya que las figuras públicas no se pueden guardar nada. Además, al final del cuento, todo se hace por un poco más de dinero.

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